“Santa Marta Group”, constituido por voluntad del Papa Francisco para coordinar los esfuerzos en la lucha contra el tráfico de seres humanos, está constituido por oficinas de diócesis y por la policía. La Iglesia reconoce en la persona de cada víctima nuestra común dignidad humana y transforma el trabajo a su favor en un signo de solidaridad y amor.
Cecilia Taylor-Camara, natural de Sierra Leona afincada en el Reino Unido, es la Secretaria de la Oficina para Migraciones de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales y miembro del “Santa Marta Group”, constituido por voluntad del Papa Francisco para coordinar los esfuerzos en la lucha contra el tráfico de seres humanos.
¿Cómo se inició este esfuerzo para luchar contra la trata de seres humanos?
En los últimos cuatro años, es decir, a partir del momento en que se iniciaron los trabajos para la organización de las Olimpiadas de 2012, los obispos de Inglaterra y Gales han dedicado muchas energías y recursos para desarrollar un proyecto de lucha contra el tráfico de seres humanos que tuvo inmediatamente el apoyo de las fuerzas de policía. Por las estadísticas de organismos internacionales sabemos que la trata de seres humanos constituye la segunda actividad criminal más lucrativa en el mundo.
Estas cifras son impresionantes. ¿Por qué no hay entonces una respuesta legal más eficaz por parte de los Estados?
La verdad es que las cifras son estimaciones basadas en los datos recogidos por la Organización Mundial del Trabajo. A causa de las características de clandestinidad del tráfico de seres humanos y de la complejidad del trabajo de recogida y análisis de datos, somos conscientes del hecho de que estos números no reflejan la realidad, porque las proporciones de la explotación a nivel mundial son aún más elevadas. Sin embargo, estas estimaciones nos sirven como guía para entender mejor las causas y las condiciones de la explotación.
Por ejemplo, en Gran Bretaña, el Ministerio del Interior (Home Office) llevó a cabo en 2014 un sondeo que evidenció la existencia de entre 10.000 y 13.000 potenciales víctimas de tráfico de seres humanos, mientras que las autoridades competentes encontraron sólo 1.748 casos concretos en todo el país. De hecho, hay muchas personas vulnerables a la explotación en nuestras ciudades que pasan a ser visibles en la indiferencia general.
¿Y qué se puede hacer, concretamente, ante estas situaciones?
Como católicos, estamos llamados a defender los derechos y la dignidad de los pobres y de los vulnerables, no sólo en nuestras ciudades y comunidades, sino también a nivel mundial. Nos inspira y sostiene el compromiso del Papa Francisco, que ha hecho de la lucha contra el tráfico de seres humanos una prioridad de su pontificado.
En una reciente entrevista concedida a la revista «America», el Papa Francisco afirmaba que la pobreza, la corrupción y el tráfico de seres humanos son los tres grandes males de nuestro mundo hodierno. Añadía que el tráfico de seres humanos es un crimen contra la humanidad y pide que nuestras estrategias y competencias estén sostenidas y reforzadas por la misericordia del Evangelio, que nos lleva a estar al lado de los hombres y las mujeres que son víctimas de este crimen.
Creo que este compromiso evangélico hace que seamos distintos a otras organizaciones que trabajan en este mismo ámbito, pues nosotros reconocemos en la persona de cada víctima nuestra común dignidad humana y transformamos nuestro trabajo a su favor en un signo de solidaridad y amor.
¿Cómo se acompaña a las víctimas de explotación?
Le cuento una historia que concierne a Italia. Hace algunas semanas conocí a una joven nigeriana, Olayinka, que había sido forzar a emigrar a Italia con documentos falsos. La traficante, una cierta Madam Osu, tuvo problemas para obtener los documentos falsos y un falso permiso de trabajo para poder entrar en Italia. Algún tiempo después Madam Osu la comunicó a Olayinka que iría a trabajar como niñera en una familia de Florencia durante la semana y como camarera en un restaurante los fines de semana. Pero cuando Olayinka llegó a Florencia, con documentos falsos, le dijeron que el único trabajo disponible para ella era la prostitución en las calles de Florencia y que todo lo que ganase debía entregárselo a Madam Osu.
