Homenaje a Guillermo Rovirosa,

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EL JUEVES 15 DE MARZO la diócesis de Almería y el Movimiento Cultural Cristiano celebraron un homenaje al Guillermo Rovirosa, converso cristiano y militante obrero en proceso de beatificación

EL JUEVES 15 DE MARZO la diócesis de Almería y el Movimiento Cultural Cristiano celebraron un homenaje al Guillermo Rovirosa, converso cristiano y militante obrero  en proceso de beatificación. En la misa y la conferencia celebrada con este motivo se destacó el amor de Rovirosa a Cristo, la Iglesia y los pobres; así como su importante papel en la promoción de militantes obreros que pusieron en marcha la lucha contra el franquismo mientras el PSOE y otras organizaciones estaban de vacaciones. El acto se suma a los que se vienen celebrando en España e Iberoamérica con motivo de su proceso de beatificación.


 El pasado jueves la diócesis de Almería se sumó a los homenajes que se vienen celebrando en España e Iberoamérica con motivo del proceso de beatificación de Guillermo Rovirosa (1897-1964). Los actos, promovidos por el Movimiento Cultural Cristiano y presididos por el vicario de pastoral D. Manuel Pozo, comenzaron con una Eucaristía en la iglesia de Las Puras, y continuaron en el salón de actos de la casa sacerdotal San Juan de Ávila con la proyección de un montaje sobre el pensamiento de Rovirosa seguido de una conferencia del sacerdote vallisoletano D. José Ramón Peláez en torno a la espiritualidad de conversión. La sesión terminó con la presentación de diversas ediciones de las obras de Rovirosa y dos tesis que sintetizan su vida y espiritualidad.


 En el coloquio final varios asistentes manifestaron su agradecimiento por haber conocido la figura de Rovirosa, y se recordó con emoción al recién fallecido Julián Gómez del Castillo, amigo y colaborador del homenajeado que ha transmitido hasta hoy su espíritu promoviendo grupos de familias y sacerdotes entregados a una militancia cristiana de por vida a favor de los más pobres y su promoción.


 En su intervención Peláez señaló que lo más destacado de la vida de Guillermo Rovirosa fue su conversión al cristianismo, después de haber abandonado la fe de sus padres escandalizado por la superficialidad y las buenas formas del falso cristianismo que conoció en un colegio de religiosos. Desde los dieciocho a los treinta y seis años anduvo buscando la verdad en las ciencias y las matemáticas, en la Teosofía (una doctrina que pretende una amalgama de todas las religiones muy similar a la actual New Age) e incluso en el espiritismo, intentando encontrar consuelo tras la muerte de su cuñado y mejor amigo. Viviendo en París encontró de nuevo la llamada a la fe en Cristo al escuchar decir al arzobispo de la ciudad «Si un oculista es un especialista en los ojos, un cristiano es un especialista en Cristo». Esto le cuestionó sus críticas al catolicismo, ya que se enfrentaba a una religión que no conocía a fondo, mientras se esforzaba por encontrar la verdad en otras fuentes. Por eso se retiró con su esposa al monasterio de El escorial, donde durante unas navidades leyendo Las Confesiones de San Agustín, dio el paso definitivo a entregar su vida a Cristo.


 Desde entonces su vida fue una creciente entrega al estilo de vida adoptado por el pobre de Nazaret. Descubrió la experiencia de los trabajadores durante la Guerra Civil, como presidente del comité de una empresa autogestionaria. Su casa fue capilla clandestina desde la que se distribuía la comunión en el Madrid republicano. Vivió las cárceles franquistas, condenado por «rojo» cuando nunca había militado en ninguna corriente política. Y cuando en 1946 Pío XII pide a los obispos españoles lanzar el apostolado obrero dentro de la Acción Católica, recibe el encargo de poner en marcha esta iniciativa, por la que deja su trabajo y se dedica en cuerpo y alguna sin ninguna remuneración económica en la promoción de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC).


 Como converso cristiano vivió la radicalidad del Evangelio y reunió en torno a él antiguos militantes del Movimiento Obrero que tendieron los puentes entre la Iglesia y la clase obrera, disponiendo la sociedad española para una transición pacífica a la democracia. Publicaron miles de folletos de formación social y política, desde el semanario «¡Tú!» y después la editorial ZYX.


  Su amor a la Iglesia, negándose a defenderse cuando fue expulsado de la HOAC, le lleva  a continuar su misión bajo la propia responsabilidad fuera del apostolado jerárquico, desde el monasterio de Montserrat. Su testimonio ha llegado hasta hoy en la persona de Julián Gómez del Castillo y en los militantes del Movimiento Cultural Cristiano, familia de familias que quiere vivir el ideal de vida solidaria en Cristo difundido por Rovirosa, en la lucha a favor de los empobrecidos de la tierra. Un ideal que recordaba la pancarta que presidía el acto: «Sólo estaré donde los pobres protagonicen su vida personal y colectiva».