FASCISMO DEMOGRÁFICO

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Robert McNamara, que fue ministro de Defensa de Estados Unidos, miembro de la Trilateral, responsable en gran parte de la guerra de Vietnam, después durante largo tiempo presidente del Banco Mundial, sostenía que era más útil invertir un dólar en control de la natalidad que diez dólares en ayuda al desarrollo, es un claro exponente de esa política antinatalista….

FASCISMO DEMOGRÁFICO

Actualmente la palabra «población» se vincula a términos como explosión, en referencias a hordas de analfabetos del Tercer Mundo dispuestos a invadirnos, o evoca la presión de masas de inmigrantes. Ello contribuye a arraigar en la mentalidad popular de los países enriquecidos una amenaza invisible para la humanidad que hay que controlar.

Conforme se fue difundiendo el tema, se harían eco de él importantes industrias, incluso militares, que ya usaban términos como explosión demográfica y otros igualmente apocalípticos.

Ya Eisenhower pronosticó que, se el número de habitantes seguía multiplicándose, se agudizaría notablemente el peligro de una revolución. La frase de Lyndon Yohnson se hizo célebre: «Cinco dólares invertidos contra el crecimientote la población son más eficaces que cien dólares invertidos en el crecimiento económico.»

Robert McNamara, que fue ministro de Defensa de Estados Unidos, miembro de la Trilateral, responsable en gran parte de la guerra de Vietnam, después durante largo tiempo presidente del Banco Mundial, sostenía que era más útil invertir un dólar en control de la natalidad que diez dólares en ayuda al desarrollo, es un claro exponente de esa política antinatalista. Defendió que la explosión demográfica era el mayor obstáculo para el progreso de Iberoamérica y dijo que el Banco Mundial otorgaría prioridad en sus préstamos a los países que aplicaran planes de control de la natalidad. Los métodos anticonceptivos competían con el NAPALM y la metralla para detener el crecimiento en Iberoamérica y Sureste Asiático.

El mundo tiene hoy recursos suficientes para garantizar el bienestar a todos sus habitantes y huelga decir, que el hambre es técnicamente suprimible. La canallada de dejar morir de hambre diariamente a 100.000 personas necesita de maquillajes mediáticos que nos permita seguir durmiendo tranquilos. Esta ceguera fratricida necesita un chivo expiatorio: la población.

Tenemos un antecedente histórico del control de natalidad. Gilbert K. Chesterton, escribió ya contra esta falacia del control de la natalidad de Malthus en los años 20:

» Nunca dicen que sufrimos debido a una previsión demasiada generosa de banqueros o que los financieros cosmopolitas no deben tener familias numerosas. No dicen que la elegante muchedumbre de Ascot necesita ser disminuida, o que es deseable diezmar la gente que cena en el hotel Ritz o en el Savoy. Los controladores de la natalidad no tienen el más mínimo deseo de controlar esa jungla. Es demasiado peligroso tocarla. Tiene tigres. Nunca hablan de un peligro procedente de las clases acomodadas. Lo que desean controlar es el populacho, y así lo reconoce en la práctica. Siempre insiste en que un obrero no tiene derecho a tener tantos niños, o que una barriada pobre es peligrosa porque produce tantos y tantos niños. La pregunta que le aterra es: ¿Por qué el obrero no tiene un salario mejor? ¿Por qué la familia del barrio pobre no tiene una casa mejor? Su manera de evitarlas no es sugerir una casa más grande, sino una familia más pequeña. El arrendatario o el patrón dicen a su manera, tan tierna y generosa: La verdad es que no puedes esperar que yo me quede sin mis dineros. Pero voy a hacer un sacrificio. Me quedaré sin tus hijos.»

La Comisión Trilateral, como manifestación última del actual capitalismo imperialista de las grandes transnacionales, ha intensificado esta línea de actuación. Todos los hilos que manejan se mueven en este sentido. Ya bajo el control del trilateralista Carter, el Departamento de Estado formuló un estudio –el «Global 2000» – en el que analizaba y defendía un plan para evitar la existencia de 2.000 millones de personas posibles para el 2000.

Reducir la presión demográfica de los empobrecidos, hacerla retroceder, para hacer desaparecer el principal riesgo revolucionario, es hoy esencial objetivo del neocapitalismo. Y ha sido uno de los propósitos de la acción trilateralista. El informe Rockefeller habla del peligro que supone para sus planes la abundante demografía del Tercer Mundo, y, como causa principal del peligro, la Iglesia Católica que educa a los pueblos, les da cultura, les hace pensar y les anuncia la inalienable dignidad de los hombres… El principal promotor de la campaña proaborto en el mundo, bajo nombre de Federación Internacional de Paternidad Planificada «FIPP», es David Rockefeller. Utilizan métodos como la esterilización masiva como denunció las Pastoral Familiar ecuatoriana. Adolfo Pérez Esquivel, manifestó ante esta canallada que:

«Una cosa es la paternidad responsable, que nace de un profundo respeto a la vida, otra cosa son los planes que, en nombre del problema demográfico, son utilizados para la esterilización. Así, bajo el pretexto de reducir los nacimientos se lleva al genocidio a muchos pueblos pobres.»

