«Preservativo» no equivale a «sexo seguro», advierte el cardenal López Trujillo, Presidente del Consejo Pontificio para la Familia .Yo simplemente quise recordar al público, secundando la opinión de un buen número de expertos, que cuando el preservativo es empleado como anticonceptivo, no es totalmente seguro, y que los casos de embarazo no son raros. En el caso del virus del SIDA –el cual es cerca de 450 veces más pequeño que un espermatozoide– el material de látex del preservativo obviamente ofrece una seguridad mucho menor. Algunos estudios revelan que la permeabilidad de los preservativos puede llegar al 15% o aún al 20% de los casos.
CIUDAD DEL VATICANO, 6 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Por su interés, publicamos a continuación la entrevista que el cardenal Alfonso López Trujillo concedió el pasado 11 de octubre a Radio Vaticana. En ella el purpurado colombiano denuncia la ineficacia del preservativo en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual o como anticonceptivo.
El cardenal López Trujillo es presidente del Consejo Pontificio para la Familia.
–Por favor, ¿puede definir su posición exacta, tal como lo explicó a la BBC, en lo concerniente a la ineficacia del uso de preservativos para prevenir la expansión del SIDA?
–Cardenal López Trujillo: Acerca de mis declaraciones en una reciente entrevista en el programa de Televisión de la BBC «Panorama» respecto al uso de condones para prevenir la expansión del SIDA, quiero declarar lo siguiente:
Pensaba que el tema era mejor conocido. En cambio, estoy sorprendido con algunas de las reacciones. Esto es más curioso aún si se tiene en cuenta que el programa todavía no ha sido transmitido. El tema del «sexo seguro» ha sido tratado en varios estudios científicos. Entre mis preocupaciones estaba mi intención de no desorientar a las personas, especialmente a la juventud, al hacerles creer que hay «seguridad», cuando de hecho la seguridad aún no ha sido probada. ¡Cuántos jóvenes han tomado el camino de la promiscuidad, empujados por hipótesis falsas, y han caído víctimas de esta pandemia! Esto implica una responsabilidad muy seria.
En la entrevista de una hora que concedí a la BBC acerca de diferentes temas con respecto a la familia y a la vida, una pregunta se dedicó al «sexo seguro». Afirmé lo siguiente: Uno no puede hablar realmente de «sexo seguro», llevando a la gente a creer que el uso de preservativos es la fórmula para evitar el riesgo de VIH, y de esta forma vencer la pandemia del SIDA. Tampoco se puede llevar a la gente a creer que los preservativos proporcionan una seguridad absoluta. No se dice que hay un porcentaje grave de riesgo de contraer no solamente SIDA, sino también diferentes enfermedades transmitidas sexualmente, y que el porcentaje de fracaso es bastante alto.
–¿De qué investigación científica se ha valido usted para hacer esta afirmación?
–Cardenal López Trujillo: Hay publicados muchos estudios que hacen surgir dudas fundadas respecto a la «seguridad» del uso del preservativo. Jacques Suaudeau, doctor en Medicina, quien ha seguido de cerca el debate y el problema del SIDA en África, tiene un importante artículo en nuestro «Lexicon» lleno de anotaciones bibliográficas acerca del tema. Nosotros recibimos también noticias de un estudio-informe de grupos que representan a 10.000 doctores que acusan al «Centre for Disease Control» (CDC) en los Estados Unidos de ocultar la investigación del propio gobierno, la cual mostraba la «ineficacia de los preservativos para prevenir la transmisión de enfermedades sexualmente transmisibles». Este informe del «Catholic Family and Human Rights Institut» (un grupo en Nueva York que controla los temas de la ONU en relación con la familia y la vida) manifiesta además que el rechazo del CDC a reconocer este hecho «ha contribuido a la epidemia masiva de enfermedades de transmisión sexual».
–¿Cuál es su comentario acerca de la respuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS)?
–Cardenal López Trujillo: Yo no he visto repuesta alguna de la OMS, y esto no parece extraño, dado que el programa aún no ha sido transmitido. De cualquier manera, la OMS tiene un trabajo meritorio en el tratamiento de muchas enfermedades. Pero respecto al preservativo, ellos deberían emprender estudios científicos serios y tomar un camino más eficaz, antes que asumir riesgos. Por ejemplo, la distribución de preservativos a niños y adolescentes en sus conocidas campañas constituye una grave responsabilidad.
Yo simplemente quise recordar al público, secundando la opinión de un buen número de expertos, que cuando el preservativo es empleado como anticonceptivo, no es totalmente seguro, y que los casos de embarazo no son raros. En el caso del virus del SIDA –el cual es cerca de 450 veces más pequeño que un espermatozoide– el material de látex del preservativo obviamente ofrece una seguridad mucho menor. Algunos estudios revelan que la permeabilidad de los preservativos puede llegar al 15% o aún al 20% de los casos. Siendo así, hablar del preservativo como «sexo seguro» representa un tipo de «ruleta rusa». Y ello sin considerar otras posibles razones para el fallo del preservativo, tales como la degradación del látex debido a la exposición solar y al calor, así como la rotura o el resquebrajamiento.
–¿Qué recomienda entonces la Iglesia Católica en la lucha contra el SIDA?
–Cardenal López Trujillo: La Iglesia comprende las dificultades y angustias de la gente, pero no puede quedarse callada. Precisamente los valores morales de la fidelidad mutua de los esposos, así como la castidad, ya de por sí proporcionan una verdadera protección y son conformes al ser humano y al sexo responsable, en contraposición al sexo frívolo.
La Iglesia vive de cerca el drama que sufren muchas familias y personas. Hoy tenemos muchos centros para los enfermos. Hay también numerosos institutos de investigación. Hay muchas casas donde generosamente se cuida a los enfermos en fase terminal. Yo creo que no hay país en el que la Iglesia no tenga este servicio.
Muy importante: nosotros ayudamos a muchos huérfanos cuyos padres han muerto debido al SIDA. Donde hay fidelidad conyugal, la promiscuidad –que es la principal causa de la propagación de la enfermedad– está superada. Donde hay una adecuada orientación respecto a la sexualidad, una comprensión de la castidad, ciertamente se pueden superar los riesgos. Siendo así, la Iglesia invita a todos a la formación en los valores, especialmente a la juventud, y respecto de los deberes de la familia, lo cual constituye la única solución verdadera al problema. Algunos dicen que esto no es realista. Pero yo creo que el reto más serio es educar en y para el amor.
Todo esto requiere una visión elevada del hombre y de la mujer, de la fidelidad en el matrimonio y de la educación sexual, en virtud de la cual sea tenido en cuenta el aspecto moral del problema. Las instituciones que distribuyen preservativos a los niños y en las escuelas públicas son gravemente irresponsables. Los padres deberían reaccionar, ejercer su derecho a defender a sus hijos de manera que éstos no sean atacados por este violento tipo de interferencia en su mundo de inocencia.
Aun contemplando el problema sólo desde el punto de vista de la higiene, sin considerar la totalidad del problema moral, propongo que los Ministerios de Salud exijan en los paquetes de preservativos y en la publicidad, así como en los aparatos o estanterías donde son exhibidos esos productos, la inclusión de la advertencia de que el preservativo no es seguro. Esto se ha hecho desde hace tiempo con los cigarrillos, advirtiendo de que el filtro no garantiza la protección.