En el sur de Etiopía, tres gigantes están construyendo una presa gigantesca sobre el río Omo: Gibe III. El presupuesto es de 1,4 billones de euros. Ya está realizado un tercio del total del proyecto. Con la presa se construye un gigantesco muro de 240 metros de altura, el más grande del mundo en su tipo, para la presa hidroeléctrica más grande de todo el continente africano.
La Gibe III la están construyendo tres gigantes:
- El gigante chino, que aporta especialmente la financiación a través de su mayor banco, el ICBC (Banco Industrial y Comercial de China). La financiación corrió a cargo, en un principio, del Banco Mundial, quien la detuvo debido a lo controvertido del proyecto. Fue entonces cuando el ICBC tomó el relevo. Este banco aporta financiación directa o a través de préstamos a sus empresas, como el otorgado a la compañía también china Dongfang Electric Machinery Corp, de propiedad estatal, que suministra equipos y maquinaria.
- El gigante europeo está aportando la construcción. Ésta corre a cargo de la empresa italiana Salini Costruttori. La adjudicación a esta constructora se hizo a dedo, sin ningún concurso público, contrariamente a lo que dicta la ley etíope. Incluso la construcción comenzó dos años antes de que la agencia etíope de protección medioambiental diera su permiso para el proyecto. Recientemente el gobierno italiano concedió a Etiopía un nuevo préstamo de 250 millones de euros para continuar con la presa; este dinero, además de acabar en las arcas de las empresas italianas, pasará a engordar la enorme deuda que el país africano tiene con el europeo.
- El gigante norteamericano, que no podía faltar, a través de la empresa Harsco Corporation, aporta equipamiento de última tecnología. Además, EEUU, muy en su línea, apoya al gobierno etíope en cuestiones de mantenimiento del orden y seguridad.
La presa Gibe III es uno de los proyectos más destructivos que se están construyendo en el mundo. Se está levantando en un enclave natural excepcional; incluso, el valle del Bajo Omo fue declarado patrimonio de la humanidad por la propia UNESCO. Algunas organizaciones ecologistas se están haciendo eco de la polémica construcción, y están llevando a cabo diversas protestas debido, sobre todo, a la destrucción del medio natural que va a suponer. Estas organizaciones colocan en segundo, tercer o último lugar a las personas, o ni tan siquiera las mencionan o se refieren a ellas como “indígenas”. Pero la destrucción, la catástrofe con mayúsculas, en Gibe III, tiene nombre de personas, de familias, de hombres, de mujeres, de niños, de pueblos enteros; el hambre acecha a cerca de un millón de personas, personas que no cuentan:
- Medio millón de etíopes viven en el Bajo Omo. Su alimentación depende de los ciclos de crecida del río. Cuando la inundación del río Omo se retira, siembran sus cultivos y el ganado pasta en la llanura de la inundación. Con la presa, ya no habría crecidas, ya no se inundarán las tierras, ya no podrán sembrar, ya no podrá pastar el ganado, ya no podrán comer. Ésta será su catástrofe. A ellos nadie les consultó sobre la presa. Y nadie les ha dado opciones. Sencillamente no cuentan.
- Como tampoco cuentan los kenianos, al otro lado de la frontera. El río Omo es la principal fuente de agua del lago Turkana en Kenia, que es el medio de vida de más de 300.000 personas. Como denunciaba un pescador del lago: “Dependemos de la pesca, si el Omo no tiene su crecida natural, nosotros moriremos”.
Y la Gibe III ¿para qué? A estas alturas no vamos a pensar que la presa va a llevar agua potable a los habitantes de la región, sería tan de ilusos como pensar que el petróleo africano ha enriquecido al continente. De entrada, la presa ya está siendo un negocio, un gran negocio para estos tres gigantes-depredadores. Y después también. El gobierno de Etiopía tiene previsto arrendar grandes extensiones de la tierra de estos pueblos del valle del Omo a empresas extranjeras y gobiernos para la producción a gran escala de cultivos para la exportación, especialmente biocombustibles, que se regarán con el agua de la presa, el agua del millón de personas condenadas al hambre. Por supuesto, para ello, expulsarán a los legítimos dueños de esas tierras o los convertirán en campesinos-explotados de grandes compañías extranjeras.
Dicen la ONU y sus agencias que Etiopía es el país con mayor crecimiento en toda el África subsahariana en los últimos diez años, que las condiciones para la inversión extranjera son muy buenas. Es la misma Etiopía en la que hoy se están muriendo de hambre y sed seis millones de personas, la misma en la que las mujeres dedican entre cuatro y ocho horas cada día de su existencia a buscar agua. La misma en la que un millón de personas están asistiendo con los dientes apretados, al robo impune de sus tierras, su agua, y su futuro.