La imagen de las pateras y cayucos llegando a las costas canarias y andaluzas se suceden desde hace demasiado tiempo. La mal-llamada “crisis de los cayucos” ha llenado páginas de diarios y minutos de radios y televisión, sobre todo desde la primavera y verano de 2006, con la llegada, dicen que masiva, de inmigrantes provenientes de África Sur-Sahariana a las Islas Canarias
Del Plan África, la deuda externa y otros mecanismos de empobrecimiento
Iolanda Fresnillo.
Observatorio de la Deuda en la Globalización..21 de marzo 2007.
“Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de caza siempre glorificarán al cazador”
Dicho Yoruba (Nigeria)
La imagen de las pateras y cayucos llegando a las costas canarias y andaluzas se suceden desde hace demasiado tiempo. La mal-llamada “crisis de los cayucos” ha llenado páginas de diarios y minutos de radios y televisión, sobre todo desde la primavera y verano de 2006, con la llegada, dicen que masiva, de inmigrantes provenientes de África Sur-Sahariana a las Islas Canarias. Ante la alerta mediática, el gobierno español respondió con el Plan África[i], un plan de acción de 3 años que permita “establecer un nuevo marco, más profundo y global, de relaciones con África Subsahariana, que permita a España estar a la altura de los importantes retos y oportunidades que plantea el continente”[ii]. El Plan África incluye una serie de medidas heterogéneas y dispersas con las que el gobierno español quiere afrontar los retos políticos, de seguridad, culturales, económicos, ambientales, migratorios y de desarrollo del África Sur-Sahariana. Este Plan ha sido ampliamente criticado por diferentes sectores de la sociedad española, que ven en él una simple continuación de los principios que han guiado las relaciones entre España y el continente Africano las últimas décadas: el servilismo hacia a los intereses económicos y de estabilidad social del Estado español.
Con este artículo queremos abordar una de las causas del fenómeno migratorio desde el África Sur-sahariana en Europa, como es el proceso de sobre-endeudamiento de los países africanos, y analizar hasta qué punto el Plan África hace frente a las causas de los problemas que dice afrontar.
Un apunte previo sobre la inmigración sur-sahariana al Estado español
A menudo nos llegan mensajes alarmistas sobre la “invasión” de inmigrantes de la África Sur- Sahariana y de otras partes del mundo a nuestro país[iii]. Por esto creemos que es necesario abordar el alcance del fenómeno con unas cuántas cifras. En el Estado español hay aproximadamente 2,8 millones de extranjeros con tarjeta de residencia, de los cuales sólo 1,9 millones son extracomunitarios. Además se calcula que hay entre 1,4 y 1,6 millones de sin papeles. Es decir, el número de inmigrantes extracomunitarios en el Estado español no supera el 8% de la población. De éstos sólo una minoría proviene de África Sur-Sahariana (aproximadamente el 4%)[iv]. Por otro lado, según la Asociación por los Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), en el año 2006 más de 33.000 personas fueron “interceptadas” en las costas canarias cuando intentaban entrar de forma “irregular” en nuestro país y cerca de 7.000 más en la zona del Estrecho (costa de Andalucía, Ceuta y Melilla), más unas 7.000 personas directamente en las costas africanas, lo que supone un fuerte incremento respecto a los años anteriores[v]. La misma APDHA ha documentado que hasta 1.167 personas perdieron la vida intentando llegar en Europa a través de las costas españolas en 2006, aun cuando la cifra real es imposible de saber: “sólo este año posiblemente estamos hablando de la escalofriante cifra de 7.000 personas” [vi]. A pesar de la magnitud de las cifras, y el drama humanitario que esconden, es necesario señalar que la llegada de los cayucos no se corresponde a la avalancha que nos quieren hacer ver desde muchos medios de comunicación y ciertos partidos políticos.
Hace falta decir que sólo un 5% de los inmigrantes que llegan en España lo hacen por mar, mientras que el 95% restante llegan por Barajas (cerca del 50%), y por carretera (en un 45%). En cualquier caso, una vez conocidas las cifras generales, la pregunta que nos queremos hacer aquí no es cuántos, ni como, sino porqué: ¿Qué empuja a una persona a lanzarse mar adentro, jugándose la vida, por un futuro incierto?
