Egipcio, jesuita, profesor de Historia de la cultura árabe y de islamología en Beirut y en Roma, el padre Samir Khalil es hoy en día uno de los mayores especialistas en relaciones entre cristianismo e islam.
José Angel Agejas y Pablo Cervera
Revista Id Y evangelizad, nº42
– ¿Cree que los musulmanes pueden cambiar el modo que tienen de vivir su religión musulmana?
– Sí, siempre y cuando Europa se afiance en defender su identidad y la carta universal de los derechos humanos. Esa carta es universal, no como la que hace unos años hicieron algunos países musulmanes, una carta musulmana de los derechos humanos. Con esa identidad, Europa puede tener apertura. Y los musulmanes han de aceptar vivir aquí en las condiciones de Europa, no viniendo a promover en el viejo continente un proyecto musulmán utilizando el esquema tolerante europeo, que está muy extendido entre los musulmanes. Europa es estúpida si no ve eso, si no se da cuenta de que pueden usar la tolerancia para islamizar el continente.
– ¿Cómo se islamiza una sociedad no islámica?
Cuando van adquiriendo fuerza social, los musulmantes exigen que las leyes les reconozcan como minoría distinta, y cuando de una minoría de un cinco o diez por ciento llegan a tener ya la presencia de un treinta por ciento, como el caso de Malasia o de Mindanao en Filipinas, exigen la islamización de la sociedad. Y cuando el islam ha ido adquiriendo zonas de poder e influencia, nunca retrocede. España ha sido el único caso de la Historia. La única posibilidad que yo veo de modernizar el islam es que cuando las siguientes generaciones de inmigrantes en Europa vean que pueden vivir su fe sin modificar el marco social y político, acepten esa posibilidad.
– ¿Cómo vive la minoría cristiana en un país musulmán?
– La religión islámica está pensada magníficamente como control social y político. La convivencia es siempre como minoría y con la tendencia a desaparecer, aunque algunos líderes islamistas están dándose cuenta de que es negativo para ellos. Los cristianos árabes somos plenamente árabes, aunque no compartamos la fe musulmana. Somos más libres que los musulmanes, puesto que podemos aportar una mirada crítica sobre la realidad. Actualmente nos ven como posibles aliados o espías de Occidente, y nos dirigen las mismas acusaciones que dirigen al imperialismo occidental. La línea del entendimiento con ellos, que es la de Juan Pablo II, es la de la defensa de los derechos humanos, de la justicia social. En materia social hay un profundo entendimiento entre musulmanes y cristianos, porque hay una visión del hombre coincidente en muchos elementos.v