La esclavitud fue para Roma lo que el Tercer Mundo es para nosotros, pero hoy somos conscientes de esa injusticia: la diferencia la marca el cristianismo..
LA VANGUARDIA
09-02-2005
TOM HOLLAND, FILÓSOFO DE LA HISTORIA; AUTOR DE ´RUBICÓN´ Tengo 37 años. Nací en Oxford, donde me doctoré con honores. Casado, dos hijos. He votado por los tres grandes partidos británicos: soy infiel a sus líderes para ser fiel a los ciudadanos. La esclavitud fue para Roma lo que el Tercer Mundo es para nosotros, pero hoy somos conscientes de esa injusticia: la diferencia la marca el cristianismo
Para convencer a mi editor de que me publicara algo tan original como… ¡la historia de Roma!, le dije que el fin de la guerra fría nos retorna al imperio global: Roma.
-Es una analogía fácil…
-Pero fundada: la división de la ex Yugoslavia, por ejemplo, coincide con la frontera que fija Diocleciano entre el imperio romano de Oriente y el de Occidente.
-«Nihil novo sub solem».
-Y cuando yo escribía del rey Mitriades…
La esclavitud fue para Roma lo que el Tercer Mundo es para nosotros, pero hoy somos conscientes de esa injusticia: la diferencia la marca el cristianismo |
-¿Mitriades?
-Invadió lo que hoy es Turquía. Su obsesión era humillar a Roma. Asesinó a más de 80.000 romanos en una sola noche. Yo estaba escribiendo sobre Mitriades cuando la radio anunció el atentado de las Torres Gemelas y la historia de Mitriades me pareció…
-Candente actualidad.
-Sí, porque cuanto más muscular es la política norteamericana, más se parece a la República Romana. Y tal vez al futuro: recuerde que fue la obcecación de Roma con Oriente Próximo lo que arruinó la República.
-¿Abarcaron demasiado?
-La globalización embriagó a los romanos y a los filósofos griegos, como Posidonio, que idearon la coartada moral para su expansión. Posidonio fue para Roma lo que Fukujama para Washington: teorizó el fin de la historia. Nada podía ser mejor que la pax romana y, por tanto, nadie iba a cambiar ese orden mundial. Se acabó la historia.
-Bueno, ha durado un poquito más…
-Los romanos creían a pies juntillas que cuando sometían a lejanas tribus estaban simplemente defendiéndose. Y Posidonio alumbra la teoría del ataque preventivo mucho antes que los neocon y Rumsfeld.
-¿Los invadidos estaban de acuerdo?
-Pensaban que los romanos estaban locos y algo había: lo vemos al analizar la psique de los romanos que dominan el mundo.
-¿Engordaban sin tasa? ¿Psicoanálisis?
-Se vanagloriaban de dominarlo, pero temían el castigo de los dioses por volar tan alto. Era una mezcla que nos resulta familiar de orgullo, ansiedad y miedo…
-Los Asustados Unidos de América.
-Todos los occidentales sentimos hoy esa ansiedad culpable ante el Tercer Mundo, que son nuestros esclavos de hoy, pero con una diferencia fundamental.
-¿Las ONG?
-Los romanos sometían a sus esclavos sin sentir la mínima empatía por su sufrimiento. Al contrario: la sumisión esclava afirmaba su superioridad de ciudadanos libres.
-¿Y acaso nosotros no sentimos la misma superioridad respecto al Tercer Mundo?
-Somos moralmente mejores, porque somos conscientes de lo injustos que somos con el Tercer Mundo. Y sabemos que el hambre es inmoral, porque entre los romanos y nosotros está Cristo. La compasión por el débil es aportación absoluta de la cristiandad.
-Los cristianos también matan y roban.
-Cometen crímenes, sí, pero créame: ni la mitad de salvajes que antes de Cristo.
-¿Se ha convertido usted?
-Estudiar la Roma clásica me hizo cristiano. Y me obliga a replantearme mi fe.
-¿Espartaco fue prerrojo o precura?
-Es un comunista avant la lettre.
-¿Y sus discípulos?
-Los esclavos rebeldes no querían acabar con la esclavitud, sino ser libres para esclavizar a otros. En cambio, Espartaco predica contra la esclavitud la igualdad entre los hombres: apasionante. Lástima que todas las fuentes que tenemos sobre él sean romanas.
-¿Por qué surge y por qué decae Roma?
-La moral romana conquista el mundo y nace cuando una tribu bárbara les sorprende y les saquea y huyen. Es tan denigrante que Roma adopta la noción mafiosa de honor.
-Ya no le toserá nadie.
