Ni a Julio Verne se le pasó por la cabeza que llegaríamos a Marte, ¿a qué cabeza pensante se le ocurriría que, una vez superada la clonación, el hombre comenzaría a plantearse la hibridación?, tres piernas para correr más, alas y huesos huecos para volar… ni siquiera los superhéroes de los cómics llegaron a soñar con tantas posibilidades. Somos como dice Carlos Díaz, realmente sapiens sapiens…
Ni a Julio Verne se le pasó por la cabeza que llegaríamos a Marte, ¿a qué cabeza pensante se le ocurriría que, una vez superada la clonación, el hombre comenzaría a plantearse la hibridación?, tres piernas para correr más, alas y huesos huecos para volar… ni siquiera los superhéroes de los cómics llegaron a soñar con tantas posibilidades. Somos como dice Carlos Díaz, realmente sapiens sapiens. Y sin embargo, y visto lo visto, afirmamos sin ningún empacho que «el paro no tiene solución», y nos quedamos tan anchos.
Parece que no hemos superado a los clásicos que entendían el trabajo como una mercancía más, para los que el paro no era más que un indicador de la existencia de una economía ineficiente, pues tenía recursos ociosos. O quizás, subiendo un peldaño en las teorías económicas nos quedamos aún con Keynes quien, (comprendamos su momento histórico) pensaba que el paro era consecuencia de una demanda agregada insuficiente.¡Líbrenos Dios hoy de tener que incrementar nuestro ya casi insuperable nivel de consumo para poder acceder a un puesto de trabajo!.
No, yo no creo que el problema del paro sea consecuencia de una teoría errada, de buenas intenciones malogradas, de un quiero y no puedo. No, más bien, con Marx, ( y sin ser marxista) creo que es una situación provocada por el interés de unos,cada vez más pocos.Y,sobre todo, de la trabajada pasividad de otros, cada vez más.
M. Pérez
CORUÑA