Chomsky: «Bush y Kerry pertenecen a la misma sociedad secreta y representan los mismos intereses»

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Asegura que el TLC y Clinton representaron un desastre para México. Sobre Bush y Kerry: «Tenemos dos hombres que buscan el poder, ambos provenientes de sectores ricos, con poder político. Ambos tuvieron una educación privilegiada, en la misma universidad, Yale, donde fueron miembros de la misma sociedad secreta (…) Y los intereses que representan son los mismos: firmas de inversión, farmacéuticas, aseguradoras… (…) No hay grandes temas en discusión para estos comicios. Las elecciones estadounidenses son manejadas por las grandes agencias de relaciones públicas y quieren que en las elecciones la gente se concentre en cualidades, no en temas profundos…»

BOSTON, Estados Unidos(Grupo Reforma)
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«Para resolver quién sería mejor para los mexicanos como Presidente de Estados Unidos, George W. Bush o John Kerry, México tendría que saber qué es lo que quiere y hasta ahora ha errado el rumbo», afirma Noam Chomsky.

«Convertir a las maquiladoras en la punta de lanza de la economía es muy destructivo para el País a la larga. Tarde o temprano habrá otros lugares que ofrezcan mano de obra más barata, como ya sucede en China», explica el filósofo estadounidense en entrevista con REFORMA.

Es considerado el disidente número uno en Estados Unidos. Por sus encendidas críticas en contra Bush lo han acusado de ser desde traidor y antipatriota a hacer apología del terrorismo, pero nada en el trato con Chomsky lleva a pensar en una persona radical, peligrosa para la sociedad. Salvo que pensar sea peligroso.

Y Chomksy, que pasa mucho tiempo pensando aún a sus 75 años, no duda en hacer públicas sus apasionadas conclusiones.

Reconocido lingüista -su libro «Estructuras Sintácticas», de 1957, revolucionó el estudio del lenguaje como parte de la psicología y la biología-, sin embargo es más conocido hoy en el mundo entero por sus ensayos políticos y sociales.

Considerado una de las grandes figuras de la izquierda estadounidense, es invitado constantemente a foros, congresos y universidades y últimamente no ha parado de condenar la invasión de Iraq en cuanta oportunidad se le presente.

Si en la década de los 60 estaba en la primera fila de las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam, hoy sus trincheras se encuentran en un moderno edificio diseñado por el arquitecto Frank Gehry en el campus del Massachusetts Institute of Technology, en Cambridge, donde enseña lingüística y filosofía.

Lo primero que llama la atención en su oficina, dominada por un simple escritorio blanco en forma de «L» y un gran archivero metálico, es que no tiene una computadora.

El lugar, sin embargo, está repleto de libros en dos bibliotecas de pared, en los umbrales de las tres ventanas, en el piso y hasta en su escritorio, donde compiten por el espacio con fotos de su esposa, Carol, sus hijos, Diane, Avi y Harry, y sus nietos.

Entre los libros se puede encontrar cualquier cosa; hay de lingüística, ciencia política, historia, leyes laborales, sociología, propios y ajenos, en inglés y en varios otros idiomas. La amplia oficina está decorada con un par de pequeñas palmeras que todavía mantienen el precio en sus macetas.

Dos son los asistentes que en oficinas contiguas responden los 200 e-mails diarios con invitaciones y pedidos de entrevista que recibe Chomsky. Son ellos quienes le sacan cita en el médico, le recuerdan las citas con su mujer y le organizan las presentaciones sobre alguno de sus libros best sellers, «Secretos, mentiras y democracia», «Estados canallas», «11 de septiembre» y «Hegemonía o supervivencia: la búsqueda estadounidense del dominio mundial».

Él llega vestido con jeans, camisa azul gastada, tenis blancos, anteojos de marco grueso y un antiguo reloj digital Casio en la mano izquierda. Le gusta la propuesta de REFORMA de hacer una radiografía de Estados Unidos hoy, a pocos meses de las elecciones presidenciales; una suerte de Estado de la Unión y la relación de este país con su vecino del sur, México.

Durante la casi hora que durará la entrevista, sin embargo, su voz monocorde no pierde jamás el tono, aunque sus comentarios seguramente enfurecerían a más de uno.

Cómo lingüista, ¿cómo describiría hoy el Estado de la Unión en una palabra?

Inquietante. Pronto hay una elección que ilustra uno de los problemas del país. Vemos grandes diferencias si comparamos estos comicios con otros en países occidentales. Tomemos al segundo país más grande del hemisferio occidental, Brasil, que no hace mucho tuvo elecciones. El Presidente Lula da Silva fue llevado al poder por organizaciones masivas de trabajadores, trabajadores rurales, asociaciones profesionales, y eligieron a una persona que viene de esas mismas filas, un sindicalista metalúrgico que no tuvo casi educación formal, que atravesó barreras tremendas; una persona muy impresionante debo decir. Y un país donde hay muchas desigualdades, a diferencia de Estados Unidos.

