La posición adoptada por la Iglesia italiana ha sido muy criticada por un sector de la clase política del país. Y es que lo que la CEI propuso desde un primer momento fue la abstención para evitar que el referéndum sea válido, ya que en Italia las consultas populares han de ser votadas al menos por el cincuenta por ciento del electorado. Si no se cumple este primer requisito, el referéndum se considera anulado. El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Camillo Ruini, ha mantenido siempre esta postura, arguyendo que ningún referéndum puede cambiar la ley sobre algo que es sagrado: la vida humana. Su determinación ha suscitado agrias polémicas, ya que los políticos laicos lo acusan de «interferir en la voluntad política del pueblo» y «boicotear un proceso democrático».
En su discurso a la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana
ZENIT
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 30 mayo 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha apoyado la posición de la Iglesia católica en Italia, que promueve la abstención en los referendos sobre la investigación con embriones que después son eliminados, pues el ser humano «no puede ser reducido nunca a un medio, sino que siempre es un fin».
El Papa afrontó por primera vez abiertamente el argumento este lunes, al encontrarse en el aula del Sínodo, en el Vaticano, con los participantes en la LIV Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana.
El cardenal Camillo Ruini, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en la relación que dirigió este lunes a los obispos explicó que la abstención en estos referendos, que tendrán lugar entre el 12 y el 13 de junio, «tiene el significado de un doble no»: «A los contenidos de las preguntas sometidas a referéndum, que empeoran irremediablemente y vacían la ley, reabriendo en buena parte la puerta a peligrosos vacíos legislativos, y al uso del referéndum en una materia tan compleja y delicada», aclaró el purpurado.
Las cuatro propuestas que los italianos deberán aprobar o rechazar por referéndum son:
–cancelar el límite a la investigación clínica y experimental con los embriones;
–cancelar las normas sobre los límites que la ley impone a la fecundación asistida, como la obligación de sólo crear in vitro tres embriones.
–cancelar los derechos del concebido para que sean sometidos a los de personas ya nacidas;
–cancelar la prohibición de la fecundación heteróloga, es decir, con la participación de una tercera persona ajena a la pareja.
Según la ley italiana, si en un referéndum no participa el 50% de las personas que tienen derecho a voto, la consulta popular pierde su vigencia.
Aplaudiendo el esfuerzo con el que los prelados italianos se han opuesto a los referendos, Benedicto XVI aclaró que «precisamente con su claridad y espíritu concreto, vuestro compromiso es signo de la solicitud de los pastores por todo ser humano, que no puede ser reducido nunca a un medio, sino que siempre es un fin, como enseña nuestro Señor Jesucristo en su Evangelio, y como nos dice la misma razón humana».
«En este compromiso, y en toda la obra multifacético que forma parte de la misión y del deber de pastores, estoy junto a vosotros con la palabra y la oración, confiando en la luz y en la gracia del Espíritu que actúa en las conciencias y en los corazones», concluyó.
Benedicto XVI apoya a los obispos italianos en su boicot contra la repoducción asistida
La Razón
31-05-2005
Los purpurados piden la abstención en un referéndum que permitiría manipular embriones humanos
Benedicto XVI se escoró del lado de los obispos italianos, que piden desde hace meses la abstención de los católicos en un referéndum que permitiría experimentar con embriones y acabaría con los límites de la fecundación asistida en Italia.
La Conferencia Episcopal Italia (CEI) sabía que contaba con el apoyo de Benedicto XVI, pero nunca hasta ayer el Pontífice había hecho pública su intención de luchar codo a codo con los obispos transalpinos para evitar que el pueblo italiano derogue las leyes sobre reproducción asistida. Dichas normativas, vigentes en la Constitución del país, han sido consideradas «restrictivas» y «muy conservadoras» por un importante grupo de parlamentarios italianos, pertenecientes a diferentes familias políticas, pero con el denominador común del laicismo. Este potente núcleo recogió las firmas necesarias y publicitó la consulta popular, una medida muy frecuente en Italia.
La posición adoptada por la Iglesia italiana ha sido muy criticada por un sector de la clase política del país. Y es que lo que la CEI propuso desde un primer momento fue la abstención para evitar que el referéndum sea válido, ya que en Italia las consultas populares han de ser votadas al menos por el cincuenta por ciento del electorado. Si no se cumple este primer requisito, el referéndum se considera anulado. El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Camillo Ruini, ha mantenido siempre esta postura, arguyendo que ningún referéndum puede cambiar la ley sobre algo que es sagrado: la vida humana. Su determinación ha suscitado agrias polémicas, ya que los políticos laicos lo acusan de «interferir en la voluntad política del pueblo» y «boicotear un proceso democrático».
Oposición a la ley. Sin embargo, Benedicto XVI salió ayer en defensa del cardenal Ruini, tras una asamblea que reunió al Papa con los obispos italianos. El Pontífice exigió que los altos prelados no olviden el compromiso de «iluminar la elección de los católicos y de todos los ciudadanos en el inminente referéndum sobre la fecundación asistida». Todo un espaldarazo. El Papa repitió ayer una vez más lo que ya han dicho cientos de veces los obispos italianos, que «un ser humano no puede nunca ser reducido a un medio, sino que es un fin, como enseña Cristo y como dice la razón humana».
La postura de la Iglesia ha sido ampliamente apoyada por casi todos los políticos católicos del país, independientemente de su militancia política. Aunque también es cierto que algunos de quienes esperan que se vote «no» a la famosa ley, no han ido tan lejos como la Conferencia Episcopal y simplemente han pedido que los ciudadanos voten «no».
Entre los promotores de la iniciativa contra las restricciones destacan los líderes del Partido Radical italiano, Marco Panella y Emma Bonino, que han llegado a calificar la postura de la Iglesia como una «ofensa que apunta a poner a la democracia bajo el control del Vaticano». Ante esto, el contraataque de los políticos católicos no se ha hecho esperar. «En una democracia fundada sobre la libertad no se entiende por qué alguno trata de limitar el derecho de expresión de los católicos sobre un tema que tiene que ver con la conciencia de los ciudadanos», aseguró el europarlamentario de «Forza Italia» Antonio Tajani, quien siempre ha llevado a gala su condición de católico.