Uno de los más atroces, execrables e inhumanos dramas en los que está inmersa la infancia, y que aumenta cada día, es la explotación sexual. El uso de niños y niñas, cada vez más pequeños alimenta un negocio, un comercio de seres humanos, que mueve millones de dólares …
Desde hace algunos días se está hablando mucho, en diferentes medios, sobre la película Sound of Freedom, en la que se denuncia esta lacra. Y que en palabras del argentino Juan Carlos Monedero, filósofo y escritor “es un film único en su género ya que retrata de manera muy frontal una problemática que, en el mejor de los casos, otras producciones toman como una ficción… pero aquí es la historia real de Tim Ballard, su heroísmo (pues él va más allá de su deber) y la compleja red de complicidades y omisiones que hace posible esta organización criminal que es el tráfico sexual de infantes”.
Al mismo tiempo el escritor, en una entrevista de la que tomaremos algunas de sus aportaciones, considera que “es un filme que hará mucho bien, porque nos ilustra sobre un sub-mundo, respecto del cual nuestra comodidad burguesa nos invita a ignorar una y otra vez. Es muy saludable que esta faceta del crimen organizado -poco conocida porque poco se habla de ella- quede expuesta y totalmente al desnudo”.
Según algunos articulistas, los creadores y el propio actor protagonista han tenido serias dificultades para llevar a cabo su producción con amenazas por parte, de los que se benefician de este negocio y de aquellos que temen no poder cubrir sus más depravadores instintos.
Y es que, en estos negocios están implicados, no solo las mafias que arrancan las vidas de los niños, sino también “consumidores”, agencias de viajes, redes sociales, medios de comunicación, especialmente internet que, desde sus inicios, contribuyó a un aumento exponencial de la pornografía, la pederastia, y en definitiva, la trata de personas para estos fines de explotación sexual.
Las vidas de estos niños han sido arrancadas y arrastradas a la pobreza y la miseria por un neocapitalismo que los trata como objetos de usar y tirar. Son los descartados, como los denomina el Papa Francisco. Un neocapitalismo que crea víctimas y verdugos.
Pero también un imperialismo cultural que tiene como uno de sus objetivos la inmersión en una cultura que destruye la dignidad de la persona humana a través de diferentes planteamientos e ideologías, y que no escatima en medios para conseguir sus objetivos. Un escenario de guerra en la que pretende implicar a toda la humanidad (empobrecidos y enriquecidos).
En este sentido, y volviendo a la citada película, sus creadores, en opinión de Monedero, “a pesar de ser un tema tan duro y teniendo en cuenta que actúan gran cantidad de niños, Sound of Freedom ha logrado recrear la oscura atmósfera del tráfico sexual sin ofender la dignidad de sus actores”. Afirma que “el tema ha sido tratado con mucho pudor ya que son demasiadas las producciones audiovisuales (películas, series) que ofenden la dignidad –particularmente la dignidad sexual- de las personas, al exponer su secreto, su cuerpo. El filósofo defiende que cuando un cuerpo femenino desnudo se convierte en algo que cualquiera puede ver por menos de 1 dólar (que es lo que cuesta una conexión a internet en un local) pierde totalmente su valor -incluso su valor simbólico, ese que nos deslumbra- y queda reducido a un mero “trozo de carne”.
“Por otra parte continúa tampoco se hace un uso excesivo de escenas violentas, algo que está creciendo en las producciones audiovisuales en general. Algo según J.Carlos M.- totalmente innecesario pero que forma parte de un programa destinado a bestializarnos. Entiendo yo que, se ha evitado una producción cinematográfica “espectacular” para que la atención del público no se desvíe de lo esencial: existe una red mundial de tráfico, explotación y esclavitud sexual de niños”.
