Frases de Martín Luther King en el aniversario de su nacimiento

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Martin Luther King nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta. La vida de Martin Luther King está plagada de testimonios, discursos y frases de las reflejamos las siguientes.´Rechazo la opinión de quienes consideran que las personas están de tal manera prisioneras en la noche sín estrellas de la guerra y el racismo, que nunca podrá llegar a ser realidad la aurora luminosa de paz y fraternidad´. ´Creo igualmente que un día toda la humanidad reconocerá en Dios la fuente del amor, que la bondad salvadora y pacífica será algún día la Ley, que el lobo y el cordero reposarán juntos, que toda persona se sentará bajo su higuera en su propia viña y que nadie tendrá motivo para tener miedo.´
TENGO UN SUEÑO

Tengo el sueño de que un día mis hijos vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por su valor como personas.

Tengo un sueño, hoy.

Sueño que un día el estado de Alabama, cuyo gobernador se llena ahora la boca con palabras como intervención y anulación de los derechos, se transformará en un lugar donde los niños y las niñas negros podrán estrechar sus manos con los niños y las niñas blancas, y caminarán juntos como hermanos y hermanas.

Tengo un sueño, hoy. He soñado que un día, los valles ascenderán, las montañas y colinas se allanarán, lo agreste se tornará suave, lo torcido se enderezará y la gloria del Señor será revelada para que todos los hombres la contemplen unidos.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la esperanza con la que retorno al sur, la fe con la que seremos capaces de extraer de la montaña de la desesperación una roca de esperanza. Con ella sabremos transformar las desavenencias y discordias de nuestro país en una armoniosa sinfonía de hermandad. Es la fe que nos permitirá trabajar juntos, orar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos y luchar juntos por la libertad, con la certidumbre de que un día seremos libres.

Ese será el día en que todos los hijos de Dios podrán cantar con nuevo significado: «Es a ti, mi país, dulce tierra de libertad, a quien canto. Tierra donde mis padres murieron, orgullo del peregrino, desde cada extremo de tus montañas deja que resuene la libertad».

Y si América, rica ha de ser una gran nación, así tendrá que suceder.
¡Deja que la libertad resuene desde las portentosas colinas de New Hampshire!
¡Deja que la libertad resuene desde las firmes montañas de Nueva York!
¡Deja que la libertad resuene sobre los intrincados picachos de California!
Pero no sólo eso: ¡deja que la libertad resuene desde las Stone Mountain de Georgia!

Deja que la libertad resuene desde cada ladera y cada madriguera del Mississippi. Desde cada extremo de tus montañas, deja que la libertad resuene.

Cuando permitamos que la libertad resuene, cuando la proclamemos desde cada pueblo y cada aldea, desde cada ciudad y cada estado, entonces podremos marchar decididos hacia ese día en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, seremos capaces de unir nuestras manos y cantar las palabras de aquel antiguo espiritual negro: «¡Libres al fin! ¡Libres al fin! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos libres al fin!»

1963

CREDO POR LA PAZ

Hoy, en la noche del mundo, con la esperanza de la Buena Nueva, afirmo con audacia mi fé en el porvenir de la Humanidad.

Rechazo la idea de que en las actuales circunstancias las personas estén incapacitadas para hacer una Tierra mejor.

Rechazo la opinión de quienes consideran que las personas están de tal manera prisioneras en la noche sín estrellas de la guerra y el racismo, que nunca podrá llegar a ser realidad la aurora luminosa de paz y fraternidad.

Rechazo la predicción según la cual los pueblos descenderán uno tras otro por el torbellino del militarismo hasta el infierno de la destrucción atómica.

Creo que la verdad y el amor sín condiciones tendrán efectivamente la última palabra, pues la vida -aunque provisoriamente derrotada- es siempre más fuerte que la muerte.

Creo firmemente que aun en medio de las bombas que estallan y los cañones que truenan, permanece la esperanza de un mañana luminoso.

Tengo el coraje de creer que un día todos los habitantes de la Tierra tendrán sus tres comidas por día para la vida de su cuerpo, educación y cultura para la salud de su espíritu, igualdad y libertad para la vida de sus corazones.

Creo igualmente que un día toda la humanidad reconocerá en Dios la fuente del amor, que la bondad salvadora y pacífica será algún día la Ley, que el lobo y el cordero reposarán juntos, que toda persona se sentará bajo su higuera en su propia viña y que nadie tendrá motivo para tener miedo.

Creo firmemente que obtendremos la victoria.