Según el informe del Tribunal de Cuentas el dinero entregado a la banca ha ascendido a más de 122.000 millones de euros de los cuales 60.000 millones se dan ya por perdidos definitivamente.
Este dinero ha servido para reflotar las antiguas cajas de ahorro hoy convertidas en bancos o vendidas a los bancos españoles a precio de saldo. Un dinero que se perdió a causa de la corrupción y que llenó los bolsillos de unos cuantos fundamentalmente por la especulación inmobiliaria. Esta ingente cantidad de recursos inyectados al sistema financiero se ha obtenido a través de dos vías. Una primera vía impuestos, y dada la estructura de nuestro sistema impositivo, con el peso de la imposición indirecta, y de la evasión de impuestos, esto ha contribuido en nuestro país al crecimiento de las desigualdades.
Estas falsas soluciones ocultan las verdaderas causas de los problemas
Por otra parte, las ayudas a la banca se financian también con la emisión de deuda pública, lo cual no solo es más negocio para la banca sino un crecimiento de su poder sobre las decisiones futuras de nuestro país, pues el que paga manda.
Los populismos de izquierdas proponen nacionalizar la banca, que no es otra cosa que más capitalismo de estado. Hacer más fuerte a una clase política que se asienta en el poder y que controla las finanzas para el beneficio de los de su partido, concediendo a cambio ayudas que corrompen y empobrecen al pueblo. Estas falsas soluciones ocultan las verdaderas causas de los problemas.
El sistema financiero es una pieza fundamental de este imperialismo del dinero que agrede fundamentalmente a los más pobres y que provoca hambre, desempleo y esclavitud infantil. El dinero inyectado en la banca española apuntala este sistema. Y no olvidemos que también se sostiene por unas formas de vida consumistas y hedonistas, por una sociedad endeudada y adormecida en el norte enriquecido y que no quiere ver trastocado su nivel de vida.
Se necesitan unas finanzas que pongan en el centro a la persona humana y especialmente a los más débiles. La función del crédito ha de servir para el desarrollo y el progreso de todos, que el capital se destine a financiar unas infraestructuras, unos servicios que permitan el desarrollo y el progreso de los pueblos. Unas inversiones en educación que permitan a los jóvenes capacitarse y colaborar con su trabajo y sus energías a construir una sociedad mejor.
No podemos hacer frente a esta situación sin un cambio de nuestra mentalidad y de nuestras formas de vida. Aprendamos de la vida de los pobres, de sus experiencias asociativas a lo largo de la historia. Solo la vida solidaria y asociativa es capaz de hacer frente a este sistema.
Editorial de la revista Autogestión
Puedes descargarte aquí un extracto del último número Revista Autogestión 118. Extracto