La incomprensión, el fanatismo sectario, el seco doctrinarismo y el necio exclusivismo ideológico. He ahí nuestros mayores y más mortales enemigos.
Eleuterio Quintanilla nació en Gijón el 24 de octubre de 1886. Con 13 años tiene que abandonar la escuela y ponerse a trabajar de ayudante de chocolatero para contribuir a sostener a sus siete hermanos de los que era el mayor. Pero lejos de descuidar su formación, dedicaba sus escasas horas libres a las clases del Ateneo Obrero donde estudió francés, italiano y aritmética, con tanto empeño, que llegó a ser profesor de matemáticas. Con 16 años ya colaboraba periódicamente con la prensa obrera, conociendo en esos avatares a uno de sus maestros, Ricardo Mella. En 1909 pasó a colaborar con el mayor diario libertario: “Solidaridad Obrera”.
Ese mismo año, contrae matrimonio con la que será su mujer el resto de su vida, y con la que compartirá la educación de seis hijos, Consuelo Satura.
Participó en la delegación asturiana de fundación de la CNT en 1910, lo que le costó a su regreso a Gijón ser brutalmente apaleado y posteriormente detenido. Continuó, sin embargo, con más fuerza su labor como militante obrero, en especial desde la prensa libertaria donde defendía con pasión sus ideas. Así defendió la primacía del sindicato como organización netamente obrera, frente al interclasismo de los partidos que se autodenominaban obreros. Sin embargo fue de los que más intensamente defendió la unidad de todos los obreros españoles, achacando a las tesis académicas e intelectuales la división ideológica del movimiento obrero. Destacó como gran orador, y en el congreso del teatro de la Comedia, en Madrid en 1918 defendió junto a Pestaña la fusión CNT-UGT. No cabe duda de que la historia del sindicalismo, y de España en general, hubiera tomado otro sesgo si en el congreso de la Comedia hubiera prevalecido el espíritu flexible y equilibrado de Quintanilla. Pero triunfó el miope dogmatismo de los doctrinarios.
Eleuterio Quintanilla se opuso con fuerza, y desde el primer momento, a la revolución rusa de 1917. Sus palabras afirmando que la dictadura rusa constituye para nosotros un serio peligro fueron claves para que la CNT no se incorporará a la Internacional Comunista.
A partir de estos años y durante toda la dictadura de Primo de Rivera, empieza a valorar retirarse de las actividades de la CNT para no hacerse responsable de una línea táctica que considera nociva. Durante la dictadura de Primo es procesado en varias ocasiones, y aún sin ostentar cargo alguno actúa muy de cerca del Comité Nacional de la CNT, que durante la clandestinidad pasó largas temporadas en Gijón.
La experiencia de la dictadura convenció a Eleuterio de que el movimiento anarcosindicalista español debía abandonar su sectarismo doctrinal. Los acontecimientos que se iban a producir en los siguientes años iban, sin embargo, en la dirección contraria. Aún así, denunció periódicamente en la prensa obrera a los ácratas ultras, a la línea extremista que cada vez más, se iba imponiendo. Denunciaba la táctica del todo o nada, uniéndose a las posturas de Seguí, Pestaña y Peiró. Al proclamarse la II República no quiso aceptar cargos dentro de la CNT. En 1933 salió del silencio para tomar posición entre el cisma que existía entre la CNT y la FAI: De error en error, de tumbo en tumbo, de exabrupto en exabrupto, se ha ido descendiendo hasta el abismo sin fondo del desbordamiento personal más enconado y violento. En otras páginas escribiría que para él, los grandes enemigos del movimiento libertario eran la incomprensión, el fanatismo sectario, el seco doctrinarismo y el necio exclusivismo ideológico. He ahí nuestros mayores y más mortales enemigos.
Al estallar al Guerra civil, Quintanilla rehusó, una vez más, ocupar cargos de relumbrón, y dando ejemplo de humildad, se limitó a colaborar como un militante más en el Comité de Abastos de Gijón. En 1937 sintió profundamente la muerte de Unamuno, del que se consideraba discípulo ignoto. En el periódico CNT, le dedicó una oración fúnebre, donde recordaba que el dolor y el sufrimiento son fecundos. En septiembre de 1937 se le encomendó la custodia del Tesoro Artístico de Asturias y Santander. Tras la caída de Cataluña pasó a Francia, junto a uno de sus hijos. Sufrió la ocupación alemana, siendo incorporado a la Compañía de trabajadores Extranjeros de Roanne, donde permaneció hasta 1943. Durante esta fase de su vida, en que conoció todas las facetas del dolor y la amargura, manifestará un misticismo cristiano. Invocaba a Teresa de Jesús, Francisco de Asís, S. Juan de la Cruz, a los que dedicará bellísimo escritos. Esta espiritualidad la cultivará hasta el final de sus días.
Terminada la Guerra Mundial, y de regreso a Burdeos, se mantuvo voluntariamente alejado de las actividades de su organización, a pesar de que el Comité Nacional del Movimiento Libertario de Francia, insistía en contar con él. Les contestó: Bien está callar cuando tantos gritan con pasión y sin recato ni respeto a las convicciones ajenas. A pesar de su alejamiento voluntario por sentir con profunda tristeza las múltiples traiciones de sus propios compañeros de lucha, permanecerá fiel a su condición de obrero y continuó viviendo de su trabajo, y murió humildemente a consecuencia de una hemorragia cerebral en Burdeos el 18 de enero de 1966.
Hermano Francisco (de Asís)
Hermano Juan (de la Cruz)
Hermana Teresa (de Jesús)
Yo quiero seguir vuestra empresa…
Grave empresa del hermano
inflamado del amor humano
de una mística nueva
que lo niegue todo y todo lo renueva
Poesía escrita por Eleuterio Quintanilla en el exilio francés
—————————-
Adquiere el libro «Militantes obreros: semblanzas» en tu Casa de Cultura y Solidaridad más cercana o en nuestro formulario de contaco.
Sección: Biografías
Colaboración económica: 0,80 €