Sin embargo, tuvieron éxito en llevar a una persona como Lula al poder; el que ahora no pueda hacer nada es otra cuestión. Pero fueron unas elecciones democráticas, en las que participó la mayoría del pueblo.

Ahora pasemos a noviembre del 2004 aquí. Tenemos dos hombres que buscan el poder, ambos provenientes de sectores ricos, con poder político. Ambos tuvieron una educación privilegiada, en la misma universidad, Yale, donde fueron miembros de la misma sociedad secreta, una sociedad secreta que entrena a los miembros de la élite para tomar posiciones de gran poder en este país y en el mundo. Y los intereses que representan son los mismos: firmas de inversión, farmacéuticas, aseguradoras y grandes corporaciones. Representan a una pequeña fracción de la población que tiene un poder económico sobrecogedor.

No hay grandes temas en discusión para estos comicios. Las elecciones estadounidenses son manejadas por las grandes agencias de relaciones públicas y quieren que en las elecciones la gente se concentre en cualidades, no en temas profundos como el sistema de salud, que es el problema más importante que tiene Estados Unidos hoy, pero está totalmente fuera de la agenda porque la industria farmacéutica y las aseguradoras no lo permitirán.

No importa que el 80 por ciento de la población quiera un seguro médico como tiene la gente en otros países desarrollados. Así que seguiremos estancados con el sistema médico más ineficiente del mundo, con costos mayores a los de cualquier otro país.

¿No ve una oportunidad de cambio entonces en las elecciones?

Sí, pero esto es lo que pasa hoy. La industria de las relaciones públicas entrena a los candidatos para proyectar cualidades con las que la gente se pueda identificar, como «soy un líder fuerte», o «soy una persona común», cosas así. Este es el panorama que tenemos en Estados Unidos: dos personas con el mismo pasado de riqueza y privilegios, la misma historia de élite, apoyado por las mismas instituciones y sin los temas importantes que sean discutidos. Esto es característico de la política estadounidense.

Pero por otra parte, Estados Unidos no es Luxemburgo, es el país más poderoso del mundo, con un presupuesto militar casi igual al del resto de los países combinados. Y es una nación que utiliza su poder agresivamente, no tiene mucha consideración por otros países.

Encima, Estados Unidos resulta ser una de las sociedades más fundamentalistamente religiosas del mundo. La proporción de la población que tiene creencias religiosas extremas es impresionante; la mitad de la población cree que el mundo fue creado hace 6 mil años, o cree en milagros. No creo que uno encontraría cifras así ni en Irán. Si todo esto pasara en Luxemburgo, no importaría mucho; pero cuando sucede en el país más poderoso y rico del mundo, tiene grandes consecuencias, e importa porque implica el declive de la democracia popular, los temas que le importan a la gente no son considerados en la arena electoral. Y la gente en el poder, que representa a intereses corporativos estrechos, está dispuesta a explotar cínicamente esta masiva base de extremismo.

Es un escenario muy pesimista…

No necesariamente, porque hay mucha gente que piensa progresivamente en estos temas. El problema es que en Estados Unidos hay básicamente un sistema unipartidista, el partido de los negocios, que tiene dos facciones, muy parecidas pero con algunas diferencias. Y esas diferencias importan en relación a las políticas que implemente. Esa será la elección que se realizará en los comicios, pero los intereses de la gente no estarán reflejados en la elección.

¿No es eso pesimismo?

Es pesimista con respecto a las elecciones.

¿Por qué la gente no es más crítica del sistema?

La gente es crítica. Existe una actitud popular muy crítica, como la que había durante la Presidencia de Reagan. Reagan fue un Presidente extremadamente impopular, no como se le quiere recordar hoy.

¿Hacia dónde va Estados Unidos entonces?

La pregunta es si Estados Unidos puede lograr una cultura democrática como tenía en el pasado. Y es mucho más fácil lograrlo nuevamente aquí que en un país como Brasil. Por eso soy optimista.

¿No cree que lo que Estados Unidos tiene ahora es una democracia?

Es una democracia formal. Tiene formas democráticas, pero no hay participación popular. Es lo que los politólogos llaman una poliarquía, un Gobierno de élite con ratificación pública. Pero el sistema está conscientemente diseñado para evitar la participación democrática.

La participación democrática es vista como un gran peligro por las élites y por una buena razón: si vemos las encuestas, donde se expresan las actitudes públicas, hay gran oposición a las políticas del Gobierno de élite, como sucede en el caso del seguro médico. Por lo tanto hay que marginalizar al público.

