El transporte de los inválidos

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El 20 de enero de 1942 se acordó en la infame conferencia de Wannsee la Solución Final de la cuestión judía. Ese mismo año se construyó dentro del campo de concentración de Dachau, el llamado Invalidenblock, un barracón para los inválidos bien delimitado con alambres de púas.

Ya en octubre de 1943 Hitler había introducido, bajo secreto, la eutanasia en  el III Reich. Para concederle a los enfermos terminales una muerte digna. Se practicaba en seis centros de forma camuflada. A partir de 1942, recibían el mismo trato los presos demasiado débiles para trabajar y se les declaraba indignos para vivir. Eso significó que a todos los enfermos y muy débiles de los que no se esperaba ya una posible recuperación se les aislaba en el Invalidenblock. Entre ellos se gaseó en enero de 1942 en Viena al primer sacerdote, el  párroco de Karas.

Todas las semanas salía un camión atestado de enfermos hacia las cámaras de gas más cercanas. Sólo en 1942 se transportaron de Dachau a Hartheim (cerca de Linz/Austria) 3.166 presos, de los cuales 336 eran sacerdotes. Al comienzo no sabíamos qué es lo que les pasaba a los que se llevaban en camiones, pero cuando descubrimos que de forma sistemática devolvían los trajes, sospechamos de las matanzas. La certeza de lo que sucedía la obtuvimos gracias a la correspondencia con los familiares de un sacerdote, que al preguntarles por la causa de su muerte, nos respondieron con asombro si es que no nos habíamos enterado que había fallecido de un infarto de corazón.  Más tarde descubrimos, con ayuda de compañeros que trabajaban en la oficina, que falsificaban los certificados de defunción. De manera que a los familiares se les decía que habían fallecido en Dachau y silenciaban los asesinatos.

En 1943 se comenzó a construir en Dachau una cámara de gas propia. En esa edificación trabajaba de albañil un compañero mío. Por medio de él me enteré de que los curas polacos decidieron bajar el rendimiento retrasando su construcción y de esta manera sabotearon conscientemente el trabajo. Gracias a esto no se terminó la cámara de gas hasta finalizar la guerra por lo que nunca llegó a funcionar.  

En la enfermería había diferentes lugares para experimentos médicos como la malaria. Contaban de sobra con material humano para investigar y seleccionaban sobre todo a polacos (incluidos los curas); su exterminio formaba parte el programa de partido nazi. Se quería reducir al pueblo polaco a un pueblo de esclavos al servicio del futuro del gran imperio alemán.

* Del libro autobiográfico  POR EL BORDE DEL PRECIPICIO, publicado por primera vez en castellano en Ediciones Voz de los sin Voz.

Por Hermann Scheipers