-Ahí está el germen de la guerra preventiva: desde esa humillación, no tolerará que nadie, cerca o lejos, tenga la capacidad de atacarla jamás. Así conquistan el mundo.
-También tenía sus ejes del mal.
-Hasta entonces, la guerra era una especie de deporte: las tribus se encontraban, luchaban, saqueaban y volvían a casa. Los romanos cambian el juego. Ganan y se quedan para la extorsión: un tributo a cambio de protección, que tampoco era tan mal negocio para los perdedores en aquellos tiempos.
-¿Por qué cayó Roma?
-La esclavitud paralizó la innovación tecnológica. El motor de vapor ya fue inventado en Alejandría, pero en vez de utilizarlo para ahorrar en trabajo de esclavos, lo usaron como juguete trivial, porque si la máquina hacía el trabajo…, ¿qué harían los esclavos?
-¿Y no faltaban esclavos?
-Los terroristas de entonces eran piratas persas tolerados por Roma porque le facilitaban energía barata, es decir, esclavos, hasta que empezaron a secuestrar romanos…
-Por ejemplo, sodomizan a Clodio.
-De eso se mofa César. Tachan a Roma de «Gran Satán», como Jomeiny; de hecho nuestro modelo de diablo arranca de ese dualismo persa, e incendian el puerto de Roma…
-Wall Street.
-Roma, atemorizada, da poderes a un general, Pompeyo, para que los barra, y es tan eficaz que pone la República a su sombra. Ahí empieza la gran disyuntiva hoy aún abierta…
-¿?
-¿Seguridad o libertad? César quiere ser Pompeyo y más. Si cruza el Rubicón, acaba con la libertad de la República, pero si no lo cruza, él mismo será procesado. Cruza y obtiene un poder absoluto. Tras el fin de César y las guerras civiles, los romanos acaban prefiriendo seguridad a cambio de su libertad. Es el fin de la República de hombres libres.
TOM HOLLAND NARRA LA LUCHA POR EL PODER EN LA REPÚBLICA ROMANA
Fuente:La Razón
09-02-2005
J. O.
Madrid- El 10 de enero del 49 a. de C., tras un instante de dubitación, Julio César vadeó, al frente de la 13ª legión, las aguas revueltas de un pequeño cauce. La tradición puso en sus labios una frase en latín, que, en realidad, él pronunció en griego: «Alea iacta esta». El sueño de la República se desvanecía en Roma. «Ese instante divide las dos formas de gobierno que han existido en Europa: la monarquía o la república; la tiranía o la libertad», dice Tom Holland. El escritor británico, licenciado por Cambridge y doctor por Oxford, narra el auge y la caída de la «Res Pública» en «Rubicón» (Planeta), una ágil narración histórica que deja entrever ciertos paralelismos. «Estados Unidos, como la República romana, surge tras expulsar a un rey, y sus fundadores advirtieron sobre los riesgos de involucrarse en guerras extranjeras. Roma tampoco quería crear un imperio; pero, sin embargo, ambas, querían ser respetadas como superpotencias. No querían, en cambio, una ocupación total, porque era costoso; pero ¿cómo pueden obedecerte si no los ocupas?». Holland explica que la lucha política en Roma devino en luchas familiares, algo que también sucede hoy: «Las próximas elecciones en EE UU se van a dirimir entre dos dinastías: los Bush y los Clinton». Y demuestra cómo, a pesar del paso de los siglos, hay ciertos sucesos que permanecen inmutables: «En Roma, César iba a ser juzgado en cuanto dejara de ser cónsul; y en Francia, Chirac puede ser juzgado cuando deje de ser presidente; en Italia, Berlusconi usa sus medios de comunicación para conseguir votos; en Roma, la aristocracia gastaba millones para atraerse a la plebe».
En su libro, Holland no detalla sólo los hechos políticos. Ahonda en los hombres y describe Roma, sus calles, su vida, sus tensiones, sus luchas, los hilos que movían el poder, las luchas entre la plebe y la aristocracia, las disputas políticas y la violencia y la ambición que empujó a aquellos hombres a dominar el mundo. «Los romanos querían una hegemonía, y su forma de mantenerla era destruir a aquellos líderes fuertes que aparecían en cada región». Describe con detallismo una Roma muy distinta a la que muchos conservan en la retina de la memoria. Una civilización violenta y sanguinaria que se complace en dominar a rivales y oponentes dignos: «El asedio de Alesia fue un ejercicio de genocidio. Según César, fue un derramamiento de sangre, y lo escribe porque Roma disfruta con estos detalles». Pero, Holland también cuenta cuál es la otra cara de la moneda: «Los romanos extendieron la ciudadanía. En aquellos años se consiguió que la ciudadanía se pareciera al de un estado moderno».