En México se hace con violencia, a través de la corrupción y la represión. Aquí se utilizan otros métodos, como la propaganda, la publicidad, explotando el miedo al terrorismo. Estas formas de manipulación han sido convertidas en todo un arte en este país.

¿Cree que México sigue siendo un país represivo?

Históricamente lo es. Y la Policía sigue teniendo una imagen de brutalidad.

¿Nota en Estados Unidos un movimiento popular creciente contra el sistema?

No para estas elecciones. Pero las elecciones no son más que una parte muy pequeña de la democracia. En un país con cultura democrática hay participación constante diaria en la planeación, los programas de Gobierno, en empujar ideas, presionar para que se las implemente y sean exitosas. En una democracia saludable, las elecciones no son el centro del sistema.

Entonces para usted ambos son lo mismo para Estados Unidos…

No, no creo que sean exactamente lo mismo. La gente que rodea a Bush, por ejemplo, está decidida a desmantelar toda legislación progresista que logró este país a través de duras luchas en el siglo pasado. Quieren deshacerse del sistema de impuestos, quieren terminar con los beneficios a trabajadores y jubilados.

Quieren un Estado muy poderoso y quieren que el Estado sirva a los intereses de los ricos. En tanto, la gente de Kerry está menos comprometida con esa visión. Preservarían más elementos de la estructura social demócrata del país. Esas son algunas diferencias.

Y en cuanto a política exterior, ¿qué diferencias ve?

Internacionalmente, la gente de Bush es extremadamente peligrosa. Llevan adelante políticas que son un riesgo para todo el mundo. Están convencidos de los beneficios de utilizar la fuerza y la violencia. Prefieren políticas confrontacionales que pueden causar grandes desastres, ya lo han hecho en Iraq. Sus políticas han incrementado significativamente la amenaza del terrorismo en el mundo.

Estoy seguro de que Osama bin Laden, esté donde esté, debe estar ansioso porque Bush sea reelecto; es el mejor socio que puede tener en el poder; todo lo que hace aumenta el sentimiento antiamericano y lleva a más personas a sumarse a las filas terroristas o financiar sus actividades.

Además, ésta gente lleva adelante programas armamentistas muy peligrosos para todo el mundo.

¿Quién será mejor para México: Bush o Kerry?

Hay que preguntarle a los mexicanos. ¿Fue el TLC bueno para México? Hay que analizar si las políticas neoliberales de los 90 fueron buenas para México; es una cuestión complicada. Si vemos los efectos de las reformas neoliberales y del TLC en el nivel de ingreso real de los mexicanos vemos que se ha deteriorado. ¿Cuál fue el efecto en los negocios mexicanos? Vemos que la inversión disminuyó. ¿Cuál fue el impacto en los campesinos mexicanos? Fueron sacados de sus tierras. Hay un cierto nivel de crecimiento, no como el de los años 50 y 60, pero algo de crecimiento aunque es muy desigual. Creo que para el mexicano común, la situación se ha deteriorado. El número de gente en la economía informal se incrementó.

¿Cree que el TLC fue perjudicial para México?

En términos generales los efectos han sido dañinos. Convertir a las maquiladoras en la punta de lanza de la economía es muy destructivo para el país a la larga. Tarde o temprano habrá otros lugares que ofrezcan mano de obra más barata, como ya sucede en China, y más adelante será Bangladesh o la República Centroafricana o cualquier otro país. Eso lleva hacia el fondo, no al desarrollo una economía fuerte. Las maquiladoras tienen muy poca interacción con el resto de la economía.

Una de las banderas de los defensores del TLC es que el comercio entre Estados Unidos y México se incrementó, pero si vemos el tipo de comercio que aumentó su constitución es muy informativa.

Es cierto que hay más bienes que cruzan las fronteras, pero ¿qué son? Antes del TLC las transacciones intracorporativas, dentro de una misma corporación, eran 50 por ciento de lo que se llama comercio y ahora son más de dos tercios de lo que se marca como comercio. Entonces, ¿qué es realmente ese comercio? Si General Motors fabrica partes en Indiana y las envía a México para ser ensambladas y luego las envía a Nueva York para ser vendidas, eso es considerado comercio en ambas direcciones. Pero ni Adam Smith lo llamaría comercio. ¿Es bueno eso para los mexicanos, o para las compañías que ahorran costos? Así que antes de preguntar quién sería mejor para México, si Bush o Kerry, habría que preguntarse en México qué es lo que se quiere. ¿Fue Clinton bueno para México? ¿Es el TLC lo que se esperaba?

¿Y qué piensa de las reformas migratorias de Kerry y Bush?