Tras pagar casi veintisiete mil euros pidió que se considerase pagada su deuda. Pero Madam Osu le dijo que los pagos acabarían cuando ella quisiera. Olayinka, muy enfadada, abandonó la casa donde vivía pero tuvo un accidente de coche con otro nigeriano, tras el cual fue deportada a Nigeria junto a otras personas.
En Benin City fue trasladada a una casa protegida gestionada por religiosas y allí vivió casi dos años. Ahora Olayinka está completando sus estudios para trabajar en una empresa de catering, pero sigue sufriendo por el trauma psicológico y emocional causado por la explotación a la que fue sometida, que le ha provocado una perdida completa de sus cabellos.
Mientras tanto, la familia de Olayinka sigue estando amenazada por Madam Osu, que aún controla a jóvenes nigerianas en las calles de Florencia, además de dirigir un negocio de artículos africanos en la estación central.
Esta información me llevó junto al comisario Kevin Hyland, el primer comisario anti-esclavitud nombrado en Gran Bretaña, a visitar este local para verificar las informaciones recibidas. Ahora estas informaciones han sido comunicadas oficialmente a la EUROPOL para que las fuerzas de policía puedan monitorar este caso en vista de una posible orden de arresto de los culpables.
Pienso que esta historia describe muy bien cómo la Iglesia católica une sus propios esfuerzos al trabajo de las fuerzas de policía para acompañar y sostener a las víctimas de explotación, además de reforzar los esfuerzos globales para castigar a los criminales y que termine su impunidad.
¿Qué es el grupo Santa Marta?
El denominado «Santa Marta Group» es una alianza entre jefes de policía y obispos de distintos países del mundo que han decidido llevar adelante, junto a la sociedad civil, un trabajo para combatir el tráfico de seres humanos. El objetivo del grupo es armonizar los recursos de la Iglesia católica con los de las agencias de policía para prevenir las situaciones de explotación y de esclavitud, para ofrecer atención pastoral y readaptación a la vida en las comunidades de pertenencia.
El Grupo ha tomado este nombre precisamente porque en abril de 2014 el Vaticano organizó una conferencia sobre el argumento del tráfico de seres humanos, a la que participó también el Papa Francisco, el cual desde el inicio de su pontificado ha hablado con mucha claridad sobre la cuestión y los desafíos para la Iglesia católica. Como los 120 participantes y los 20 jefes de policía de distintos países del mundo estaban alojados en la Casa Santa Marta, residencial actual del Papa, se decidió dar este nombre a la alianza que se había constituido.
El «Santa Marta Group» se propone desarrollar estrategias internacionales para combatir este crimen, centrando la atención en la persona de la víctima en particular. Se intenta por esto considerar el bienestar de las víctimas como principio guía en la elaboración y aplicación de las leyes en materia.
La próxima conferencia del Grupo tendrá lugar en El Escorial, en España, del 29 al 31 de octubre de 2015 y ciertamente intentará, entre otras cuestiones, reforzar la creación de una red mundial de organismos católicos, de la sociedad civil y de las fuerzas de policía para promover las buenas prácticas en la lucha a la explotación, además de la adecuada formación de quién trabaja en este ámbito. Se intenta construir una base de datos de los recursos y un sitio web que pueda ser un punto de referencia en la prevención y en el acompañamiento de las víctimas.
Es un proyecto muy amplio, que seguirá desarrollándose para proteger las víctimas del tráfico y de la explotación, las cuales a menudo son criminalizadas por violación de las leyes migratorias y son perseguidas en lugar de ser ayudadas a salir de estas formas de esclavitud moderna.
Publicado en VanThuanObservatory.org, traducido al español por Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares