Benedicto XVI, precedido de la Cruz, se asomó al balcón central para saludar a los fieles e impartir la bendición Urbi et Urbi. Sus primeras palabras, en italiano, fueron: «Querido hermanos y hermanas, tras el gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mi, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor».
El Universal (Mexico)
Elección de Ratzinger demostró unidad: Moctezuma Barragán
Indica el embajador de México en la Santa Sede que los americanos y los latinoamericanos debemos sentirnos satisfechos porque por primera vez se mencionó el nombre de algunos cardenales como papables
Claudia Castro
El Universal online
Ciudad de México
Martes 19 de abril de 2005
17:55 El alemán Joseph Ratzinger, desde hoy conocido como Benedicto XVI, es el Papa número 265 en la historia de la Iglesia. El alemán de 78 horas es el segundo Papa que no es italiano desde 1522. Juan Pablo II, su antecesor de origen polaco, fue el primero.
«Los Papas son universales, no importa la nacionalidad, el anterior fue polaco y el actual de Alemania, sin embargo se asumen como cabeza de la iglesia universal independientemente de la región, país o continente que provengan», opinó Javier Moctezuma Barragán, embajador de México en la Santa Sede.
Sin embargo, precisó Moctezuma, los americanos y los latinoamericanos debemos sentirnos satisfechos porque por primera vez se mencionaba el nombre de algunos cardenales como papables.
La elección de Joseph Ratzinger demostró la unidad entre los 115 cardenales. Juan Pablo II dejó hermandad y unión entre ellos, agregó en una plática con EL UNIVERSAL online.
«En tan solo yun día y medio se eligió a Benedicto XVI lo que no había sucedido desde 1878 cuando se eligió a Leon XIII»
Para México y para el mundo fue una noticia que se recibió con beneplácito por las características con las que cuenta Joseph Ratzinger.
«Fueron horas emocionantes, estar en San Pedro con la plaza llena, en espera de las votaciones, las fumatas primero de color negro y posteriormente la blanca provocó la alegría entre los presentes. Gente de todos los países, mexicanos ondenado las banderas, se vivió un momento histórico porque a veces se vive sodo dos o tres veces por generación», puntualizó el embajador en el Vaticano.
Ratzinger, Benedicto XVI
La Razón (España)
El cardenal alemán Joseph Ratzinger, de 78 años, hasta ahora decano del Colegio Cardenalicio y durante más de 20 años defensor de la ortodoxia de la fe católica, fue elegido hoy el 265 Papa de la historia de la Iglesia y sucesor de Juan Pablo II, del que fue su brazo derecho. Ratzinger ha adoptado como nombre Benedicto XVI, el segundo más escogido por los Pontífices, después de Juan, que han sido hasta el momento 23, y que junto a Gregorio, que ha habido 16.
Para remontarse a un Papa alemán, hay que volver la mirada hasta el 1055, cuando fue elegido Pontífice Víctor II, que ocupó el Sillón de Pedro desde el 16 de abril de ese año hasta el 28 de julio de 1057. Han pasado desde entonces más de 900 años.
El nuevo Papa fue elegido en la cuarta votación del cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II comenzado ayer en la Capilla Sixtina del Vaticano y al que asistieron 115 cardenales procedentes de 52 naciones.
Cuando todo daba a entender que esta segunda jornada acabaría con fumata negra, como ayer, pasadas las 17.50 horas local (15.50 GMT) comenzó a salir un ligero humo de la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina. En un principio no se distinguió bien el color, pero inmediatamente se vio que no era negro hasta convertirse en «Fumata blanca». Era el anuncio de que la Iglesia tenía un nuevo Papa. Poco después, el repique de campanas de la basílica de San Pedro confirmaba que el Trono de Pedro tenía nuevo inquilino.
En medio del nerviosismo, emoción, alegría, interés por conocer el elegido y el nombre por parte de las decenas de miles de personas que abarrotaron la plaza de San Pedro, a las 18.43 local (16.43 GMT) el cardenal protodiácono, el chileno Jorge Arturo Medina Estévez se asomó a la logia de las bendiciones de la basílica de San Pedro del Vaticano y anunció al pueblo la elección las palabras del ritual. «Annuntio vobis gaudium magnun: Habemus PAPAM» (Os anuncio una gran alegría, tenemos Papa). Agregando, mientras la muchedumbre contenía la respiración: «Eminentíssimun ac Reverendíssimum Dóminum, Dóminum Josephum Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Ratzinger, qui sibi nomen imposuit Benedictum XVI» (el eminentísimo y reverendísimo señor Joseph, cardenal Ratzinger, que ha adoptado como nombre Benedicto XVI).