Creo que están sujetas a las mismas presiones, y son presiones conflictivas. Debemos recordar que cuando se instituyó el TLC también se puso en marcha la Operación Gatekeeper. Clinton presentó un programa para militarizar la frontera, que antes había sido una frontera más o menos abierta. Clinton entendía que el TLC traería un desastre económico en México y eso provocaría un enorme flujo de inmigrantes hacia el Norte; por eso decidió militarizar la frontera.

Pero por otra parte hay presiones dentro de Estados Unidos para traer mexicanos, de la industria agrícola, por ejemplo, que necesita mano de obra barata que pueda explotar. Los consumidores estadounidenses se beneficiaron de la destrucción de la agricultura mexicana de varias maneras; por una parte se benefició la industria agrícola local, que está altamente subvencionada por el Estado, y además es más fácil ahora conseguir mano de obra barata, lo que reduce el precio de los productos.

Pasando a otro tema, Iraq, ¿cree que los iraquíes están mejor ahora?

Están mejor que bajo el régimen de Saddam Hussein, pero esa no es la cuestión. Si las sanciones hubieran sido eliminadas muy probablemente los iraquíes hubieran destituido a Saddam ellos mismos y estarían administrando su propio país, y no lo tendrían gobernado por Estados Unidos, que es lo que está sucediendo.

Si la idea era deshacerse de Saddam Hussein, se podría haber dejado a los iraquíes libres de hacerlo ellos mismos, como hicieron los rumanos con Ceaucescu, como los indonesios se deshicieron de Suharto, o los filipinos de Marcos.

Hay que recordar que la gente que está hoy en el poder en Washington apoyó a una larga serie de asesinos, incluido Saddam Hussein. Y cada uno de ellos fue destituido desde dentro. Lo que evitó que Saddam cayera fueron las sanciones impuestas que devastaron a la población civil y la volvieron dependiente del Gobierno para su subsistencia.

¿Piensa que Saddam Hussein tendrá un juicio justo?

Por supuesto que no. Creo que un juicio justo para la mayoría de los iraquíes sería que Saddam sea juzgado junto también a los líderes estadounidenses y británicos. Eso sería justicia de verdad. Y no solamente Bush y Blair, también Clinton, que es responsable de la muerte de cientos de miles de iraquíes.

¿Naciones Unidas se ha vuelto irrelevante?

No más de lo que siempre lo ha sido. La ONU no es un actor independiente; siempre ha actuado de acuerdo a los límites que le permiten las potencias más fuertes. Así que la ONU sólo actuará mientras Estados Unidos y su cliente británico se lo permitan. Si la bloquean, no hay nada que la ONU pueda hacer. Y no solamente en el caso de Iraq; tomemos también el ejemplo de Israel y Palestina. La enorme mayoría del mundo está a favor de un acuerdo diplomático para resolver el conflicto entre israelíes y palestinos, y hay consenso de que debería haber dos Estados con fronteras reconocidas. Pero no avanza porque Estados Unidos no lo permite.

¿Cómo puede hacer Estados Unidos ahora para salir de Iraq?

No creo que quiera salir. Si no quisiera estar ahí no se habría metido en primer lugar. La razón principal de la guerra era establecer bases militares y tener un Estado subsidiario en el corazón energético del mundo. Nunca Iraq había sido considerado una amenaza terrorista.

Usted ha escrito que Iraq es sólo un primer paso en la expansión militar de Estados Unidos…

Sí, creo que si la guerra en Iraq hubiera sido exitosa Estados Unidos estaría pensando ahora en invadir los Andes, desde Venezuela hasta Bolivia, una zona clave para controlar el narcotráfico.

Iraq debería haber sido la ocupación militar más fácil en la historia, pero se las han arreglado para cometer tantos errores que no ha sido éxito. Ahora resulta que la resistencia a esta ocupación es más fuerte que la que había contra los nazis en la Francia ocupada.

Hace poco estuve con un funcionario de una agencia de asistencia humanitaria que estuvo trabajando todo este tiempo en Iraq y me dijo que nunca había visto una combinación de tanta arrogancia, incompetencia e ignorancia como en lo que está haciendo Estados Unidos allí. Por suerte, la arrogancia, incompetencia y la ignorancia no son características nacionales, sino características sólo de nuestros líderes, que resultan ser además unas personas muy violentas, agresivas y peligrosas. Por suerte no tuvieron éxito en Iraq, si no ya estarían pensando en seguir con los Andes, Siria, Irán y quién sabe dónde más. En Iraq no permitirán ahora una soberanía plena, es inconcebible.

Un Iraq verdaderamente independiente primero sacaría a las tropas estadounidenses de ahí, luego se armaría, buscaría el liderazgo en el mundo árabe y enfrentaría al verdadero enemigo, Israel.

Nota Publicada: 15/7/2004