La película nos muestra con realismo las masacres ocurridas los días después del doble magnicidio de los presidentes ruandés y burundés el 6 de abril de 1994. Pero también silencia mucho, demasiado.Un combate de titanes, con el drama ruandés de fondo, enfrenta a EEUU y a sus aliados (Inglaterra y Canadá), contra Francia. El objetivo era rediseñar la carta geopolítica de África central y controlar militar y económicamente la región. Corrían los años 90. Es en este escenario en el que se desarrollan los acontecimientos narrados en la película Hotel Ruanda y obviarlo sólo puede responder a intereses bastardos.
EEUU apoyó al bando tutsi del sanguinario FPR de Kagame, mientras que Francia hacía lo propio con el dictador hutu Habyarimana.
La película nos muestra con realismo las masacres ocurridas los días después del doble magnicidio de los presidentes ruandés y burundés el 6 de abril de 1994. Pero también silencia mucho, demasiado.
Como muestra de la parcialidad del film tenemos el tema de las emisoras. En Ruanda sobresalieron dos radios: Radio Muhabura y RTLM (Radio Mil Colinas).
Radio Muhabura fue creada por el FPR en 1991 para difundir su ideología y demonizar al régimen de Habyarimana y a su partido, el MRND, tachándolos de genocidas. La emisora se llamó Radio Muhabura, y se puso bajo la dirección de un extremista tutsi, entonces conocido con el nombre de «Comandante Rutayisire Wilson».
Como reacción a lo que difundía esta emisora, los extremistas hutu crearon en 1993 Radio Mil Colinas, que informaba a los hutu sobre las atrocidades de los tutsi, y les pedía que se mantuvieran vigilantes y se defendiesen de ellos. Desde RTML se lanzaron llamamientos, en 1994, al asesinato de los tutsi.
Fue, pues, Radio Muhabura, en todo caso, la que rompió la unidad nacional, la que empezó a exacerbar los factores étnicos y el odio entre los partidos políticos y los hutu/tutsi. Sin embargo, Hotel Ruanda silencia este hecho, recalcando, y con razón, el papel tan crucial que jugó Radio Mil Colinas en exacerbar los ánimos en las semanas que precedieron al genocidio del 94. Pero calla a Radio Muhabura. Falta, entonces, a la verdad.
Quizás para explicar el por qué Hotel Ruanda sólo menciona el papel jugado por los europeos (belgas y franceses) y silencia por completo el que también jugó EEUU, podríamos seguir al periodista Keith Harmon Snow:
«Un verdadero periodista de investigación podría rastrear la propaganda de Hotel Ruanda para llegar a la United Artists, empresa madre de la Metro Goldwin Mayer, cuyos directores, curiosamente, dado que la película no habla del apoyo estadounidense a la invasión de Ruanda (1990-1994), incluyen al actual director de la United Technologies y general estadounidense retirado Alexander Haig. Hotel Ruanda se basó en el libro ahora aclamado, pero completamente mitificado, «We Regret to Inform You that Tomorrow We Will Be Killed», de Philip Gourevitch, el primer africanista neoyorkino, y cuyo cuñado, Jaime Rubir, fue el hombre de confianza de Madeleine Albright».
Por lo tanto, la película nos muestra el rastro de sangre (negra, toda negra) que ese duelo de titanes va dejando, pero nos oculta el propio duelo. Duelo que continua en suelo africano, duelo que sigue dejando rastros de sangre, negra, toda negra.