Así en Asia y el Pacífico ya hay al menos 152 millones de mujeres esterizadas. En Panamá y Puerto Rico se calcula que el 80% de las mujeres en edad fértil podrían ser esterilizadas en los próximos años, en Brasil 7 millones de mujeres han sido esterilizadas, el 44% de la población femenina en edad fértil . Para unchos países y mujeres la «ayuda» es un verdadera presión para imponer este control de la población.

Hace más de veinte años ya decía A. Peccei, del Club de Roma:» …cada individuo tendría responsabilidades para con la sociedad. No puede pocrear con exceso, no puede cargar a la sociedad con su progenie más allá de ciertos límites fijados por la ley…El derecho a procrear ya no será en esa sociedad un derecho intrínseco, como muchos parecen considerarlo hoy en día.» El club de Roma del que fue presidente Diez Hochtleiner, hombre clave en el grupo PRISA, promueve esta filosofía y él mismo ha calificado a este Club selecto «la Conciencia de la Humanidad».

El ex ministro brasileño de sanidad, Alceni Guerra, denunció que entre 20 y 25 millones de mujeres brasileñas en edad fértil han sido esterilizadas. En total, el 16% de las mujeres en edad fértil han sido esterilizadas sin contar, en la mayoría de los casos, con su voluntad. Un ejemplo reciente es el realizado por El régimen de Fujimori que esterilizó a 300.000 pobres sin su consentimiento en siete años.

Los delegados de Haití en el Foro de la Haya, celebrado en febrero de 1999, denunciaron que según las fuentes del FNUAP (Fondo de Población de la ONU), sólo el 21% de las haitianas tienen acceso al agua potable, mientras que el 88% de ellas tienen acceso a los anticonceptivos. En Uganda , sólo el 34% tiene acceso al agua potable, pero el 82% tiene acceso a los anticonceptivos.

Se puede afirmar que uno de los problemas principales de África es la malaria. En ciertas regiones de este continente, casi toda la población padece de esta debilitante enfermedad que mata a 5.000 personas diariamente. Sin embargo el presupuesto público a nivel mundial para combatir la malaria en 1996 fue de sólo de 82 $ millones, al mismo tiempo que un solo programa del Banco Mundial les prestó 796 $ para el control demográfico.

La política es clara: esterilización a cambio de ayudas según decidió la sección regional del Banco Interamericano de Desarrollo celebrada en Estocolmo en año de 1999. Se prometen 6.200 millones de dólares en ayudas y condonación de la deuda a cambio de estas prácticas de reducción demográfica.

Cada año se producen millones de muertes por abortos provocados. Estos abortos representan un negocio para la multinacionales de los cosméticos (como denuncia M.Litchfield-S.Kentish en su libro, «Niños para quemar», paulinas, 1976) que compran los cuerpos muertos de los fetos y los transforman en cremas cutáneas.

La estrategia de la Comisión Trilateral podría resumirse en el control de la presiones de liberación y cambio en los países del Tercer Mundo, lo que pasa por la eliminación de la presión demográfica y la desviación de la presión revolucionaria.

Eliminar la presión demográfica y la desviación de la presión revolucionaria, pasa por crear una cultura contra la vida, que se manifiesta: tanto en la vertiente bélica – aumento del consumo de armamento supermoderno y la necesaria participación en la OTAN- como en la vertiente demográfica- inserción del control de los nacimientos al máximo, aborto libre, fomento de las relaciones sexuales infecundas (homosexuales), destrucción de poblaciones enteras, destrucción de los grupos humanos políticos, esterilización masiva.

La pobreza mata cada año, en el mundo, más gente que toda la segunda guerra mundial. Pero desde el punto del poder, el exterminio no viene mal, al fin y al cabo, si en algo ayuda a regular la población del Tercer Mundo que esta creciendo, asegura el escritor Eduardo Galeano. Este mismo escritor pregunta: ¿Excedentes de población en Brasil, donde hay 17 habitantes por Kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29? Holanda tiene 400 habitantes por Kilómetro Cuadrado y ningún holandés e muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia un puñado de voraces se queda con todo.

