El poder económico alemán diseña Europa

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Vivimos en un mundo globalizado donde el conflicto entre el capital y el trabajo adquiere nuevas dimensiones desde finales del siglo XX.

Tecnología, esclavitud, mafias y economía financiera forman un sistema complejo donde empresas transnacionales, gobiernos nacionales, organizaciones e instituciones supranacionales se configuran dinámicamente aumentando la explotación y la dominación a escala planetaria. Este nuevo dinamismo es el que está transformando Europa bajo la hegemonía del complejo industrial-financiero alemán.

La UE, desde la constitución del euro especialmente, es un diseño del poder económico alemán al cual se ha subordinado Francia poniendo a su disposición su capacidad militar. Ambas son conscientes de que era la única forma de sostenerse en el nuevo contexto globalizado. La actual «crisis» del euro es una consecuencia lógica de este diseño que debe concluirse con el sometimiento político total al poder del establishment neocapitalista germano. ¿Cómo?

Durante esta «crisis» el estado alemán ha recibido desde la periferia de Europa más de 80.000 millones de euros de beneficios debido a que sus bonos públicos tienen un interés muy bajo, a veces negativo. Además su banca ha sido «ayudada» con 160.000 millones de euros por inversores privados también desde la periferia europea. Su mercado de trabajo y su estado de «bienestar» se han precarizado para hacerse más competitivos mundialmente y junto con un nivel tecnológico muy elevado ha supuesto un crecimiento constante de sus exportaciones adquiriendo unos excedentes financieros enormes que sirven para promover la especulación, entre otros sitios en España. Estallada la burbuja especulativa hay que devolver el dinero y esta deuda es la palanca con la que se está configurando el IV Reich .

El poder alemán, a través de las instituciones europeas, no está «rescatando» a nadie, se está imponiendo como eje dominador del bloque europeo en el contexto del imperialismo transnacional. La compra de deuda a corto plazo con importantes cesiones de soberanía nunca es para rescatar, es siempre para dominar. Y para cerrar el círculo, el pueblo alemán se tiene que tragar, una vez más, la píldora del nacionalismo frente a los «indolentes» europeos del sur. Píldora recetada por el establishment industrial y financiero para que no piense mucho en su creciente precariedad. Alemania perdió la II guerra mundial pero ganó la «paz» 70 años después