Los países del G-8 son responsables del 84% de las exportaciones mundiales de armas. Deberían liderar el camino hacia un mundo más seguro, pero sus exportaciones contribuyen a incrementar la inestabilidad y los conflictos.
01 agosto de 2005
Los países del G-8 son responsables del 84% de las exportaciones mundiales de armas que tienen lugar cada año, según un informe de Amnistía Internacional y Oxfam Internacional.
Un verdadero compromiso con África y con el desarrollo de los países del sur debería conllevar medidas firmes para reducir de manera significativa la exportación de armas a los países empobrecidos. El G-8 no está dispuesto a afrontar este problema porque el problema reside en ellos.
Los cinco principales exportadores de armas del mundo forman parte del G-8. Son, por este orden, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y Alemania. En cuanto a la exportación de armas ligeras, que matan cada año a 500.000 personas, el podium está conformado por Estados Unidos, Italia y Alemania.
Estas exportaciones en muchos casos tienen como consecuencia la perpetuación de los conflictos, el aborto de procesos de paz y la violación de derechos humanos. El G-8 debería liderar el camino hacia un mundo más seguro, pero sus exportaciones contribuyen a incrementar la inestabilidad y los conflictos.
Los ocho países más ricos del mundo invierten en la industria armamentística diez veces más de lo que destinan a ayuda al desarrollo. Estados Unidos alcanza el peor registro: 24 veces más en armas que en ayuda. El informe de Amnistía y Oxfam revela que los países del G-8 no sólo se saltan los embargos de Naciones Unidas, sino que todos ellos violan sus propias leyes nacionales.
Alemania exportó en 2001 armas ligeras por valor de 156 millones de dólares. Si bien tiene una legislación restrictiva en la exportación de armas completas, apenas existe control de las exportaciones de componentes armamentísticos y del material de doble uso.
Estados Unidos es el líder en todo: producción de armas, exportación, venta de armas ligeras, y venta a países menos desarrollados. Exporta una media de 19.000 millones de dólares al año en armas. En el último quinquenio su principal cliente ha sido Arabia Saudí, con unas compras de 6.300 millones de dólares. Cuatro de las cinco principales empresas armamentísticas son estadounidenses. La legislación norteamericana prohíbe brindar ayuda militar a países cuyas fuerzas de seguridad violen los derechos humanos, pero EEUU exporta armas a Arabia Saudí, Israel, Nigeria, Filipinas o Sri Lanka.
Francia ha exportado en los últimos años armas a países como Sudán, Myanmar o China, que sufren sendos embargos de la Unión Europea o de Naciones Unidas. En el caso de Sudán y Myanmar se exportaron casi dos millones de euros en bombas, granadas y municiones con una total falta de transparencia.
Italia ha vendido en los últimos años armas ligeras a países como Sierra Leona, Nigeria, Colombia o Kazajstán. Estos envíos violan la propia legislación italiana, que prohíbe ventas a países en conflicto. Uno de los problemas clave de las exportaciones italianas es que el 33% de las armas son consideradas de uso civil y reciben un control mucho más laxo. Estas armas «civiles» han sido vendidas a RD Congo, Colombia o Guatemala.
El Reino Unido es el segundo exportador de armas mundial, con unas ventas de 4.300 millones de dólares al año. El gobierno de Blair presume de tener uno de los sistemas de licencias de exportación más estrictos y transparentes del mundo, pero últimamente ha hecho un uso exagerado de las «licencias abiertas», que permiten hacer múltiples cargamentos a determinado destino sin necesidad de control.
Rusia exporta armas alrededor del mundo sin ningún criterio de carácter ético ni legal. Algunos de los casos más evidentes son el suministro de munición a Corea del Norte, de equipamiento militar a Birmania, de helicópteros de combate a Nigeria, o de grandes sistemas de artillería a Etiopía mientras pesaba un embargo de Naciones Unidas sobre este país.
Ricardo Magán, coordinador de Armas bajo Control en Intermón Oxfam, considera que «el G-8 debe abandonar la retórica y empezar a mostrar acciones concretas, como la adhesión al tratado internacional. No hacerlo es una irresponsabilidad frente a quienes sufren la violencia en su propia piel».
Si el problema está en el G-8, es el resto de países los que deben desencallar esta situación. Intermón Oxfam y Amnistía Internacional proponen en su campaña Armas bajo Control que los gobiernos se pongan de acuerdo para elaborar y adoptar un tratado internacional para el control del comercio de armas, que ponga fin a las malas prácticas existentes. Este tratado internacional, cuya idea ya ha sido asumida por más de una veintena de países, debería aplicarse a todo tipo de armas, ser vinculante, y estar basado en el derecho internacional.
Héctor Oliva: Intermón – Oxfam
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