ETA ha causado más exilios en el País Vasco que la Guerra Civil en toda España

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El estudio y sobre todo sus conclusiones levantarán chispas. La tesis del economista Julio Alcaide es que tras la Guerra Civil hubo apenas 120.000 exiliados políticos, lo que es una cifra menor de los casi 200.000 que ha provocado ETA con su terrorismo.

El amplio estudio de Alcaide se titula «Evolución de la población española en el siglo XX», ha sido publicado por la Fundación BBVA y es degranado con detalle por A. Lardiés en ABC.


Explica Alcaide que tras la cruenta y salvaje contienda civil, que se prolongó de 1936 a 1939, «se exiliaron gentes de mucha categoría, de reconocimiento mundial, y eso sonaba mucho».


Añade el analista que el millón de personas que se marchó en la posguerra a trabajar en otros países del norte de Europa lo hizo como consecuencia de «la mecanización agraria», y no por motivos de índole política.


Otro dato que aportó Alcaide en la presentación del estudio fue el de las «casi 200.000» personas que han abandonado el País Vasco durante el tiempo en que ha existido la banda terrorista ETA. Exactamente, tal y como consta en el volumen I del informe, son 157.417 las personas que se han marchado sólo entre los años 1980 y 2000.


«Claramente», una de las principales causas de ese «éxodo» ha sido el miedo infundido por ETA, aunque Alcaide matizó que hay otro tipo de motivaciones y que el componente sociológico no se ha tenido en cuenta en el trabajo que ha coordinado.


Algo curioso a este respecto, según Alcaide, es comprobar que las personas de otras partes de España que han emigrado al País Vasco se van cuando llega el momento de la jubilación, cosa contraria a lo que ocurre en Cataluña, donde los emigrantes prefieren quedarse también después de los 65.


«Poner en orden las cifras»


Entre los datos que arroja el informe, que sobre todo pretende «poner en orden las cifras estadísticas a lo largo del siglo XX, para que en el futuro los investigadores tengan una información completa y ordenada de los movimientos de población», está el de las migraciones que se están produciendo hoy día en España.


Y es que la tendencia actual de la población española a ocupar las regiones de la cuenca mediterránea, los dos archipiélagos y las grandes ciudades, sobre todo Madrid, está provocando el despoblamiento de las provincias «interiores y rurales», que llegan a registrar cifras de habitantes menores a las de 1900.


Lo deseable —aunque un tanto utópico— sería para el director del estudio una «redistribución» de toda la población por todas las provincias, y que éstas tuvieran además un desarrollo industrial similar, para evitar situaciones como la que viven Soria o Teruel, «que tienen cifras de población irrisorias y propias de países subdesarrollados».


Desertización
A tenor de los datos de las zonas menos pobladas, en el estudio (página 74) se alerta sobre la desertización de buena parte de España: «En los 104 años observados, disminuyó la población y, por tanto, bajó su densidad relativa en Teruel, Soria, Zamora, Lugo, Ávila, Cuenca, Orense, Huesca, Palencia y Segovia. Diez provincias del interior peninsular, lo que supone una tendencia preocupante ante el peligro de la práctica desertización de una porción considerable del territorio nacional (108.605 kilómetros cuadrados de la superficie española)».


Si se tiene en cuenta que el fenómeno inmigratorio de finales del siglo pasado casi no ha incidido en el norte e interior de la Península, «las previsiones futuras son muy preocupantes», se afirma en el libro. Así, se anima a los políticos a adoptar «alguna política demográfica que al menos tendiera a consolidar la población de la España interior tendente a su desertización».


Migraciones al exterior


En cuanto a las migraciones de españoles al extranjero, el estudio señala tres periodos fundamentales: los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando la emigración fue hacia a América, fundamentalmente; tras la Guerra Civil, con el fenónemo del exilio político —aunque con una cifra muy inferior a la que se ha especulado durante muchos años—, y la década que va de 1955 a 1965, con 964.916 personas que se marcharon en busca de una vida mejor por los motivos ya citados.


Por otro lado, durante el siglo XX la población española se ha duplicado (ver gráfico). Actualmente, se registra un incesante descenso de la tasa de natalidad y la población extranjera ha pasado de ser el 0,3 por ciento en 1900 al 8,5 en 2005.


De hecho, la inmigración extranjera de los últimos tiempos es lo que ha permitido que la pirámide de población no se haya venido abajo. Una pirámide cuyos problemas principales en el siglo pasado fueron dos: los efectos de la Guerra Civil, tanto por el menor número de nacimientos como por los muertos, y por la enorme caída de la mortalidad en España a partir de 1980.


En esas coordenadas, el crecimiento de la población durante los últimos cien años ha sido muy desigual según las zonas.


Así, se ha pasado de 18,6 millones de habitantes en 1900 a los 40,8 millones de personas censadas en 2000; es decir, creció el 112%, pero de tal manera que ese crecimiento se produjo sobre todo en Madrid (el 672%), Canarias (450%), Cataluña (257%), País Vasco (253%) e Islas Baleares (216%). También crecieron por encima del cien por ciento Cantabria (193,3), Valencia (162), Andalucía (108,5) y Murcia (101,5).