La deuda externa, una de las condenas de África
África Sur-Sahariana es, sin duda, la región más empobrecida del planeta[vii].
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">· 35 de los 37 países del mundo con los índices de desarrollo humano más bajos son africanos (PNUD 2006).
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">· Cerca de la mitad de la población vive con menos de 1 $ al día (NNUU 2006).
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">· En 1960 la renta por cápita media en África Sur-Sahariana equivalía al 38% de la media mundial, hoy en día ha disminuido al 23%. En 1975 la renta por cápita en la zona euro era de 7,8 veces superior a la de África Sur-Sahariana y en 2004 llegaba a 15,2 (APDHA).
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">· La esperanza de vida al nacer es de 46,3 años, el índice de alfabetización de adultos es del 63,2% o el índice de escolaridad del 44% (Plan África).
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">· África produjo en 2004 sólo el 2% del PIB mundial. Desde 1970 hasta finales de los 90 su participación en el comercio mundial cayó del 3,5% al 1,5% (APDHA).
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">· En 2005 un tercio de los conflictos armados del mundo tenía en lugar en África (Escuela Cultura de Paz).
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">· Más de 2/3 de las personas infectadas con VIH-SIDA en el mundo son africanas (Plan África).
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">· El 90% de las muertes causadas por la malaria se producen en África, dónde cada día 2.800 personas pierden la vida por esta enfermedad (Plan África).
< style="margin-left: 39pt; text-indent: -18pt; text-align: justify; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 39.0pt;">¿Cómo ha llegado un continente tan rico en recursos naturales y humanos a esta situación?
La herencia del colonialismo (con lo que supuso en expoliación de recursos naturales, el
establecimiento de un sistema agrícola diseñado para abastecer las necesidades de las metrópolis, la explotación laboral y el genocidio perpetuado por la trata de esclavos), la
proliferación de conflictos armados por el control de los recursos (fomentados en muchos casos por las potencias económicas del Norte), el proteccionismo agrario y las subvenciones en los países ricos y las relaciones comerciales injustas y desiguales (como las fomentadas por los acuerdos de Lomé y Cotonou con la UE o por la OMC), los Planes de Ajuste Estructural impuestos a los países africanos por instituciones como el Banco Mundial o el FMI, junto con el mecanismo de la deuda externa, pueden perfectamente convertir un continente rico en un continente empobrecido.
La deuda externa en África Sur- Sahariana era en 2005 de poco más de 200 mil millones de dólares. Esta cifra puede parecer no demasiado elevada si la comparamos con la deuda externa de todos los países empobrecidos (2,8 billones de dólares), pero en realidad equivale cerca de la mitad del PNB de toda la región (mientras que si consideramos todos los países empobrecidos la relación deuda total/PNV es del 33,9%). En otras palabras, la mitad de la riqueza económica de África Sur-Sahariana está hipotecada con la deuda externa. Asimismo, la deuda externa de la región sur-sahariana equivale al 138% de sus exportaciones, mientras que la media de los países empobrecidos es del 88%.
En 2005, los países africanos pagaron a sus acreedores 23.300 millones de dólares en concepto de Servicio de la Deuda, mientras que la Ayuda Oficial al Desarrollo recibida desde los países de la OCDE (AOD bilateral) fue de poco más de 22.500 mil millones[viii].
¿Qué supone este flujo de recursos desde África hacia los países más ricos?
En 2004 por término medio en África Sur-Sahariana cada país gastaba 15$ por persona en pago de deuda, pero menos de 5 $por persona en servicios de salud y educación[ix]. Pero estos recursos no sólo se podrían destinar a servicios sociales básicos, sino también a financiar infrastructuras productivas o de transporte, o a posibilitar una gestión local de los recursos naturales como el agua, los hidrocarburos o los minerales, en lugar de dejarlos en manos de empresas extranjeras.
La deuda externa no sólo está sangrando las economías africanas y el bienestar de sus ciudadanos, sino que además es una deuda ya pagada. “Si consideramos el periodo entre 1980 y 2002, África Sur-Sahariana ha devuelto más de 250.000 millones de dólares, lo que hace cuatro veces la deuda de 1980, así, por cada dólar que se debía en 1980, África ha pagado 4, pero todavía debe 4… Entre 1998 y 2002, los poderes públicos de África Sur-Sahariana han recibido en préstamos 34.824 millones de dólares, y han devuelto 49.272 millones de dólares. En resumen, han transferido al Norte más de 15.000 millones de dólares” (CADTM). [x] La acumulación absurda de intereses y la necesidad de tomar nuevos préstamos para hacer frente al pago de los anteriores y para cubrir los servicios y gasto público que la deuda impide cubrir, hace que la deuda se pague una vez tras otra, y siga creciendo en lugar de reducirse.
