Hoy Texaco mañana Monsanto

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El día 14 de febrero, la Corte de la ciudad de Nueva Loja – Sucumbíos Ecuador condenó a la empresa Texaco ‘hoy Chevron’ por los daños que ocasionó en la Amazonía Norte del Ecuador luego de 26 años de extracción petrolera. En 1993 un grupo de pobladores afectados presentó una primera demanda contra Texaco en Estados Unidos pero las cortes de ese país decidieron que el caso debía ser juzgado en el Ecuador.

Durante la operación de Texaco, la empresa produjo deforestación de bosques prístinos, contaminación de los ríos amazónicos, quema de gas, llenó a la región de piscinas de desechos, pérdida de biodiversidad en la región más diversa del planeta. Todo ello repercutió de manera negativa en la salud de la población y violó los derechos de las comunidades indígenas asentadas en esa zona, y muchas de ellas perdieron sus territorios tradicionales.


Lo que sucedió en las últimas décadas del siglo XX en la Amazonía nos recuerda a lo que pasa hoy en el Cono Sur, donde una sola empresa, Monsanto, la misma que a través de la implantación de su tecnología, está ocupando vastos territorios con sus semillas de soja transgénica, y que como lo hizo Texaco en su día, está destruyendo la biodiversidad local, afectando la calidad del suelo y del aire; y a través de las aspersiones aéreas con glifosato, atentando contra de la salud de las poblaciones que están asentadas en la zona de influencia de las plantaciones de soja transgénica de Monsanto. Estas son comunidades que, al igual que en el norte de la Amazonía ecuatoriana, tienen padecimientos graves en su salud, con elevada incidencia de cáncer, leucemia, enfermedades respiratorias, de la piel, del sistema digestivo…


El juicio en contra de (Chevron) Texaco duró 18 años y es una prueba de la paciencia y capacidad de resistencia de las poblaciones afectadas, que constituyen uno de los grupos más vulnerables del Ecuador y que han sido sistemáticamente olvidados por el Estado ecuatoriano. Nos demuestra que la fortaleza moral que se construye cuando sabemos que lo que se persigue es justo, puede triunfar frente a la codicia de transnacionales como Texaco que en su tiempo fue la cuarta empresa más poderosa del mundo.


Los afectados por Monsanto podrían aprender de ese ejemplo, porque la sentencia del juez de Sucumbios nos demuestra que a las grandes transnacionales también les puede llegar la justicia. Aunque Monsanto nos diga que no es ella la que está fumigando en los campos de soja que cubren el Cono Sur, no se puede desconocer que es ella la que diseñó esta tecnología ecocida, lo mismo que en su tiempo lo hizo Texaco.


Esta es una sentencia histórica que abre el camino por el que pueden transitar otros afectados por los abusos de las empresas transnacionales en otras regiones del mundo.