En los últimos meses estamos viendo, en diferentes sectores de la sociedad, un anticlericalismo rancio y trasnochado, y un ataque a la Iglesia desde diferentes ámbitos…
En los últimos meses estamos viendo, en diferentes sectores de la sociedad, un anticlericalismo rancio y trasnochado, y un ataque a la Iglesia desde diferentes ámbitos (tanto a la moral cristiana, como a la propia institución), faltando además a la verdad al ocultar el peso cultural que el cristianismo (y más concretamente el catolicismo) ha tenido y tiene en Occidente. Los grandes valores morales de amor al ideal, esfuerzo, sacrificio, entrega, generosidad,…. que inspiraron los movimientos de liberación de empobrecidos (corno el movimiento obrero en Europa) tienen sin lugar a duda su base en la moral y la religiosidad cristianas; lo mismo podemos decir los derechos universales o derechos humanos, el desarrollo de la democracia…., y un largo etc.
La guerra civil está de nuevo en boca de todos y cada día hay más grupos de opinión dispuestos a no dejar tranquilos ni a los muertos, con el fin de arrojarlos a la cabeza de los que consideran hoy herederos del bando contrario en la contienda. Atendiendo a los medios de comunicación aparece un escenario de enfrentamiento obispos-gobierno en el que según la simpatía de uno u otro ha sido uno de los dos bandos el que ha comenzado. Para unos, el origen de la trifulca está en la ofensiva laicista del gobierno Zapatero, para otros han sido los obispos los que han iniciado una ofensiva contra el ejecutivo, en línea con su tradicional intolerancia ante la modernización de una sociedad madura que se libera de la tutela eclesiástica. Hay plataformas minoritarias que quieren prohibir las procesiones en las que participan millones de ciudadanos, quizá para demostrar su tolerancia y talante democrático de respeto al las mayorías. Y en las calles se repiten escenas como la ocurrida frente a la catedral de Barcelona, donde hemos visto manifestantes que insultaban a los creyentes y contra-manifestantes que les respondía pacíficamente con sus canciones. Y empieza a haber razones para pensar -que los católicos son considerados ciudadanos de segunda, ya que el señor presidente no tuvo tiempo para recibir a los padres que le llevaban más de tres millones de firmas a favor de la clase de religión.
A nadie se le escapa que es el fortalecimiento en los últimos años de las organizaciones antirreligiosas (masonería, plataformas «laicas»,…) y su peso en la dirección del PSOE, el que ha hecho posible la situación sectaria imperante. Los medios quieren dar la impresión de que estamos ante una reedición más del viejo conflicto Iglesia – Estado, o más concretamente, Iglesia- izquierda, tan característico de la historia de España. De hecho las referencias a Azaña, a la cruzada, a la persecución religiosa del 36 o a los cuarenta años de represión franquista, se repiten en los comentarios de prensa. Como si el progresismo de hoy consistiera en un regreso en la historia setenta años atrás, para recuperar los años perdidos por la derrota del 39. Sin embargo, debiera ser claro que los tópicos y mitos guerracivilistas, de los que unos yotros viven hoy presos, no nos sirven para analizar una España y una Iglesia muy diferentes a las de los años 30.
Es un momento histórico en el que el socialismo oficial ha traicionado los grandes ideales de Solidaridad, Justicia, y Autogestión, que caracterizaron a los movimientos de empobrecidos. Hoy defienden a los grupos de presión gay en vez de a los hambrientos, y se rodean de actores que pretenden ser los herederos de organizaciones elitistas y burguesas como el liberal Círculo de Bellas Artes. Por su traición, no les queda otra forma de tapar sus vergüenzas que manipular la opinión pública a base de losprestiges y de las guerras que a ellos les conviene (que de otras muchas no dicen nada), cuando están en la oposición. Y provocando guerras de religión cuando gobiernan al servicio del Imperialismo.
La Iglesia ha permanecido fiel a sus valores fundamentales basados en la dignidad de la persona humana y en la solidaridad con los últimos, como lo acreditan cientos de mártires cada año en todo el mundo. Esto no interesa al poder establecido, temeroso de la gran fuerza revolucionaria y transformadora del Evangelio, de manera que ha redoblado esfuerzos para desacreditar públicamente y dividir a la Iglesia, siguiendo aquellos dichos populares del miente que algo queda o divide y vencerás. Desde aquí se entiende la ofensiva del Sr. Zapatero en temas como el aborto y la eutanasia, la clase de religión… y la complicidad desde dentro de la propia Iglesia de grupúsculos proabortistas o en contra de la Jerarquía. Se trata de aparentar progresismo ya que NO SON DE IZQUIERDA y hace tiempo que han traicionado la defensa de los empobrecidos y la lucha por justicia.
Editorial de Id y Evangelizad
nº 45, Septiembre de 2005