¿De dónde proviene la deuda africana?
La deuda financiera de África Sur-Sahariana se inicia a partir de los procesos de independencia de los años 60. Las colonias ganan la independencia política (al menos teórica), pero no la económica. Los recursos necesarios para financiar los procesos de industrialización, la reconstrucción de instituciones, las infraestructuras… y también los caprichos públicos o los nuevos ejércitos provienen principalmente de recursos externos, préstamos de los bancos y gobiernos de las antiguas metrópolis, así como de instituciones como el Banco Mundial.
A principios de los 70 el aumento de reservas en los bancos del Norte, gracias a los denominados petrodólares (que se acumulan por el incremento del precio del petróleo), incrementa el flujo de préstamos baratos a África, al igual que hacia otros países empobrecidos. Además, en un momento de recesión económica y de sobreproducción en Europa y Estados Unidos, se empiezan a extender los préstamos ligados a la compra de bienes y servicios del país acreedor, una forma barata de colocar los excedentes de los países ricos en los países africanos. Es también el inicio de la llamada “revolución verde” y el Banco Mundial, uno de los sus principales impulsores, presta barato para proyectos de mecanización y la extensión de agroquímicos en el campo africano. Muchos de los proyectos financiados en esta época corresponden a grandes obras de ingeniería, que pretendían la modernización de África, pero que, junto con los proyectos de la “revolución verde” han provocado graves impactos ambientales, generando una deuda ecológica no reconocida. Los acreedores prestan dinero indiscriminadamente a los países africanos, poco importa dónde irán al final el dinero.
De hecho, el momento en el que se acumula gran parte de la deuda del continente es también en el que la Guerra Fría se juega sobre el terreno africano. Los países del Norte prestan a cambio de lealtad política y apoyo a un modelo o el otro, pagando por el servicio recibido. Es en este contexto que personajes como Mobutu Sese Seko son impulsados al frente de países como el Zaire, apoyados por préstamos de los países occidentales, indiferentes al destino del dinero prestado, pero muy interesados en frenar el comunismo en el continente africano. Líderes y gobiernos corruptos y dictatoriales aprovecharon esta ocasión para hacerse con miles de millones de dólares en aras de sus países, no para fomentar el desarrollo de los mismos, sino para llenarse los bolsillos (y las cuentas en Suiza[xi]), para fortalecer las estructuras de seguridad y represión, o para financiar proyectos faraónicos e imposibles.
Las deudas que generan estos préstamos son claramente ilegítimas, puesto que responden a las necesidades e intereses de los países acreedores, y en muchas ocasiones han sido adquiridas por gobiernos ilegítimos y utilizadas para destinos ilegítimos, sin tener en cuenta el bienestar de la población de los países deudores, que finalmente acabarán pagándola.
En la década de los 80, con el incremento de los tipos de interés, la bola de nieve de la deuda fue creciendo. El FMI y el Banco Mundial reaparecieron en escena con nuevos préstamos para superar la crisis de sobre-endeudamiento, préstamos vinculados a la adopción de los tristemente conocidos “Planes de Ajuste Estructural”. Las medidas vinculadas a estos planes incluyen: reducción de gasto y subsidios en servicios públicos básicos como salud y educación haciendo estos servicios, ya de por si insuficientes, todavía más inaccesibles a la población; la disminución de la estructura estatal con el despido de miles de trabajadores públicos, y una mayor desregulación laboral, llevando a un incremento del paro y de los índices de pobreza; la privatización de empresas públicas y la liberalización económica favoreciendo la entrada de grandes empresas transnacionales del Norte y debilitando los ya de por si frágiles tejidos industrial y empresarial locales; devaluar las monedas locales haciendo las exportaciones más baratas (disminuyendo los ingresos de divisas) y las importaciones más caras (incrementando los gastos); promover la producción de materias primeras como el café, el cacao, el cacahuete o el algodón, inundando así los mercados de estos productos, por encima de la demanda, y provocando una importante caída de precios y el consecuente deterioro de las condiciones de intercambio comercial. Se calcula que durante la década de los 80 la África Sur-Sahariana perdió hasta 12.000 millones de dólares como consecuencia de los impactos “no previstos” por el Banco y el Fondo, que hoy reclaman la deuda de estos mismos países[xii]. Pero no se consideran las deudas ecológicas y sociales que han adquirido estas instituciones y los países que las gobiernan con los países africanos por los impactos ambientales y sociales inferidos.
