Nuestro corazón de madres está profundamente herido. Las lágrimas no se secan ya en nuestro rostro. ¿Por qué tanta violencia? ¿Por qué tantas pérdidas de vidas humanas?
Gritamos nuestro dolor ante el mundo. Deteneos, dejad de matar y de hacer que se pudra la vida que nace de nuestras entrañas. Nosotros y nuestros hijos tenemos derecho a la vida, a la paz y a la felicidad.
Como mujeres, desde el profundo sentimiento de dolor y en nombre del Creador de la vida os interpelamos:
A vosotros, autoridades de nuestro país:
Habéis abandonado a nuestro pueblo a su triste suerte. Lo habéis entregado al pillaje, empobrecido, extenuado. Y, por si fuera poco, nos habéis metido ahora en una guerra en la que nosotros y nuestros hijos nos vemos abocadas de repente al odio, a las masacres, al aniquilamiento. Nos habéis demostrado, una vez más, vuestra total incapacidad para gobernar este país.
A vosotros, gobernantes de los países africanos:
¿Qué habéis hecho de la OUA? ¿Habéis convertido nuestros países en vuestra propiedad particular y al pueblo en vuestros esclavos. Habéis hecho de nuestro continente objeto de subasta y de irrisión por el mundo entero.
En nombre de nuestros hijos, que continúan inundando nuestra tierra africana, como mujeres , os decimos: utilizad la palabra, la sabiduría de los antepasados para solucionar los problemas internos. Buscad la manera de salir con éxito de esta situación, como otros pueblos han sido capaces de hacerlo. Uníos para construir un África nueva y adulta ante el mundo.
A vosotros, gobernantes europeos y norteamericanos:
Nosotras, mujeres africanas, os gritamos: Queremos la paz en nuestros países. En nombre de la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables, en lo que sois “expertos”, dejad de fabricar y enviar armas que nos debilitan y nos matan. Es la mayor ayuda humanitaria que podréis hacernos. Acabad de una vez con la cultura de la muerte en la humanidad.
Poned vuestra tecnología al servicio de la paz y la construcción de un mundo más humano. Haced que se desarrollen entre las naciones relaciones de intercambio y relaciones de igualdad.
A vosotras mujeres europeas y norteamericanas:
No tenemos por qué recordaros que el lugar de la esperanza de vida en que nos encontramos, más allá de nuestras diferencias, es nuestra feminidad. En nombre de la vida, ese don precioso que el Creador ha puesto en nuestras manos, uníos a nuestro grito de dolor. Luchad contra los sistemas político- económicos de vuestros estados que amenazan la vida allí donde se encuentran, en particular en vuestro continente.
A vosotras, mujeres africanas:
En estas situaciones trágicas que nos aplastan, permanecemos como los únicos testigos del misterio de la vida, anunciadoras de la victoria de la vida sobre la muerte.
Permanezcamos firmes también nosotras en la lucha. No dejemos pudrir la vida que nace de nosotras. Apretémonos bien los riñones hasta dar a luz a un Africa más justa, más libre, más liberadora, fundada en valores humanizadores.