Los economistas que estudian cómo se distribuye la riqueza en España tienen en las SICAVs un termómetro excelente. Por eso el balance al cierre del tercer trimestre de 2014 no debería pasárseles por alto. Dice mucho y rompe algunos mitos, más aún cuando el necesario debate sobre la desigualdad está y estará en el centro de la contienda política de aquí a las elecciones generales.
Veamos los datos. Para empezar, cada vez hay más SICAVs. En 2007 se alcanzó el techo con 3.290 entidades. La crisis y la evasión fiscal redujeron su número. Pero este año se han abierto más de 200 nuevas y ya vuelven a ser 3.172, según datos extraídos por Dato Capital.
Recordemos que las SICAVs son esas sociedades de inversión conjunta ideadas para evitar la fuga de capitales que apenas tributan el 1% en el Impuesto de Sociedades. Durante años, los ricos las han utilizado supuestamente para verter en ellas sus ahorros y facilitar el reparto familiar de las rentas líquidas. Muchas siguen cumpliendo esta función. Pero otros tantos sobre todo las emplearon para eludir el pago de impuestos mediante reducciones de capital. Así las vaciaron durante la crisis, ganándose a pulso su mala fama.
24.000 accionistas más
Volvamos a los datos. Actualmente, 437.548 personas en España invierten a través de SICAVs. No son el 1% de la población, sólo el 0,94%, pero son 24.284 ciudadanos más que hace nueve meses. Algunas se han convertido en auténticos fondos de inversión y suman miles de socios/inversores gracias a que la gran banca las ha incluido en su política comercial. Brunara Sicav, del BBVA, tiene 7.829 socios; Torrenova (Banca March), 4.299, y Cartera Inmobiliaria (Santander), 3.785.
Más números. En septiembre, las SICAVs españolas sumaban un patrimonio de 30.907 millones de euros, 5.543 más que hace un año (+21,7%). Esto se debe a tres variables que coinciden estos días.
Primero, con el mercado inmobiliario pasto de los fondos buitre, las Socimi aún lejos del capitalismo popular y el Ibex dando bandazos, las SICAVs se han vuelto interesantes para quienes buscan invertir en Bolsa con cierto equilibrio y una rentabilidad razonable.
Segundo, la amnistía fiscal, el caso Pujol, entre otros, y el temor a nuevas sanciones han provocado que muchas familias adineradas engorden estas ‘cartillas’ de ahorro.
Y tercero, la guerra comercial ha situado las comisiones de gestión al mínimo, de forma que se han puesto a tiro de bolsillos mucho menos pudientes que años atrás que han visto en ellas una alternativa a los fondos y a los depósitos. Y los bancos encantados.
Los ricos, el señuelo
Metiéndose más en harina con los datos se puede ver que la mayor parte del dinero que ha entrado en las SICAVs ha ido a parar a las gestionadas por los bancos. Hay 23 SICAVs que acumulan al menos 100 millones de euros, siete más que hace un año. Y han sido estas 23 las que han captado gran parte del dinero nuevo, 1.500 millones, el 27% de todo lo que han engordado las casi 3.200 SICAVs.
Pero, mientras casi todas ellas han crecido orgánicamente, las otras lo han hecho ganando accionistas que se miran en ellos. Y los bancos otra vez encantados. Y César Alierta, también. Su sicav, Lierde, ha adoptado la misma estrategia al tiempo que compraba el Real Zaragoza y ha doblado su patrimonio.
Los deberes de Montoro
Al hilo de estas cifras, el salto de las SICAVs al ahorrador medio y el regusto de los ricos por ellas, sería tentador imaginarse al ministro Montoro adoptando la postura del loto y levitando a varios palmos del suelo henchido de gozo.
No debería. Está a años luz de acabar con la emigración sin retorno del capital. Después del verano, 2.899 ciudadanos confesaron tener dinero en Suiza, Andorra o Liechtenstein y optaron por pagar las sanciones por declararlo fuera de plazo, haciendo aflorar 1.165 millones.
Después de #LuxLeaks sería lógico que llegara #HolandaLeaks y afloraran las decenas de familias españolas que están trasladando los beneficios de las empresas peninsulares a su patrimoniales en los Países Bajos, que no es un paraíso fiscal pero ofrece indudables ventajas.
Y Montoro tiene más motivos para dejar de flotar, pues cuanto más sofisticados son los conocimientos y aficiones financieras de la población, menos dinero se invertirá en la economía real. La industria de la especulación es la más compleja y rica de todas, pero también la menos necesaria.
Autor: José F. Leal