Actualmente, las iniciativas de alivio de deuda lideradas por el Banco Mundial y el FMI, y de las que los países de África Sur-Sahariana son los principales “beneficiarios”, vienen acompañadas por aquellas mismas políticas que agravaron la crisis de la deuda. Así, para beneficiarse de cancelaciones parciales de deuda bajo iniciativas como la HIPC (Iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados) o MDRI (Iniciativa de Reducción de Deuda Multilateral), los países deben cumplir con los Programas de Crecimiento y Reducción de la Pobreza del FMI, los cuales siguen la misma línea que los PAEs.
Carencia de servicios básicos, de recursos para infraestructuras de agua, transporte o productivas, paro, desestructuración de los tejidos industrial y productivo locales, degradación ambiental… la deuda externa es uno de los principales mecanismos responsables del deterioro de los niveles de vida en África Sur-Sahariana. Si nos preguntamos el porqué de las migraciones, la respuesta no se puede quedar en los síntomas de empobrecimiento, sino que deberían ir a la raíz, a los mecanismos que, como la deuda externa, lo generan y lo perpetúan.
¿Es el Plan África una respuesta adecuada al problema que quiere afrontar?
Dentro de este contexto de empobrecimiento, exacerbado por el sobre-endeudamiento a menudo ilegítimo de las economías africanas, se han impulsado los últimos años, desde diferentes ámbitos internacionales, planes de acción focalizados en África Sur-Sahariana. Desde el NEPAD, impulsado por un grupo de países africanos y apoyado por el G8 a través del APF (African Partnership Fund) (2003), hasta la reciente Comisión por África impulsada por el premier británico, Tony Blair (2005), pasando por los diferentes programas impulsados por la Unión Europea (el Acuerdo de Cotonou -2000-, que se complementa con los futuros Acuerdos de Asociación Económica o EPAs -2008-, y el Fondo del Banco Europeo de Inversiones para Infraestructuras -2006- entre otros iniciativas) y el Plan de Acción en África del Banco Mundial (2005). También diferentes países han impulsado bilateralmente planes de acción para África Sur-Sahariana, destacando de entre todos ellos el de China, que con una importante batería de ayudas, préstamos y acuerdos comerciales lo ha convertido en el tercer socio comercial de África (por detrás de Estados Unidos y Francia, y por delante ya del Reino Unido)[xiii]. Todas estas iniciativas comparten visión y propuestas: más inversiones extranjeras, más grandes infraestructuras, más extracción de recursos, más exportaciones… y menos inmigración.
El Gobierno español, coincidiendo con la alarma mediática provocada por el incremento de llegada de inmigrantes de África Sur-Sahariana a las costas canarias, se suma a este renacido interés por el continente africano con su Plan de Acción para África Sub-Sahariana o Plan África, aprobado en mayo de 2006[xiv]. El Plan establece 7 objetivos estratégicos diversos[xv], con una serie de medidas que cubren desde el incremento de la ayuda oficial al desarrollo y las conversiones de deuda por desarrollo, o la promoción de la inversión privada española en los sectores energético y pesquero, hasta la “cooperación” en temas de seguridad y vigilancia de las fronteras, o el impulso de procesos democráticos en la región. Pero una lectura atenta del texto nos indica, tal y como afirma Rafael Crespo del Centro de Estudios Africanos, que las verdaderas motivaciones del Plan África las encontramos, no en las necesidades ni los intereses de la población destinataria, sino en las necesidades internas del país donante, el Estado español.
