Goodbye Zapatero

1911

El 10 de julio del año 2000 José Luis Rodríguez Zapatero era elegido Secretario General del PSOE con un estrecho margen. Si fue sorprendente tal elección, explicada por el apoyo del sectarismo guerrista, más sorprendente fue que ganara las elecciones de 2004.

Pese a no haber ganado nunca unas elecciones por mayoría absoluta, Felipe González no dudó en afirmar en su momento que Zapatero ha tenido más poder que el propio González tuvo en el PSOE.

Cuando todavía era un candidato imberbe que se había pasado los trece años del felipismo calentando plácidamente el sillón del congreso, apostó por darse a conocer como candidato a secretario general sacando de la chistera la Tercera Vía que Blair había puesto en marcha y que Scroëder seguiría con igual fortuna. En aquella campaña de hace diez años, recogió en diversos encuentros con militantes socialistas más desprecios y bofetadas que adhesiones y aplausos. Pero ganó y alguna vez (ahora) el PSOE tendrá que explicar cómo y por qué.

Sabiendo que no contaba con el apoyo del aparato ideó una sagaz campaña «ZP Presidente, Zapatero Presidente» que le supuso ir arañando votos y desgastando a un candidato plano y elegido por un democrático dedazo: Mariano Rajoy.
No se ocultaba una concepción presidencialista del poder inspirado en el modelo americano; sí, del antiamericano Zapatero que se sentó en un desfile militar ante la bandera americana. Su buena campaña, el infausto atentado terrorista, la manipulación de los medios y la prepotencia, torpeza y sectarismo de Aznar hicieron el resto

Conseguido el poder, tuvo manos libres para realizar dos cosas: una laminar al aparato que no lo apoyó y no creyó en él; e inventarse un programa político que no tenía.

La renovación en los cargos del partido fue evidente y la constitución de sus gobiernos un auténtico acto propagandístico que marcaba sus líneas maestras. Es cierto que en ellos apostó por la paridad, dando un magnífico golpe de efecto, escenificado con la tan genial como mentirosa fotografía de la revista Vogue. Su apuesta por independientes en ellos era tanto una forma de contactar con la sociedad como un clarísimo mensaje a los cuadros de su partido. La apuesta por personas jóvenes le servía para ganarse al electorado y la bonanza económica le permitía que la sociedad olvidara los numerosos rebuznos que los imberbes ministros y ministras daban a cada paso.

Durante la primera legislatura la sociedad española vivió un espejismo de prosperidad donde se olvidaban los hechos más contundentes. El crecimiento económico que permitieron esos cuatro años de vino y rosas, se sustentaban en la sangre del pobre y del inocente. No es casual que la regularización de inmigrantes para ser explotados más vilmente y mejor que antes, coincidiera con la reforma de la ley del aborto. Ambas medidas son parte de la misma moneda y responden a la misma ingeniería social, a la misma concepción insolidaria de la vida y de la política.

El trato dado a los inmigrantes por Zapatero en las dos legislaturas muestra sin ambages la naturaleza de su proyecto político. En la primera se los regularizó para dar mano de obra barata y esclava a las empresas grandes, pequeñas y medianas de nuestro país, así como a las familias que necesitaban "canguros" para niños y viejos. Equilibraron las cuentas de la Seguridad Social, crearon riqueza con su trabajo y consiguieron repuntar la productividad de una economía que siempre la ha conseguido gracias a la explotación salvaje del trabajador. En las vacas flacas tocó perseguirlos hasta en los comedores de Cáritas para expulsarlos, criminalizándolos y alentando la vena xenófoba de amplios sectores de la sociedad.

La promoción del aborto como derecho, el ataque a la familia y el desprecio y el menosprecio sistemático a la Iglesia católica son manifestaciones de esa misma concepción de la política. Esto no es un programa radical de izquierdas como dicen algunos, ni es adanismo político como dicen otros; es un ciego presidencialismo con raíces tan autoritarias en lo político como individualistas en lo cultural. Por eso los tiempos de ZP se han movido tan bien en los tiempos marcados por el nuevo totalitarismo que en los países enriquecidos avanza como un magma imparable.

Quien hace cuatro años negaba que hubiera crisis, dice ahora haber perdido por la crisis;
quien decía ser un gobernante progresista y de izquierdas, ha realizado los recortes sociales más grandes de la historia;… Podríamos seguir y solo podríamos corroborar cada vez mejor la mentira sobre la que se ha basado este personaje. Una mentira que en su momento la sociedad quería escuchar. Pero finalmente no olvidemos que quien dijo que llegó sin lazos al poder, se aferra a él y se resiste a abandonarlo. Buen legado de un insolidario y de un traidor a los empobrecidos y al socialismo.