El profesor José Luis Rubio experto en temas iberoamericanos ya manifestaba en Marzo de 1983 en la revista, «Carta entre amigos», del Movimiento Cultural Cristiano, que aparte de la política neomaltushiana general del imperialismo, los Estados Unidos muestran una preocupación especial ante el desafío demográfico que se les presenta al sur de sus fronteras, especialmente en México. El ex director de la CIA, Wiliam Colby, ha señalado que el mayor peligro para los EE UU no proviene de la Unión soviética sino de la población mexicana – y en general «hispana»- que avanza al sur del país, y que alcanza los 50 millones al final del siglo, dominando varios Estados.

Por su parte el también norteamericano Arthur F. Corwin, escribe: «Si la gente excedente del Tercer Mundo continúa afluyendo por las fronteras estadounidenses hacia las zonas étnicas selectas al ritmo presente (quizá más de un millón al año, contando los ilegales), y si el crecimiento demográfico de la burguesía estadounidense permanece estacionario y el Gobierno federal continúa apoyando al pluralismo étnico como hasta ahora, entonces podrá esperarse la continua «latinoamericanización» de las zonas urbanas… Si se prolonga el actual desorden en el control fronterizo o si la presente combinación poderosa de grupos de presión (incluso las conferencias episcopales de Estados Unidos, México y otros países latinoamericanos) logra establecer «una frontera abierta» para que la gente necesitada del Tercer Mundo, y si los militantes siguen continúan apoderándose de las «instituciones socializantes», entonces es posible que dentro de una o dos generaciones la mitad de Texas llegue a convertirse en un «Quebec chicano», con un régimen político separado». (Para el año 2050, la población hispana, habrá pasado de los 31 millones actuales a 89 millones, constituirán el 24% de la población norteamericana.)

El profesor J. L. Rubio llegaba a la conclusión de que el peligro mexicano es, pues, algo que está cuidadosamente examinado por el imperialismo. Y ese peligro es esencialmente demográfico. Ya se ha hablado de un «Plan Paddock» para reducir la población mexicana. Paddock es un funcionario de la multinacional «United Brang», heredera de la tristemente famosa United Fruit».

El peligro que se levanta ante la política trilateralista en los países empobrecidos viene determinado por la presión demográfica, y por las condiciones de injusticia. En este contexto hay que situar las palabras del ex presidente Carter, trilateralista, cuando dice: «La mayor amenaza a la paz proviene en la actualidad de un mundo en el que 1/3 parte es rica y 2/3 partes están hambrientas». Frente a este peligro, la filosofía del nuevo modelo de dominación se sintetiza en una frase lapidaria y esclarecedora: » Ni los pueblos deben hacer revoluciones, ni las mujeres deben parir. En eso se resume y sintetiza la filosofía del imperialismo.» La frase la pronunció, en su discurso ante el Congreso Cultural de la Habana, Fidel Castro. En definitiva, la lógica imperialista es siempre la misma. En el libro «La Alemania nazi», (Alianza Editorial, 1972, pag. 243), E. Colotti recoge el discurso de Hitler sobre los territorios sometidos a su poder , que dice así:
«He leído recientemente en la prosa de un señor doctor que convenía evitar la venta y el uso de los productos anticonceptivos en los territorios ocupados. Si algún imbécil intentara poner en práctica este proyecto, no dudaría en aporrearlo. Dada la proliferación de los indígenas, hemos de considerar como una bendición que las mujeres y las muchachas practiquen el aborto en gran escala. Se trata, por lo tanto, no sólo de autorizar sino incluir de estimular el comercio de los productos anticonceptivos. ¡Qué los judíos se encarguen de hacer prosperar este comercio!»

Es evidente que, desde hace mucho tiempo, la reducción del peligro demográfico en el Tercer Mundo es una constante de la acción imperialista. Sería enormemente ilustrativo hacer un análisis pormenorizado de los mecanismos a través de los cuales se ha insertado en la mentalidad de gran parte de la izquierda de los países como España, las mismas ideas del imperialismo, hasta considerarlas como expresión y distintivo, como exigencia incluso, del talante «progresista». Aquí también ha jugado la dominación internacional con la izquierda, haciéndola creer que el progreso es sinónimo de anti-natalismo y de generalización del aborto. Así los sindicatos dejan de luchar, perdiendo todo objetivo de transformación completa del sistema, para centrarse en reivindicaciones salariales. Y para ocupar el primer puesto de una izquierda progresista, estuvieron y están los socialdemócratas, los brazos de la Internacional Socialista, con Willy Brandt y hoy Felipe Gónzalez a la cabeza.

Sin duda el aborto en España ha tenido su destinatario en México y desde allí a todos los países del Sur. ¡Buen servicio de los llamados «socialistas» españoles a la dominación imperialista en el continente hermano!.

Por Francisco Rey Alamillo