La política migratoria juega un papel central en el Plan África: “dada la posición geográfica que España ocupa en la Unión Europea, se busca reforzar el control de los flujos de inmigración ilegal a través de la frontera Sur de Europa”[xvi], a través del refuerzo del control de fronteras con más fuerzas de seguridad (tanto en territorio español como africano, y tanto con fuerzas de seguridad y militares españolas como africanas), y de una serie de Acuerdos de Cooperación Migratoria y Readmisión que permita la inmediata repatriación de los inmigrantes irregulares. Esta parte del Plan es la que parece estarse aplicando con más rapidez, y el Estado español ha conseguido ya firmar acuerdos en Senegal, Guinea-Bissau, Cabo Verde, Camerún, Guinea Conakry o Sierra Leona[xvii]. Parece claro que los intereses que se busca satisfacer con esta política no se pueden leer sino en clave interna española.
El afianzamiento de la democracia, la paz y la seguridad, dentro del cual encontramos mención especial a la lucha contra el terrorismo, íntimamente ligado con el bloqueo de fronteras, son también parte de este Plan. Tal y como admite el texto de forma literal, la lucha contra el terrorismo “plantea un reto para la seguridad de España y requiere una atención específica en este Plan de Acción”, priorizándose nuevamente y de forma clara los intereses internos.
Con respecto a la priorización geográfica, su definición no parece venir apoyada en el texto del Plan por criterios o indicadores objetivos (y mucho menos por indicadores de desarrollo humano), sino por consideraciones a menudo ambiguas y subjetivas[xviii], aun cuando sí que podemos ver que aquellos países que significan oportunidades de inversión para sectores importantes en la economía española, como los hidrocarburos, la pesca o el turismo, no han sido dejados de lado.
En el ámbito del incremento de la ayuda oficial al desarrollo se siguen utilizando, entre otros instrumentos, los créditos FAD, generadores de deuda externa. También este instrumento es escogido en el ámbito de la promoción de la inversión española, junto con el incremento de la cobertura de los seguros de CESCE para cubrir riesgos a la exportación a África (también generador de deuda externa), y de otros instrumentos. No se opta, pues por romper con el ciclo de endeudamiento que, como hemos visto, mantiene África empobrecida. Respecto a la necesidad de afrontar el problema del endeudamiento, aun cuando el Plan África habla de alivio de deuda, no acierta a encontrar una salida aceptable. La propuesta incluye cancelaciones parciales y vinculadas a iniciativas como la HIPC (que cómo hemos visto antes está condicionada a la adopción de políticas económicas de corte neoliberal), y conversiones de deuda por proyectos seleccionados y ejecutados con el apoyo del Banco Mundial. No se afronta, pues, el origen ilegítimo de buena parte de la deuda africana, se ignora la necesidad de realizar auditorías, así como las demandas de la sociedad civil de cancelar de forma incondicional toda aquella deuda de los países que no pueden hacer frente a las necesidades básicas de su población.
Finalmente, choca de este Plan África lo explícito con que el gobierno español plantea que una de las prioridades del mismo es “el refuerzo y la diversificación de los intercambios económicos así como el fomento de las inversiones, sin olvidar la creciente importancia estratégica de la región subsahariana, y en particular el Golfo de Guinea, para nuestra seguridad energética y las oportunidades de negocio en el sector de hidrocarburos para las empresas españolas”. También, en el mismo sentido, es destacable la importancia que dentro del plan se da al sector pesquero, uno de los más lucrativos para la economía española: “España es uno de los principales países en actividad pesquera en África, y el más importante en el conjunto comunitario (…). Resulta prioritario garantizar un nivel adecuado de abastecimiento del mercado español, así como la actividad de las empresas armadoras de pesca y del sector naviero”.
Cuando menos, se puede agradecer al gobierno español la franqueza con que expone sus
objetivos: abrir mercados, regular el flujo de mano de obra según demanda, acallar la alarma mediática y social entorno a la inmigración, asegurar el acceso a los recursos, garantizar nuestra seguridad energética, abastecer los mercados españoles, dar oportunidades a las empresas españolas… nuevamente la clave interna se impone. Será necesario ver si el gobierno español es consciente de las contradicciones entre estos objetivos y otros también explicitados en el Plan África como la lucha contra la pobreza, el fomento del tejido económico, empresarial y productivo local, o la protección del mediambiente, entre otros.
