El socialismo auténtico, el nacido directamente del pueblo, se caracterizó por un fuerte carácter moral de sus militantes y por la lucha por la justicia social
No había contradicción entre ambos polos. El militante socialista sacrificaba su vida para conseguir una sociedad más justa y solidaria; para que la igualdad esencial entre los seres humanos se respetase. La medida de todo siempre eran los más empobrecidos, los más débiles. Si además este socialismo se vivía en el marco de una cultura cristiana como la española, la sensibilidad social iba acompañada por una vivencia del ideal que en muchos casos era auténticamente heroica en la lucha contra la explotación. Bruno Alonso, Melchor Rodríguez, Ángel Pestaña, Julián Gómez del Castillo, etc podrían ser ejemplos de una militancia solidaria radical. Ateos, católicos, anarquistas, socialistas, todos con un denominador común: la lucha por la justicia y el respeto absoluto a la dignidad humana. Hoy el PSOE representa justo lo contrario. El PSOE es enemigo de los empobrecidos, de las víctimas de las injusticias. Si nos detenemos en la política que está desarrollando el actual gobierno en materia de inmigración, la calificación de su actitud sería de fascista y xenófoba. Una enumeración sucinta nos muestra esto:
- Apoyaron en el Parlamento Europeo una directiva, llamada de la “vergüenza”, contra los inmigrantes empobrecidos.
- El Ministerio del Interior ha ordenado la caza y captura de inmigrantes para su detención y deportación.
- La reforma de la ley de extranjería pretende perseguir la solidaridad con los inmigrantes empobrecidos.
- Los Centros de Internamiento de Extranjeros son auténticos “guantánamos” ilegales donde los derechos humanos son violados sistemáticamente.
Finalmente, la traición del PSOE a los empobrecidos, especialmente a los inmigrantes, no hubiera sido posible sin la especial colaboración de los grandes sindicatos, apéndices estatales, que sobreviven gracias al presupuesto público y que tratan con cariño al presidente del Gobierno.