Hay que contribuir a liberar a los niños de la esclavitud que aplasta su niñez. Para que aprendan a vivir en libertad. Queremos niños libres… para ser libres.
Nos gustaría poder hablar de juegos a secas, sin apellidos como cooperativos, creativos u otros en esa línea. Nos gustaría poder hablar de niños a secas. Pero este mundo salvaje condena a más de 400 millones de niños a la esclavitud. Para poder hablar del juego y de los niños sin más, tenemos que plantearnos hoy liberar al niño de la esclavitud y rescatar al juego del uso manipulador y castrador que hace del mismo el materialismo competitivo social y cultural.
¡Liberar al niño de la esclavitud! De la esclavitud literal, no metafórica. No hay niños trabajadores, como cínicamente proclama la UNICEF y el coro de ONGs adláteres al hablar de niños condenados a trabajar. Hay niños esclavos. Y esclavos en otros sentidos son también nuestros niños de aquí. Esclavos de la tiranía del capricho, del éxito, del consumo. Hay que contribuir a liberar a los niños de la esclavitud que aplasta su niñez. Para que aprendan a vivir en libertad. Queremos niños libres… para ser libres. Y también hay que liberar al niño del infantilismo permanente, que es la enfermedad a la que le condena una sociedad que quiere perpetuar la inmadurez del infante y no se quiere plantear ni por asomo que aprendamos a vivir la responsabilidad que exige la libertad, y la fidelidad que exige la lucha por la liberación de los niños. Queremos personas capaces de gestionar su propia vida en solidaridad con los demás.
¡Rescatar el juego! Rescatarlo del materialismo del juguete. Ese instrumento que el dios-mercado ha convertido, pervirtiéndolo una vez más, en un fin. Rescatar el juego significa rescatar la capacidad creativa que tiene el niño de convertir cualquier medio que tiene a su alcance en un instrumento de relación con los demás, de interacción con los demás. Restituir el cuerpo a cuerpo. Restituir el alma a alma.
Desgraciadamente los niños tienen que volver a aprender a jugar. Les hemos robado también el juego. Y con ello les hemos robado también su propia infancia, que no es la infancia que han fabricado los diseñadores de infancia y los mercados. Pero algunos educadores listos han convertido esta tarea de restitución en sueldo. Y quieren vivir del cuento de enseñar a jugar. Se creen que los niños no son capaces de aprender solos. Y han recibido hasta créditos universitarios que les dicen que son especialistas en juegos. A ellos también hay que liberarlos de su infantilismo y recordarles que ya son adultos. Si queremos rescatar el juego de los niños, vamos a dejarnos nosotros de juegos y vamos a embarcarnos en el compromiso político al que estamos obligados como educadores. Vamos a denunciar y trabajar contra la esclavitud infantil y contra una cultura de niños tiranos y esclavos.
Manuel Araus, educador y responsable de la Casa Escuela Iqbal Masih.
Como decía el responsable de la Casa Escuela Iqbal Masih, nos gustaría hablar de «juegos» a secas y de «niños» a secas, pero para eso hay que liberar al niño y hay que rescatar el juego.
Lamentamos profundamente tener que hacer un libro de juegos solidarios. Porque eso quiere decir que nos están robando la infancia. Y nos están robando el sentido de la vida. Esperamos con este libro ayudar a caminar en otra dirección: juegos pensados para aprender a colaborar por la existencia en lugar de luchar por la existencia, juegos pensados para construir una sociedad fraterna, de hermanos, de personas que ponen el sentido de sus vidas en dignificar la vida de otras personas, juegos pensados desde, en y para la solidaridad.
Si quieres información sobre cómo adquirir el libro, consúltalo a través de nuestro formulario de contacto.