No podía ser de otra manera. Quienes hemos estado siguiendo con avidez el desarrollo diario del Sínodo Africano de octubre hemos podido observar cómo día a día se iba desgranando la realidad del continente en toda su crudeza y en toda su esperanza. A la espera del documento final del Papa, el Mensaje Final del Sínodo lo anticipa recogiendo toda la vida y las reflexiones que se han ido exponiendo
La reunión llevaba como lema “La iglesia en África al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz. Vosotros sois la sal de la tierra”, y éste ha sido el gran eje de la misma y del Mensaje Final. Un gran eje que se desglosa en otros dos. El primero, el rostro y los agentes del sufrimiento africano, que dejan clara la urgente y profunda necesidad de reconciliación, justicia y paz para esta tierra dolorida. Y el segundo, un fuerte empuje al auténtico protagonista del quehacer, al pueblo africano:¡África, levántate!.
UNA MIRADA AL ÁFRICA DE HOY
Con un lenguaje fuerte, firme y valiente el Mensaje plasma la vida de un continente recorrido por el dolor. Pone nombre a las víctimas, y también a los responsables, sin caer ni en añejos victimismos, ni en las mentiras que difunden los medios de comunicación mundiales, ni en suavizar palabras. Mira África viendo cada cosa bajo la luz de la fe.
Insiste una y otra vez en la responsabilidad de todos, ya sea por acción o por omisión. Todos somos responsables aquí y allí, denunciando a los políticos locales al mismo nivel que a los intereses extranjeros:
África es rica en recursos humanos y naturales, pero muchos en nuestro pueblo se debaten en medio de la pobreza y la miseria, de guerras y conflictos, entre crisis y caos. Muy raramente todo esto es causado por desastres naturales. Se debe, más bien y en gran medida, a decisiones y acciones humanas de personas que no tienen ninguna consideración por el bien común, y esto, con frecuencia, debido a la trágica complicidad y conspiración criminal entre responsables locales e intereses extranjeros.
Cualquiera sea la ingerencia de los intereses extranjeros, se da siempre la vergonzosa y trágica colusión de los líderes locales: políticos que traicionan y malbaratan sus naciones, hombres de negocios corruptos que están coludidos con multinacionales rapaces, comerciantes y traficantes de armas africanos que han hecho fortuna con el comercio de armas pequeñas que causan gran destrucción de vidas humanas, así como de agentes locales de las organizaciones internacionales a quienes se les paga para difundir ideologías letales en las que ellos mismos no creen.
La consecuencia negativa de todo esto está a la vista del mundo entero: pobreza, miseria y enfermedades; refugiados dentro y fuera del país y en ultramar, la búsqueda de praderas más verdes lleva a la fuga de cerebros, emigración clandestina y tráfico de seres humanos, guerras y derramamiento de sangre, frecuentemente hechos por encargo, la atrocidad de los niños soldados y la indecible violencia hacia las mujeres. ¿Cómo se puede estar orgulloso de gobernar sobre un caos semejante? ¿Qué decir de nuestro tradicional sentido africano de vergüenza? Este Sínodo lo proclama de forma clara y fuerte: ha llegado el tiempo de cambiar estos comportamientos por amor a las generaciones presentes y futuras.
LLAMADA A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
De ahí que no se pueda entender lo que le ocurre al continente sin tener muy en cuenta a toda la comunidad internacional, a quien realiza un llamamiento. Una llamada concreta, que huye de la asistencia o de la ayuda, una llamada que va a la raíz pidiendo y exigiendo dignidad y justicia:
A los grandes poderes de este mundo les dirigimos una súplica: tratad África con respeto y dignidad. África desde hace tiempo reclama un cambio en el orden económico mundial en cuanto a las estructuras injustas acumuladas que pesan sobre ella. La reciente turbulencia en el mundo financiero demuestra la necesidad de un radical cambio de reglas. Pero sería una tragedia si las modificaciones se hicieran sólo en interés de los ricos y una vez más en perjuicio de los pobres. Muchos de los conflictos, guerras y pobreza de África derivan principalmente de estas estructuras injustas.
Un orden mundial nuevo y justo no es solamente posible, sino necesario para el bien de toda la humanidad. Se pide un cambio respecto a la deuda que pesa sobre los países pobres, que está matando literalmente a los niños. Las compañías multinacionales tienen que detener la devastación criminal del ambiente para su codiciosa explotación de los recursos naturales. Es una política miope la de fomentar guerras para obtener unos beneficios rápidos del caos, a costa de vidas humanas y de sangre. ¿Es posible que nadie sea capaz de interrumpir, y quiera hacerlo, estos crímenes contra la humanidad?.
