Haití: la tragedia estaba servida

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Un terremoto de 7 grados en la escala Richter nos traía la primera gran tragedia del año 2010 : 100.000 muertos , una población tremendamente afectada, un país devastado , imágenes de televisión, ríos de tinta, ayudas que llegan de todas partes del mundo y quizás una única pregunta: ¿por qué?

La respuesta parece teñida de mala suerte: «siempre les toca a los pobres, a los mismos». Todavía resuena en nuestro oídos el maremoto que sacudió Indonesia, o el ya lejano huracán  Mitch . Siempre se ha dicho que los desastres naturales e han sido una de las causas que originan el  Hambre, no obstante ¿es esto verdad? En absoluto, la pobreza extrema que se vive en Haití ya  existía antes del terremoto.


Lo que ha matado a 100.000 personas en Haití, no ha sido un terremoto, ha sido el empobrecimiento y lo más grave, la ignorancia del resto del mundo hacia ese empobrecimiento, que se concreta en estructuras económicas, políticas y sociales . El día antes del terremoto, Haití tenía un 80% de su población sobreviviendo con menos de dos dólares al día. Eso sí, en toda la Isla de la Española ( que comparten Haití y la República Dominicana) , multinacionales europeas y americanas explotan la caña de azúcar para nuestros cafés a cambio de salarios de miseria. También se explota el turismo en la vecina República Dominicana, convertida en paraíso para nuestras vacaciones a buen precio ( la célebre Punta Cana).


En Haití hay una de esas «Misiones de Paz» de los afamados Cascos Azules de la ONU, las huestes de la » Concordia Mundial».  Dicha ocupación militar lleva desde el año 2004 y se estiman en 8.000 los muertos por asesinato sólo en los años 2004-2005 en el área de la capital, víctimas de la brutalidad del régimen apoyado por la «Comunidad Internacional «(datos de la revista médica británica The Lancet ).


En definitiva, hablar de Haití antes del terremoto, era hablar del infierno, y como suele pasar, las condiciones indignas de vida son el caldo de cultivo ideal para que un fenómeno natural, provoque una catástrofe semejante. Si alguien todavía no está convencido, analícese por ejemplo el gran seísmo de San Francisco (Estados Unidos) del año 1990: un terremoto de 7 grados Richter, en Loma Prieta, afectando a un área metropolitana con  7 millones de habitantes : El número de muertos alcanzó las 63 personas frente a los 100.000 de Haití.


Resulta triste que nos seamos conscientes de  la miseria de nuestro mundo hasta que no ocurren causas semejantes. El imperialismo económico que provoca que existan en nuestro mundo muchos «Haitís», ya se está frotando las manos con la reconstrucción: ya se habla de un «Plan Marshall», ya hay una conferencia en Montreal programada, el FMI ya está comprometiendo préstamos para la reconstrucción . Y es que el tigre no es vegetariano. En España se ha tenido que denunciar a los bancos por cobrar comisiones sobre los donativos de ayuda a los damnificados: el caso es aumentar los beneficios cueste lo que cueste, y la reconstrucción del país los va a generar sin duda alguna pero para las empresas participantes.


Y a su vez, este sistema genera una cultura materialista de la que nosotros participamos activamente. ¿Cuántos hemos viajado de vacaciones al Caribe ignorando el infierno al que nuestra indiferencia condena  a millones de personas en el mundo todos los días? ¿a quién le importaba Haití dos días antes del seísmo? O llevamos a cabo una lucha seria contra las estructuras que empobrecen nuestro mundo, o podemos esperar  a ver cuantas víctimas ocasiona el siguiente terremoto, maremoto, o similar que azote las zonas empobrecidas del planeta. De nosotros dependerá….