Conclusiones
El Plan África, como hemos visto, no parece ir a la raíz de los problemas del continente, ni afronta las estructuras y mecanismos que generan el empobrecimiento y marginación que llevan a miles de personas a tirarse al mar. La promoción de las inversiones españolas a toda costa, la priorización de países y sectores importantes para la economía española, la perpetuación del endeudamiento de los países del Sur, la militarización del control de la inmigración … no parecen ser iniciativas que vayan encaminadas a fomentar el bienestar de los africanos.
[i] “El Gobierno lanza el Plan África en medio oleadas de inmigrantes”. Reuters. 19.05.2006 – 15:43h
[ii] Documento de referencia sobre el Plan África del Consejo de Ministros del 19 de mayo de 2006. La nota de prensa del mismo Consejo de Ministros afirma: “El Consejo de Ministros ha abordado hoy la llegada masiva de inmigrantes subsaharianos sin documentación a las costas canarias (…) el Ejecutivo ha aprobado las líneas de actuación del Plan África”.
[iii] “O se crea allí una zona de prosperidad o nos invaden veinte millones de africanos” afirmaba al 2004 el consejero de economía del gobierno canario, José Villalba Pérez. Citado a “Quién invade a quién. Plan África y la inmigración”, de Eduardo Romero, Cambalache, diciembre 2006 (www.localcambalache.org)
[v] El número de personas detenidas en embarcaciones a las costas de Canarias y Andalucía ha sido, según APDHA, de 18.517 al 2001, 16.670 al 2002, 19.176 al 2003, 15.675 al 2004, 11.781 al 2005 y de 40.102 al 2006. La llegada de inmigrantes irregulares en Canarias no había llegado nunca a los 10.000, y ha superado al 2006 los 30.000. “DERECHOS HUMANOS EN LA FRONTERA SUR 2006”, Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, Enero 2007.
- http://www.undp.org
- https://www.apdha.org
- http://mdgs.un.org/unsd/mdg/Resources/Static/Products/Progress2006/MDGReport2006.pdf
- Ministerio de Asuntos Exteriores
[viii] De hecho, hasta el año 2000 África pagó en concepto de servicio de la deuda más del que recibió de los países ricos en concepto de AOD. Desde el 2000 esta tendencia se está revirtiendo, por un aumento substancial de la AOD dirigida a África (el AOD en África Sur-Sahariana pasó de 13.400 millones $ en 2000 a 26.000 millones $ en 2004 y a 31.400 millones, incluyendo el AOD multilateral). Lo que nos debemos preguntar ahora es sobre la calidad de este incremento. Según el propio Comité De Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE, “si excluimos Nigeria, que recibió un alivio de deuda excepcional, la AOD al resto de países por parte de los miembros de la OCDE cayó en un 1,2% respecto al 2005”. ActionAid denunció a su informe “RealAid” que de esta AOD sólo un 39% son ayudas reales, mientras que el resto es “ayuda fantasma”, es decir, alivio de deuda, cooperación técnica y otras.
[x] “EL AFRIQUE CRÉANCIÈRE HUEVO DÉBITRICE?” Eric Toussaint, Noviembre 2003.
http://www.cadtm.org/L-afrique-creanciere-ou-debitrice
[xii] “Los Crímenes de la Deuda” Laura Ramos. Observatorio de la Deuda en la Globalización – Ed. Icaria, Col. ContraArgumentos. 2006
[xiv] El documento completo del Plan África, así como el resumen ejecutivo se pueden consultar en la web del Ministerio de Asuntos Exteriores
[xv] Objetivos Generales del Plan África:
- Contribución al afianzamiento de la democracia, lo respeto a los derechos humanos, la paz y la seguridad.
- La lucha contra la pobreza y la contribución a la agenda de desarrollo de África.
- Lo fomento de la cooperación para regular adecuadamente los flujos migratorios.
- La participación activa en el desarrollo de la estrategia de la Unión Europea en África.
- El refuerzo y la diversificación de los intercambios económicos, así como lo fomento de las inversiones, sin olvidar la creciente importancia estratégica de la región Subsahariana, y en particular el Golfo de Guinea para nuestra seguridad energética y las oportunidades de negocio en el sector de hidrocarburos para las empresas españolas.
- Lo fortalecimiento de la cooperación cultural.
- Lo incremento de la proyección política y de la presencia institucional de España en la región.
[xvi] “Quién invade a quién. Plan África y la inmigración”, de Eduardo Romero, Cambalache, diciembre 2006 (www.localcambalache.org)