En la entrevista el periodista incide en que “esta película martillea en la línea de flotación de un tema delicado, condenando con contundencia la pedofilia, frente a otras películas como Cuties… o programas de televisión argentinos como Bailando por un Sueño Kids, que la fomentan, a lo que J.C. Monedero responde que éstos son productos de grandes focos de corrupción y que hoy existe un sinfín de empresarios, animadores, cantantes, ideólogos, políticos, etc. que trabajan –por ahora con bastante prudencia y disimulo- por borrar esa línea. Y esa, denuncia, es la tendencia en Disney y en plataformas como Netflix…
Y sigue defendiendo que, “en cierto sentido, todo pecado es un pecado contra la niñez. Pero contra la niñez en un sentido muy particular: la propia. Entiendo que por eso, supo decir el Padre Leonardo Castellani: «Hay un sólo pecado realmente…matar igual que Herodes al niño Dios en mí». En un sentido místico, si se me permite, toda falta a la ley de Dios constituye una forma de atentado al niño que hemos sido hace muchos años. …Y por eso es definidamente demoníaco el crimen y el delito que toca lo más sagrado que hay: la infancia. El tráfico y esclavitud de los niños es el colmo pero hay muchas otras prácticas y actividades, como por ejemplo la ESI (Educación Sexual Integral), que participan de un grado de perversión semejante. Ganar dinero corrompiendo a los menores de edad, como hace Disney y Netflix, ya casi no admite palabras”.
Como también es una perversión que, dentro de la política, prostituida ésta en los brazos de este imperialismo y, en defensa de la mal utilizada “libertad sexual”, muchos partidos inician sus intentos de normalizar la pedofilia. Un ejemplo lo hemos tenido recientemente en España, en concreto, a través del Ministerio de Igualdad traducido en que los menores de edad tenían derecho a poder consentir relaciones sexuales con mayores de edad.
“Debería, afirma el filósofo, estar penado por las legislaciones de los países. … Por desgracia, no hay un “Defensor de la Infancia” que tenga el poder para esto. Sí hay, en cambio, una Policía del Pensamiento de matriz orwelliana que vigila que nadie hable contra la ideología de género, contra el aborto, contra la cultura de la muerte, … Ahí sí funciona la censura y la represión del pensamiento. ¿Y con la inocencia de los niños? Con su inocencia no, destrúyanla, hagan lo que quieran. Es lo que está pasando”.
Con toda probabilidad y haciendo uso de diferentes artimañas, esta película en forma de denuncia será censurada. En palabras del periodista J. Navascués “es muy indignante, aunque esperable la censura de YouTube… y que se castigue denunciar la aberración, mientras la aberración queda impune…”
Para finalizar la entrevista aludida, el periodista le pregunta ¿Qué mensaje final nos puede dejar? JC Monedero aporta lo siguiente:
“Hay que aprovechar el impulso de Sound of Freedom,… e ir más allá del filme. Lo cierto es que la gente se puede alarmar más por lo que se denuncia en la película… pero no por las clases de ESI -en las narices de los padres-, no por el impacto de la industria de la música en la mente de sus hijos. Es espantoso que un niño sea secuestrado y raptado, pero también que sea sexualizado por letras de canciones grotescas e indecentes. Maldito sea el secuestrador de menores de edad, pero, ¿no merece una buena maldición también aquellos que se lucran matando la inocencia de adolescentes?… Finalmente, comenzar a explorar los vínculos entre esta red mundial de esclavitud sexual y los políticos, los centros de poder financiero, las grandes multinacionales, los dueños de los medios de comunicación, etc. El caso Epstein es un ejemplo. Pero hay que llegar hasta el fondo, volver transparente lo oscuro, caiga quien caiga y cueste lo que cueste”.
Está en nuestras manos, en nuestro corazón y en nuestras conciencias poder terminar con estas lacras: el asesinato de la infancia y la manipulación de las conciencias. Sólo desde la asociación libre y responsable, sólo desde la solidaridad podremos caminar hacia un mundo más humano, que defienda al más débil, en este caso la inocencia de un niño. Todos responsables de todos o todos seremos esclavos.
Resumen de Marina P.