Filósofo cree que el estudio del Universo es un “lugar privilegiado de encuentro” entre Dios y la razón humana

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Soler, especialista en Filosofía de la Física, trabaja actualmente en un proyecto de investigación sobre la noción de tiempo en la cosmología de James Hartle y Stephen Hawking. Soler cree que la cosmología «sirve para establecer un puente entre la religión y la ciencia».

01/06/2005
Agencia Veritas

-¿Porqué un libro sobre Dios y el cosmos?

Francisco Soler: Porque el estudio del cosmos pone de manifiesto una serie de hechos que se acomodan mucho mejor a la perspectiva del creyente que a una perspectiva materialista. El hecho, por ejemplo, de que el universo pueda ser considerado como un objeto físico, legitima la pregunta por su causa, y refuerza la tesis teológica de la contingencia del universo.

Además, la racionalidad matemática del universo, y el ajuste fino de las constantes y las leyes físicas, de un modo tal que la aparición de la vida resulta favorecida, sugieren fuertemente la idea de que el cosmos obedece a un diseño inteligente. De ahí que el estudio del universo se muestre como un ámbito privilegiado de encuentro entre Dios y la razón humana.

-¿Qué corrientes hay actualmente en la cosmología? ¿Tiene que ver la cosmología con la astrología, tan difundida a nivel popular?

Francisco Soler: La cosmología no tiene nada que ver con la astrología. Los astrólogos afirman que los movimientos de los planetas ejercen una influencia en los sucesos de nuestra vida. Aparte de que resulta muy difícil reconocer el fundamento de esta idea, a la vista de lo que sabemos en la actualidad sobre el sistema solar, los astrólogos no nos explican el modo en el que han alcanzado el conocimiento de las influencias concretas. Además, basta leer el suplemento astrológico de los diferentes diarios para darse cuenta de las contradicciones de los astrólogos.

La cosmología, por el contrario, constituye una especialidad bien establecida dentro del conjunto de las ciencias físicas. Los modelos cosmológicos describen el universo como un objeto físico, y ofrecen de este modo una explicación a una serie de datos empíricos tales como el corrimiento al rojo de las galaxias, o la radiación de fondo del universo. Para ello se basan en teorías físicas de éxito reconocido, especialmente en la teoría de la relatividad general. No hay nada misterioso en la cosmología.

En cuanto a las corrientes cosmológicas: Hoy en día hay un acuerdo muy extendido entre los cosmólogos acerca de la validez del modelo de la Gran Explosión, salvo por lo que se refiere a la primera fracción de segundo del universo. Lo que ocurrió en ese primer instante, es objeto de disputa entre los especialistas: Algunos creen que la cosmología relativista es válida sin restricciones. Otros, por el contrario, trabajan en la construcción de la llamada «cosmología cuántica».

-¿Podría la cosmología establecer puentes entre la religión y la ciencia? ¿Qué papel tiene actualmente, precisamente en una época en que la filosofía ha «abandonado» la metafísica?

Francisco Soler: En primer lugar, no creo que la filosofía haya abandonado la metafísica. El oscurecimiento (parcial) de la metafísica ha sido un fenómeno transitorio, provocado más que nada por el auge del positivismo, en la primera mitad del siglo pasado. Pero ya hace bastante tiempo que se ha comprobado la inviabilidad del proyecto positivista en filosofía. Y no hay que lamentarse de ello. El positivismo era una escuela de pensamiento muy dogmática, que tendía a descalificar a priori como «sinsentido» cualquier pregunta que no encajara en su esquema.

La metafísica constituye una parte irrenunciable de la filosofía. De hecho, el diálogo entre ciencia y religión hay que situarlo en el contexto de la búsqueda metafísica del marco más apropiado para dar cuenta de los distintos aspectos de nuestra experiencia. La religión propone interpretar los datos de la ciencia desde la consideración del mundo como «creación». Este marco resulta particularmente adecuado para dar cuenta de algunos datos cosmológicos básicos, y por ello puede decirse que la cosmología sirve para establecer un puente entre la religión y la ciencia.

-¿Es posible hoy mantener la teoría creacionista a nivel científico, precisamente cuando parece que se impone la creencia en el azar como explicación al origen del mundo?

Francisco Soler: En realidad, no resulta adecuado contraponer la noción de «azar» a la de «creación». El azar del que hablan los físicos no es nunca el caos filosófico de la ausencia absoluta de racionalidad, sino que resulta constituido por un conjunto de estados bien regulados por leyes de distribución que mantienen su estabilidad a lo largo de todo el juego. El azar físico está preñado de racionalidad, y por eso, el recurso al azar refuerza uno de los indicios cosmológicos de la existencia de Dios más importantes: el que se deriva de la racionalidad del universo.

-¿Qué argumentos se pueden dar desde la «teología natural» para demostrar la existencia de Dios?

Francisco Soler: Eso depende del tipo de realidad natural de la que se parta. Hay argumentos antropológicos, éticos, etc. Por lo que se refiere a la cosmología, algunos de los argumentos más fuertes son los que se derivan de la contingencia, la racionalidad, y el ajuste fino del universo. Estos hechos encajan muy bien con la idea del universo como creación, y remiten, por tanto, a un Creador inteligente. No se trata, claro está, de demostraciones matemáticas. Pero es que la cosmología no es la matemática.

-¿Los científicos modernos creen en Dios o por el contrario son más bien agnósticos?

Francisco Soler: Hay de todo. En realidad, los científicos no son, por lo que se refiere a su actitud religiosa, diferentes al común de los mortales: Los científicos educados en ambientes creyentes, tienden a ser creyentes, mientras que los educados en ambientes agnósticos, tienden a ser agnósticos. Este hecho ha sido puesto de manifiesto en numerosos estudios.

Ahora bien, en mi opinión esto no significa que la ciencia sea neutral por lo que se refiere a la religión. De hecho, el lema de la física moderna, al menos desde Galileo, es que la naturaleza es un libro escrito en el lenguaje de las matemáticas. Y resulta difícil, al considerar este libro, no pensar en su Autor. El proyecto científico es un proyecto religioso por naturaleza, pero los científicos son creyentes, o no, según el ambiente. ¿Qué demuestra esto? Tal vez, simplemente, la gran importancia de la dimensión social del ser humano.


La BAC publicará próximamente en España un libro sobre Dios y las cosmologías modernas, coordinado por el español Francisco Soler, doctor en la universidad alemana de Bremen, y en el que participan filósofos de varios países.