Un sentimiento difícil de sobrellevar sin duda es el de sentirse extraño en la tierra que uno habita y donde quizá ha nacido, donde se levanta todos los días: ve salir el sol, trabaja, sufre, se relaciona, ama, se alegra, convive…
Pero muchos, muchísimos de los que no formamos parte de esos 2 millones de catalanes, que los artífices de este atropello nacionalista excluyente nos habéis mostrado una y otra vez, enarbolando la bandera del “POBLE DE CATALUNYA”, muchos de éstos, hemos vestido las céntricas calles de Barcelona este pasado domingo 29 de Octubre de una verdad que poco se ha oído en los últimos años: no hay derecho ningunear a 5 millones de personas, estamos aquí, también somos este pueblo. Es necesario insertar en la ideología independentista, la idea que parecen haber olvidado, de que numerosos conciudadanos suyos no pensamos igual.
Existe un Bien Común, construido por todos, con mucho sacrificio y esfuerzo de generaciones, especialmente de miles de obreros y sus familias, y es profundamente insolidario querer apropiarse de él.
Pero además, hacerlo desde la izquierda agranda el sectarismo y la mentira, recordamos como lo denunció Francisco Frutos en su intervención al final de la manifestación, señalando a los líderes independentistas:
“Porque traicionáis a la clase trabajadora, porque enfrentáis a la gente sin motivo alguno, porque os cargáis la libertad, la democracia y la palabra de quienes no piensan igual que vosotros”.
Sí, el nacionalismo divide y conduce al conflicto. Queda mucho por hacer, este momento histórico nos pide trabajar incansablemente por tejer sociedad que nos fortalezca en la tarea del Bien Común.
Autor: Mª Cinta Subirana