Cada poco tiempo se escucha que alguna personalidad pública afirma que hay que cambiar el Concordato con la Iglesia católica. También en el debate de las primarias que hubo entre los tres candidatos para dirigir el PSOE coincidieron en esa afirmación.
Más allá de que haya que cambiar -o no- el marco jurídico de relación entre la Iglesia católica y el Estado español conviene que aclaremos algunas cuestiones, porque hay bastantes falsedades y manipulación sobre el tema.
Primeramente es necesario saber que, propiamente, no hay Concordato del Estado con la Santa Sede, sino Acuerdos sobre diversos temas (enseñanza, asuntos económicos, jurídicos y fuerzas armadas).
En segundo lugar cuando se afirma que son preconstitucionales o predemocráticos, no conviene olvidar que lo último lleva la firma del señor Rodríguez Zapatero. Así que habría que preguntarles los que mantienen esta afirmación, si Zapatero fue un gobernante predemocrático; yo en principio (y sólo en principio) aceptaría como válida la respuesta que den. Los primeros Acuerdos vigentes son del año 1979 y la Constitución es de 1978.
Los Acuerdos con la Santa Sede tienen la condición legal de ser un Tratado Internacional y, por tanto, la reforma de estos Tratados debe hacerse de acuerdo con el Derecho Internacional, a no ser que aceptemos ser considerados como un país que no respeta el Derecho, la Legalidad y la Seguridad Jurídica. Muchos recordamos las tristes imágenes de los señores Moratinos y Zapatero mendigando un apretón de manos en cumbres internacionales, y todo por adelantar en un mes el fin de un acuerdo internacional.
En Política Internacional, además de ser sensato seguir el refrán popular de “no poner todos los huevos en la misma cesta”, debe saberse que Estados Unidos tiene embajadas en 172 países, Francia en 162 y España sólo en 95, pero la Santa Sede tiene relaciones con misiones diplomáticas plenas en 180 países (sólo 17 países soberanos no tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede). Tampoco conviene ignorar que en general el Decano del Cuerpo Diplomático es el Nuncio del Papa. Ignorar la realidad es exponerse a que te “atropelle”. La política internacional debe garantizar los derechos de los ciudadanos y favorecer el desarrollo de las relaciones entre los estados y los ciudadanos.
La importancia de la diplomacia de la Santa Sede puede verse por ejemplo en estos dos hechos tan distintos:
- Contó, estando yo presente, uno de los miembros del movimiento revolucionario M-19 que secuestraron a casi 20 embajadores en la embajada de la República Dominicana en Bogotá durante dos meses en 1980, y que entre todos ellos sólo el Nuncio sabía cocinar. Para sobrevivir los secuestrados era básico comer. Lógicamente todos tuvieron que fiarse del Nuncio, pues la alternativa era peor.
- El 17 diciembre 2014 se restablecen las relaciones diplomáticas entre USA y Cuba. El intermediario no fue ni España, ni México, ni … fue la Santa Sede y así la loaron tanto Obama como Raúl Castro. Cosa normal, pues la diplomacia vaticana es reconocida como la mejor diplomacia del mundo.
No trato de asesorar a un partido político, sino compartir gratuitamente con los lectores estas reflexiones con ánimo de servir a la verdad. No resulta nada atrayente asesorar a un partido político cobrando (tienes que decirles lo que quieren oír) o gratuitamente en el momento actual.
Autor: Antón Negro