Ocupaba el obispado de la ciudad bonaerense de San Nicolás y tenía roces con los jefes militares de la zona. Muchos lo apodaban monseñor ambulancia, porque solía recoger a víctimas de las torturas y recibía a los familiares de desaparecidos.
Siempre se sospechó que el accidente automovilístico que en 1977 costó la vida a monseñor Carlos Alberto Ponce de León había sido un asesinato más de la dictadura argentina (1976-1983).
Casi 30 años después, la sospecha se ha confirmado. El hijo adoptivo del religioso, Víctor Oscar Martínez, que oficiaba de chófer y secretario, regresó del exilio y confió a la Justicia cómo fue el crimen.
La dictadura se especializó en eliminar a religiosos molestos. Monseñor Enrique Angelelli, obispo de La Rioja, el sacerdote Salvador Barbeito Doval, junto a cuatro colegas y dos monjas cayeron en la guerra sucia.
Ponce de León ocupaba el obispado de la ciudad bonaerense de San Nicolás y tenía roces con los jefes militares de la zona. Muchos lo apodaban monseñor ambulancia, porque solía recoger a víctimas de las torturas y recibía a los familiares de desaparecidos.
Su muerte ocurrió el 11 de julio de 1977 cuando viajaba a Buenos Aires, junto a su hijo adoptivo, Martínez, para presentar al Episcopado documentación sobre casos de desaparecidos y la matanza de Barbeito Doval.
Martínez ha dicho al juez Villafuerte Ruzzo que en aquel viaje, repentinamente, perdió el dominio del auto y volcó. Acto seguido, presenció cómo un grupo de militares se les acercaba y empezaban a golpear con las culatas de sus fusiles al obispo. Haciéndose pasar por muerto, Martínez consiguió que a él lo dejaran en paz y, al rato, escuchó la voz del coronel Manuel Fernando Saint Amant, por entonces jefe del batallón de San Nicolás, dar la orden de ejecución: «¡Rematen al subversivo!», seguida de un disparo.