Queridos amigos, hoy se cumplen seis años de la muerte de nuestro amigo y vecino Julián Gómez del Castillo.
Durante estos seis años transcurridos, serían interminables contar las ocasiones en que tu recuerdo en la vida asociada nos ha llevado a echarte de menos; a echar de menos tus aportaciones, tu consejo, tu experiencia de vida militante.
Te hemos recordado así, muchas veces buscándote para acertar en nuestras dudas, te hemos recordado “acertando”, y siempre que esto ha ocurrido y ocurre, he recordado tus palabras cuando, con ocasión de un acto en memoria de tu gran amigo Guillermo Rovirosa. ¡Iniciabas Julián ese acto con estas palabras de tu amigo: “Dios nos libre del día de las alabanzas…”.
Por esto, dejadme que os diga, que con ser todo lo anterior verdad, yo creo que lo mas importante de su vida no lo conocemos. Julián se equivocó en muchas ocasiones, otras muchas explicó mal sus propuestas, pero no le costaba nada reconocerlo. No he conocido a una persona que haya tomado tantas decisiones, tantas iniciativas y propuesto tantas cosas. Siempre te recuerdo ideando, pensando en nuevas posibilidades.
Os aseguro que desconozco lo más gordo, lo más importante de su vida. Julián ha sido para mí un iceberg. Y lo poco que he conocido de su vida y que me ha marcado profundamente, han sido fundamentalmente sus vivencias enraizadas en:
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Su manera de vivir la pobreza evangélica, cotidianamente.
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Su manera de vivir su radical amor a la iglesia, a la que definía como la comunidad de amor y estiércol, a la que él podía pertenecer precisamente por ser pecador, por ser traidor, por ser estiércol.
”Cristo nos ha dejado a su Iglesia ¡para que podamos estar los pecadores!, nos decía. Y a continuación seguía: “Los buenos no necesitan la Iglesia”.
Y en esta Iglesia de Cristo, es posible encontrarse a lo largo de la historia, el milagro de la madre cristiana, Con miles de madres cristianas que encarnan vidas ejemplares de pobreza, humildad y sacrificio. Vidas como la de Trini, a la que tu, Julián has puesto como ejemplo de militante. Vidas como la de muchas de nuestras madres.
Los empobrecidos te han entendido y te han querido, porque te han reconocido como uno de ellos. Has sido delicado y atento con ellos y duro y exigente con los grandes. Y eso los empobrecidos lo detectan, lo agradecen y lo saborean de manera especial.
Y cuando el ideal de tu vida, y tu fidelidad al Señor desde tu matrimonio con Trini, se ha construido día a día en vuestra vida, Dios ha hecho posible la maravilla de vida mística que habéis transmitido a los que nos encontrábamos cerca.
SI, Vida mística, Contemplación y lucha, oración y compromiso.
Los teólogos de la espiritualidad han definido a las “almas místicas” como aquellos cuya oración alcanza alturas insospechadas, en las que Dios obra y produce efectos extraordinarios.
Yo tengo para mí que la vivencia de un ideal, en la vida corriente, a la manera en que lo has vivido junto con Trini, adquiere en las personas tal peso y volumen, tal poder de atracción y convicción a su alrededor, que la existencia entera de esas personas girando en torno de aquel ideal, les hace capaces de afrontar todos los peligros, de superar todas las dificultades, de realizar toda clase locuras (a los ojos de los mediocres) por servir al ideal que, a ti Julián, te ha poseído desde el mismo día de tu bautizo a los 18 años: el ideal de Cristo.
He sido testigo de la fuerza de tu oración, que ha transformado voluntades.
De la fuerza de tu testimonio, que ha convencido a indecisos y de la fuerza de tu mirada de amigo, que me impulsó a seguirte sin razones, contra toda lógica.
Perdóname las cosas que me callo y que tu ya sabes. Hablaremos de ellas, cuando nos encontremos de nuevo, ya sin falsos temores, ni miedos, ni limitaciones.
Para terminar, en tu memoria, la acción de gracias de esta Eucaristía que yo me comprometo y que os pido reflexionéis vosotros, será un acto de vida solidaria, de nuestra vida no habitual, que sea respuesta al hambre, al paro y a la esclavitud infantil.