Esta vez la tragedia ocurrió en el Estrecho de Gibraltar, a cuatro millas de Tánger y a 10 de Tarifa. Una zodiac había salido, al parecer, del Cabo de Malagata de Tánger con más de 40 personas a bordo y con dirección a algún punto de la costa andaluza
Un amigo de las víctimas preocupado por no tener noticias de la llegada a tierra, se puso en contacto con la central de emergencias del 112 de Sevilla. Esta llamada permitió la puesta en marcha del el rescate por parte de Salvamento Marítimo y Guardia Civil. La zodiac había volcado, y agarrados a ella pudieron resistir varias horas las 22 personas que fueron salvadas y llevadas a Tarifa. En las horas de espera, madres, padres, esposos, vieron desprenderse y desaparecer en las aguas a familiares y amigos.
Resultado: 22 mujeres y hombres salvados de la muerte y más de 20 personas desaparecidas, entre ellas niños y bebés. Eran de Nigeria, Malí, Ghana y Senegal. Los supervivientes llegaron a Tarifa muy afectados por la hipotermia pero sobre todo profundamente abatidos. A pesar de todo, el destino de los rescatados, después de recibir los primeros auxilios en Tarifa, fue la Comisaría de Policía de Algeciras para proceder a los trámites de expulsión de España.
Ante este drama necesariamente hemos de preguntarnos ¿Por qué estas muertes? ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Por qué decidieron cruzar el estrecho en esas condiciones de clandestinidad, precariedad e inseguridad?
En gran medida se arriesgaron porque en sus países no pudieron soñar el futuro. Tenían derecho a emigrar para escapar de la miseria económica y política buscando una vida mejor.
Sin embargo todo un conjunto de medidas represoras les negaron ese derecho y les condenaron a la clandestinidad y a un comportamiento de fugitivos.
La inmigración forzada tiene causas y causantes. No faltan grandilocuentes declaraciones de los políticos pregonando su lucha contra la pobreza, invocando su ayuda al desarrollo y al co-desarrollo. Pero es de reconocer que esa ayuda se ha convertido, en gran medida, en chantaje, por quedar supeditada al control migratorio y a los intereses económicos, comerciales y políticos de los estados europeos.
Lejos de tratar de erradicar la pobreza, los países del Norte imponen políticas comerciales y económicas contrarias a los intereses de las sociedades africanas que, sintiéndose empobrecidas, se oponen a toda explotación y reivindican igualdad de derechos. Razones, no sólo de solidaridad, sino de justicia, deberían regir las relaciones de Europa con los pueblos africanos.
Pero, en lugar de justicia, se refuerzan las políticas hiper-restrictivas de control, trasladando las fronteras europeas al Sur y llevan a estados africanos a convertirse en sus gendarmes. Alambradas, buques, aviones, helicópteros, equipos técnicos, policías, guardias civiles y militares, situados fuera de aguas europeas, constituyen una maquinaria militar puesta en acción para el rechazo de las personas juzgadas por los gobiernos como indeseables. Instrumentos legales como la inaceptable Ley de Extranjería o la inhumana Directiva de la Vergüenza, así como los pactos firmados con los estados norteafricanos, han de verse como soportes de esta guerra de contención y persecución a la inmigración africana.
Hoy y aquí, queremos denunciar que esta guerra tiene víctimas, muchas víctimas, en las fronteras y mas allá de las fronteras. En los países de tránsito, en los desiertos, en las costas y en alta mar. No todos mueren pero sí todos sufren. Sufren físicamente y sufren en lo hondo de su dignidad.
Hoy y aquí afirmamos que el naufragio del pasado día 4 frente a Tarifa, con su resultado de muerte y sufrimiento en grado de catástrofe, es reflejo de una situación insostenible en el continente africano y ha sido también consecuencia de estas políticas de rechazo, de control y de represión sobre las personas migrantes, llevada a cabo por el Gobierno español, los gobiernos europeos y respaldada también por el primer partido de la oposición.
Nos solidarizamos con los padres y madres, hermanos y amigos de cuantas personas han fallecido en el mar, y llamamos a la conciencia de nuestros gobernantes y de la sociedad civil ante esta nueva tragedia.
Reafirmamos que tanto sufrimiento es evitable, y que nuestros gobiernos europeos y español son responsables. Exigimos de nuestros dirigentes que, en el marco de su política de control de fronteras, cumplan con las obligaciones que les incumben en materia de protección de los derechos humanos de las personas y que hagan realidad nuestras exigencias.
Exigimos:
NO MAS MUERTES DE PERSONAS INMIGRANTES
RESPONSABILIDADES Y REPARACIÓN