Familias colocan cruces contra la impunidad y la violencia

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La Fundación por la Dignidad Sagrada de la Familia tomó el Cerro El Gallo, en San Félix, para recordar a cada uno de los hombres, mujeres y niños víctimas de la violencia en 2011 en Ciudad Guayana (Venezuela).

Alrededor de 550 cruces blancas y azules se elevaban vigilantes en el Cerro El Gallo, en San Félix, como símbolos de cada una de las víctimas de la violencia en Ciudad Guayana este 2011. Madres, padres, hermanos y demás familiares permanecieron de manera pacífica en este espacio natural exigiendo justicia por sus seres queridos. «Es un sentimiento muy fuerte, un dolor muy grande, pero pienso que no me puedo quedar con los brazos cruzados, tengo que luchar porque se haga justicia», expresaba una de las madres. Hace tres años se creó la Fundación por la Dignidad Sagrada de la Persona como un intento de romper con la cadena de la resignación para dar paso a una lucha contra la impunidad que envuelve a esta urbe. «Hemos transformado el dolor en la lucha por la justicia».

No hay dolor más grande para una madre que perder a su hijo. Lo sufrió la virgen María al ver morir a Jesús en la cruz, lo sufrieron centenares de mujeres hace 2.011 años en Belén cuando Herodes mandó a matar a los bebés, y lo padecen miles de madres en Venezuela a causa de la violencia.

En medio del sufrimiento, el recuerdo y el sabor amargo de la injusticia, un grupo de mujeres encontraron consuelo, crearon la Fundación Por La Dignidad Sagrada de la Persona: allí «hemos transformado el dolor en la lucha por la justicia».

Esa necesidad de ser escuchadas, de elevar sus plegarias y sensibilizar a las autoridades y a la población en general, las motivó a llevar de manera constante su mensaje contra la impunidad a los organismos de seguridad.

En esta oportunidad, para enfatizar su misión, colocaron más de 550 cruces que representan los homicidios registrados en el municipio Caroní en lo que va de 2011. Las cruces simularon un cementerio, del cual se elevaban también 55 pequeña cruces azules, número de adolescentes y niños asesinados este año.

La actividad se hizo este 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, en el Cerro El Gallo, las cruces se veían a lo largo de la avenida Manuel Piar. El mensaje llegó a los conductores y transeúntes que se movían por los alrededores: «parece un cementerio».

La presidenta de la fundación, Aida Noguera, explica que eligieron este día para realizar la actividad, pues hay similitud en los casos, «si hace más de dos mil años, el poder mandó  asesinar a niños inocentes, hoy mueren inocentes en manos de la violencia y el poder no hace nada para frenar estos índices de violencia», dice la mujer.

Desde las 9:00 de la mañana, mujeres y hombres clavaron las cruces en el suelo; y ni el inclemente sol, ni la llovizna que a ratos caía sobre el Cerro El Gallo amilanó el esfuerzo de estas personas.

Jóvenes del Movimiento Cultural Cristiano participaron en el evento, al igual que parientes de víctimas de hechos violentos de otros municipios del estado Bolívar.

La actividad culminó con la celebración de la Santa Misa, el Obispo de la Diócesis de Ciudad Guayana Monseñor Mariano Parra oficializó la eucaristía y dio palabras de esperanzas a todos los deudos.

La justicia tarda en llegar

Fuente: Observatorio Venezolano de Violencia

Aida  comenta que el objetivo de la actividad es sensibilizar a la población y llamar la atención de las autoridades; desde hace tres años hacen concentraciones y no han obtenido respuestas ni un llamado al diálogo.

«Nosotros queremos ser escuchadas, que nuestras propuestas sean escuchadas, queremos dialogar con las autoridades, con los encargados de hacer justicia en el estado, de investigar, pero nos ruletean de un lado a otro y al final no pasa nada», indica.

Han pasado tres años desde que asesinaron al hijo de Aida y aún no ha encontrado justicia, el culpable de su muerte está en libertad, al igual que los cientos de criminales que siguen impunes por la negligencia de las autoridades y cuerpos de investigación.

Esta mujer no es la única, Juana Medina también espera que se haga justicia por la muerte de su hermano Rubén Medina, de 26 años, éste fue asesinado hace tres años en Loma Colorada.

«Yo espero y creo en la justicia divina, mientras tanto me uní a la fundación, aquí encontré apoyo y siento que estoy haciendo algo por mi hermano y los otros jóvenes que matan en esta ciudad, mi dolor lo convertí en lucha por estos inocentes que mueren en manos asesinas», afirma Juana.

Blasina Cordero es coordinadora junto con Aida de la fundación, esta mujer inició su lucha por otros, hasta que sufrió en carne propia el dolor de perder a su hermano Arturo Cordero, de 35 años.

«Cuando yo empecé en la fundación lo hice tras ver sufrir a tantas vecinas y amigas por la muerte de sus hijos, participaba con las muchachas; pasó el tiempo y mataron a mi hermano, él era como mi hijo, porque yo lo terminé de criar cuando mi madre murió, es un dolor muy grande, pero no podemos quedarnos con ese sentimiento, tenemos que poner nuestro aporte para acabar con la injusticia y la violencia», asegura.

Estas mujeres insisten en que los organismos se encarguen de hacer justicia, mientras seguirán con acciones de calle en diferentes instituciones para llamar la atención y exigir que se esclarezcan los homicidios.

Fundación que crece

Aida Noguera, presidenta de la Fundación Por La Dignidad Sagrada de la Persona, invita a todos los parientes de personas que hayan fallecido en manos de la delincuencia a unirse para trabajar en conjunto por esta causa.

Juliana Rivero perdió a su hijo el 21 de noviembre y asistió al evento de la fundación para formar parte del grupo de madres que «han convertido su dolor en lucha por la justicia».

«Es un sentimiento muy fuerte, un dolor muy grande pero pienso que no me puedo quedar con los brazos cruzados, que tengo que luchar porque se haga justicia, nosotras nos convertimos en detectives y abogados, somos las que aportamos información a los organismos para que hagan su trabajo», cuenta mientras se limpia las lágrimas y dice: «es que está muy reciente la muerte de mi hijo», finaliza.

Juliana Rivero: «Es un sentimiento muy fuerte, un dolor muy grande pero pienso que no me puedo quedar con los brazos cruzados, que tengo que luchar porque se haga justicia».

Juana Medina: «Aquí encontré apoyo y siento que estoy haciendo algo por mi hermano y los otros jóvenes que matan en esta ciudad, mi dolor lo convertí en lucha por estos inocentes que mueren en manos asesinas».