Una cerrada ovación y gritos de «Benedicto, benedicto» acogieron el anuncio. Cinco minutos después, a las 18.48 horas local (16.48 GMT) Benedicto XVI, precedido de la Cruz, se asomó al balcón central para saludar a los fieles e impartir la bendición Urbi et Urbi. Sus primeras palabras, en italiano, fueron: «Querido hermanos y hermanas, tras el gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mi, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor». JMe consuela el hecho que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes (en referencia a él) y sobretodo confío en vuestras palabras», añadió Benedicto XVI. El nuevo Papa agregó: «en la alegría del Señor resucitad, confiando en su ayuda permanente, vamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su Madre Santísima, estará de nuestra parte. Gracias».
Con su elección se pone fin a una etapa de Sede Vacante de la Iglesia Romana, comenzada a las 21,37 horas del pasado 2 de abril, cuando falleció Juan Pablo II. El primer Cónclave del tercer milenio, según precisó el maestro de ceremonias pontificias, el arzobispo Piero Marini, comenzó a las 17.25 horas (15.25 GMT) de ayer, cuando pronunció el «Extra Omnes», «todos los ajenos, fuera».
La primera fumata negra se produjo a las 20,04 horas local (18,04 GMT), dos horas y media después. La segunda, primera de hoy, a las 11,52 horas local (09.52 GMT) y esta tarde la blanca, el anuncio de que los más de mil millones de católicos del mundo tiene nuevo pastor.
Según establece la constitución apostólica de Juan Pablo II para el cónclave, Universi Dominici Gregis, el nuevo Papa adquiere de hecho la plena y suprema potestad sobre la Iglesia universal, y puede ejercerla, en el mismo momento en elque acepta la pregunta del cardenal decano sobre si quiere ser Pontífice.
El documento establece que el Pontífice, tras haberse puesto en la Sacristía, con ayuda del Maestro de las Celebraciones Litúrgicas, los vestidos que le son propios -se preparan tres vestidos y zapatos de varias tallas-, regresa a la Capilla Sixtina y se sienta en la Cátedra. Los momentos de oración previstos a continuación no constituyen ningún tipo ratificación ni son un acto añadido a la elección canónica y a la aceptación, que son los dos momentos esenciales de la Elección del Romano Pontífice.
El Decano del Colegio Cardenalicio -o en su defecto el Subdecano o el primero de los cardenales obispos, dado que el elegido, Joseph Ratzinger, era el Decano- saluda entonces al Romano Pontífice diciendo: «Beatísimo Padre, en esta hora solemne en la que por un impenetrable proyecto de la Divina Providencia has sido elegido a la Cátedra de Pedro, antes de elevar, unánimes, nuestras oraciones a Dios y de darle gracias portu elección junto a la beata siempre Virgen María, Madre de Dios y todos los Santos, conviene recordar las palabras con las que nuestro Señor Jesucristo prometió a Pedro y a sus sucesores el primado del ministerio apostólico y del amor».
El Sumo Pontífice se levanta, todos están de pie y el primero de los cardenales diáconos proclamará el texto del Evangelio, entre los que propone el «Ordo». A continuación, el primer cardenal presbítero dice la oración por el Sumo Pontífice, tras haber invitado a un instante de oración en silencio: «Oh Dios, que en el proyecto de tu sabiduría has edificado a tu Iglesia sobre la roca de Pedro, cabeza del colegio apostólico, protege y sostén a nuestro Papa N.: tú que lo ha elegido como sucesor de Pedro, haz que seapara tu pueblo principio y fundamento visible de la unidad en la fe y de la comunión en la caridad. Por Cristo Nuestro Señor».
A continuación, los Cardenales electores, según el orden de precedencia, se acercan al nuevo Papa para expresarle un gesto de respeto y obediencia -salvo si el elegido no fuera obispo; sólo después de su consagración episcopal se le brindaría este gesto-. Concluido este acto, todos dan gracias a Dios en la Capilla Sixtina con el solemne canto del himno «Te, Deum, laudamus», que entonará el propio Sumo Pontífice, siguiendo el «Ordo». Tras ello, el cardenal protodiácono, en este caso el chileno Jorge Arturo Medina Estévez, da el solemne anuncio de la elección a los fieles y el nombre del Papa.