Una llamada a la comunidad internacional a todos los niveles, porque el Mensaje menciona especialmente a los refugiados africanos que han tenido que dejar su tierra y que viven o sobreviven entre nosotros:
Muchos hijos e hijas de África han abandonado sus casas para buscar morada en otros continentes. Muchos de ellos están bien y contribuyen válidamente al desarrollo de sus nuevos países de residencia. Otros luchan por sobrevivir. Encomendamos a todos ellos a la adecuada atención pastoral de la Iglesia, Familia de Dios, allí donde se encuentren. «Era forastero, y me acogisteis» (Mt 25,35), no es solamente una parábola sobre el fin del mundo, sino también un deber que se ha de cumplir.
ÁFRICA, PULMÓN ESPIRITUAL DE LA HUMANIDAD
África no es sólo rica en recursos naturales, también lo es en el más preciado y precioso de los recursos, como lo recordada en la homilía durante la misa de inauguración del Sínodo, el Papa Benedicto XVI: África es el pulmón espiritual de la humanidad actual. Éste es un precioso recurso, más precioso que nuestros minerales y el petróleo. El Papa advertía sobre el riesgo que corre este pulmón de ser infectado por el doble virus del materialismo y del fanatismo religioso. Por eso, el Mensaje hace una llamada para hacer frente también a este ataque:
– A todos los africanos, especialmente a las familias y a las mujeres les pide que estén … en guardia ante los ataques de algunas venenosas ideologías procedentes del extranjero, que pretenden ser cultura «moderna».
– A los políticos: … Invitamos a los gobiernos y a las autoridades civiles a que recuerden que el país cuya legislación destruye a las familias, lo hace en detrimento suyo. La mayor parte de las familias piden sólo lo necesario para sobrevivir. Tienen derecho a vivir.
– A las agencias de la ONU: … les pedimos que sean más coherentes y transparentes a la hora de hacer sus programas … El Sínodo denuncia en particular todos los intentos furtivos de destruir y eliminar los ricos valores africanos de la familia y de la vida humana (por ejemplo, el detestable art. 14 del Protocolo de Maputo y otras propuestas similares).
ÁFRICA, LEVÁNTATE
Todo el Mensaje Final del Sínodo está atravesado de esta llamada a los africanos para que se levanten y tomen las riendas de su futuro: obispos, sacerdotes, consagrados, familias, mujeres, hombres, jóvenes y niños, todos.
Este futuro se decide en todos los planos de la vida. Por eso dedica especial atención a los laicos, a quienes llama a formarse, especialmente a través del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, porque … Vosotros sois la Iglesia de Dios en los lugares públicos de la sociedad … Esto exige que permitáis que vuestra fe impregne cada aspecto y rincón de vuestra vida; en familia, en el trabajo, en la profesión, en política y en la vida pública. A estos laicos comprometidos en la vida pública les recuerda que deben ser santos: África necesita santos en puestos políticos relevantes: políticos santos que limpien de la corrupción el continente, que trabajen por el bien de la gente y que sepan cómo animar a otros hombres y mujeres de buena voluntad fuera de la Iglesia para que se unan contra los males comunes que asolan nuestras naciones … Por desgracia, muchos católicos en puestos de prestigio no han respondido adecuadamente al ejercicio de sus cargos. El Sínodo invita a estas personas a que se arrepientan o a que dejen el escenario público y que así dejen de perjudicar al pueblo y de crearle mala fama a la Iglesia Católica.
Una tarea que es urgente porque … muchos están sufriendo y muriendo: no se puede perder más tiempo …, que necesita del verdadero perdón que … promueve la justicia del arrepentimiento y de la reparación, que conducen a una paz que llega a las raíces del conflicto y que transforman a quienes eran víctimas y enemigos, en amigos, hermanos y hermanas … y que esté basada en la unidad de los fieles … se debe movilizar a todos los miembros de la Iglesia, clero, religiosos y fieles laicos, para trabajar juntos en la unidad que hace la fuerza. Nos provoca y nos anima el proverbio africano que dice que «un ejército de hormigas bien organizadas puede abatir a un elefante». No debemos tener miedo y menos aún dejarnos desanimar por la enormidad de los problemas de nuestro continente.
Pero sobre todo, África no puede desesperarse, por eso acabamos con las propias palabras finales del Mensaje:
Compartimos con vosotros la fuerte convicción de este Sínodo: África no es impotente. Nuestro destino todavía está en nuestras manos. Todo lo que ella pide no es más que el espacio para respirar y prosperar. África ya se ha puesto en movimiento y la Iglesia se mueve con ella, ofreciéndole la luz del Evangelio. Las aguas pueden estar agitadas, pero con la mirada orientada a Cristo Señor (cfr. Mt 14, 28-32) llegaremos seguros al puerto de la reconciliación, de la justicia y de la paz.
África, ¡levántate, toma tu camilla y anda! (Jn 5,8)