¿Es esta una expresión (totalitarismo blando) que agradaría a un Tocqueville, denunciador de la tiranía de la mayoría?
Algunos pensadores nos recuerdan que este totalitarismo actual, es en parte, es el resultado del hedonismo libertario de mayo del 68. Los años han puesto al descubierto que más que una rebeldía, aquel movimiento era una nueva forma de conformismo materialista y cínico, promovido por el neocapitalismo.
El pensador Jean Luc Nancy matizaba ya en los años 80, que en el nuevo totalitarismo no existen campos de concentración, y que nuestra policía, fueren cuales fueren los avances tecnológicos, no es la policía política omnipresente de antaño, pero si existe un control totalitario… Este pensador nos recordaba que el totalitarismo postrero a la segunda guerra mundial, surge de no reconocer las circunstancias del anterior (que también aparece dentro de una democracia burguesa e industrial), y que la condena al mounstro pasado, se habia convertido en una aquiescicencia ciega a una democarcia a la que se le suponían cimientos estables, definitivamente fundados… Nancy proponía la existencia de un totalitarismo «inédito», que quizás conserva trazas de un totalitarismo clásico, pero aporta nuevas características.
Una década después, Giorgio Agamben radicalizaba la equivalencia entre democracia y totalitarismo, ya que para él no estaban visibilizados; y afirmaba que sí teníamos campos de exterminio, ya que la vida en nuestros estados de derecho era idéntica a los campos de concentración cuya realidad no parecía cualitativamente diferente en los espacios de acción política ordinaria. ¿Era una hipérbole o estamos en ella?
Segun Argamben, «el campo de concentración, como puro, absoluto e insuperado espacio biopolítico (fundado en cuanto tal exclusivamente en el estado de excepción), aparece como el paradigma oculto del espacio político de la modernidad, del que tenemos que aprender la metamofosis y los disfraces»
Según esta tesis, nuestro espacio político es meramente un espacio biopolítico en el que, habiéndose convertido en regla el estadode excepción, la vida es abandonada como zoé o vida nuda, arrojada a ese espacio de indistinción en el que se puede matar sin cometer homicidio, porque se da la paradoja de que, considerándola sagrada, queda despojándola arbitrariamente de sus derechos. El paso del tiempo en esta dirección, se iría encargando de implantar una agenda neoliberal a la vida…y suavizaría la visión de la misma hipérbole.
En esta crisis de civilización en la que nos encontramos, se empiezan a minar los cimientos de aquello que habíamos creído durante mucho tiempo invulnerable: el modelo occidental de estado democrático de derecho. La democracia ha perdido su kratein (poder) y su demos, que algunos han calificado como democrisis. Existe pues un desgarro evidente entre Estado y sociedad civil fruto de esta modernidad. La democracia aparece como una suerte de máscara que sostiene las pequeñas y grandes corrupciones que asolan a la humanidad.
Hannah Arendt proponía en su ensayo sobre el totalitarismo y sus orígenes, que la ideología totalitaria es fruto de la lógica de una idea; es decir la ideología como una lógica (que promueve una voluntad de cumplimiento total), y permite así explicar el movimiento de la historia como un proceso único y coherente. La ideología así se convierte en una explicación política del mundo, que se pretende total e irrebatible.
Tocqueville (en el siglo XIX) se preguntaba si un nuevo totalitarismo ya estaría instalado entre nosotros, sin que apenas nos diéramos cuenta, como una manera interna de responder a la crisis en democracia.
Fuente: Totalitarismo «La resistencia filosófica» Varios autores, «Los orígenes del totalitarismo» Hannah Arednt
Luis Antúnez