El pasado sábado, tuvo lugar en la Rambla de Almería la ‘III Vigilia en solidaridad con los inmigrantes empobrecidos’
Este acto concentró a 120 personas, de forma pacífica, alrededor de un gran mapa de África y Europa divididos ambos continentes por una alambrada, escenificando así la muerte de miles de personas que han perdido la vida en las aguas entre África y Europa.
La Vigilia comenzó con el Canto “No me llames extranjero”, seguido de un poema bajo el título “Boul Bayékou”, que interpretó el coro africano de Níjar.
Se relataron varias historias de vida, con una exposición audiovisual, que nos acercaron a la realidad de sufrimiento de las personas inmigrantes, como el hecho que ocurrió en Almería, con la llegada de una patera, que había iniciado su viaje en Marruecos. Durante el viaje murieron nueve bebés y cinco adultos, entre ellos una mujer embarazada.
A través de la voz de una persona inmigrante, escuchamos porqué se está agravando esta situación: “Estamos tan acostumbrados a toda esta miseria… que ya no reflexionamos porqué se perpetúa una situación tan relativamente fácil de resolver, si existiera voluntad para solucionarla”. “Queremos gestionar nuestros propios recursos, protagonizar nuestra propia historia… La cooperación internacional tal como está estructurada, nos perpetúa en la miseria, puesto que no ataca a las causas que provocan nuestro empobrecimiento pobreza. Queremos soluciones estructurales, no paños calientes. África no necesita asistencialismo, sino Justicia”.
Para finalizar se leyó un Comunicado en el que se denunció que en España, más de 5 millones de personas no tienen trabajo. España es el país con más paro de Europa y aumenta también la explotación laboral, especialmente entre los inmigrantes empobrecidos.
Es urgente una acción eficaz contra las causas que provocan esta situación injusta, un cambio estructural que permita el desarrollo de los países empobrecidos.
Este acto organizado por el Movimiento Cultural Cristiano, Camino Juvenil Solidario y el partido SAIN ha marcado el inicio de la Campaña Permanente “Por la Justicia en las Relaciones Norte-Sur. No Matarás” que lleva a cabo el Movimiento Cultural Cristiano, desde hace más de 25 años.
Asimismo, colaboran y apoyan este acto: la Asociación Católica de Senegaleses, Asociación Iberoamericana “Prisma”, Hermanas Mercedarias de Níjar (Almería), Carmelitas Verdrunas de Vícar (Almería), Adoratrices y Religiosas Doroteas.
Historias de vida
Ahmed
Ahmed había salido de Marruecos una semana antes. Alto y delgado, de unos 25 años. El joven es uno de los supervivientes de la peor tragedia que han sufrido las costas de Almería. En su cara se mezclaban la tristeza y el cansancio por lo vivido en los últimos siete días. Aunque salieron el día 3 de julio, de las costas marroquíes, su viaje comenzó mucho antes de llegar al mar, desde Camerún.
Hablaba despacio, en inglés, desde el Centro de Atención Inmediata del Puerto de Almería, donde se iniciarán los trámites para deportarlo a su país: «Durante el viaje murieron nueve niños y cinco adultos, catorce personas en total. A medio camino nos quedamos sin comida ni agua. Tenemos quemaduras en la piel por el sol. Se nos rompió el motor y estuvimos tres días remando con las manos».
Habían pasado siete días en una lancha neumática de seis por dos metros, con 48 personas a bordo, que salió de las playas de Alhucemas (Marruecos). Algunos de ellos procedían de Gambia, Kenia, Angola, Camerún…
En el trayecto tuvieron que soportar un temporal con vientos de más de 70 kilómetros por hora y olas de más de cuatro metros que llegaron a inutilizar su único motor. Durante días la patera viajó a la deriva sin apenas agua ni alimentos. Cada uno había pagado, un pasaje de 1.500 euros por persona (un año de trabajo en su país). De los 48 que subieron a la embarcación, solamente 33 llegaron con vida. En este infernal viaje murieron nueve niños todos menores de cuatro años y cinco adultos, cuyos cadáveres arrojaron al mar los demás viajeros.
Fue un infernal goteo de muertos a bordo durante seis eternos días a la deriva. Dos de los ocupantes, eran los encargados de recoger los cadáveres de los nueve niños, de los brazos de sus madres y arrojarlos por la borda. Sólo un bebé logró sobrevivir. El aviso hablaba de 33 personas rescatadas, entre ellas varias mujeres embarazadas y un bebé. Fue este niño el primero en salir de la barca ‘Cabo de Gata’ del Servicio Marítimo de Guardia Civil que los rescató. La operación en alta mar fue complicada. Los ocupantes de la patera estaban tan exhaustos que no podían salir; los agentes tuvieron que subirlos a su barco.
Al puerto llegaron todos en malas condiciones; especialmente tres mujeres, en estado muy grave, deshidratados, con síntomas de hipotermia y quemaduras en todo el cuerpo provocadas por el sol y la mezcla del agua del mar y el combustible de la balsa neumática.
En estos años, 20.000 inmigrantes han muerto en las aguas entre España y África.
Esta vez
Esta vez la tragedia ocurrió en El Estrecho de Gibraltar, a 10 millas de Tarifa. Un amigo de las víctimas, preocupado por no tener noticias de la llegada a tierra, se puso en contacto con la central de emergencias del 112.
La lancha había volcado, y agarrados a ella pudieron resistir durante varias horas, las 22 personas que fueron rescatadas. El resto, más de 20 personas murieron ahogadas, entre ellos niños y bebés. En estas horas de espera, madres, padres, esposos, vieron desprenderse y desaparecer en las aguas, a sus familiares y amigos. Eran de Nigeria, Malí, Ghana y Senegal.
Los supervivientes llegaron a Tarifa muy afectados por la hipotermia pero sobre todo por el dolor de lo que habían vivido. Después de recibir los primeros auxilios en Tarifa, los trasladaron a la Comisaría de Policía de Algeciras para iniciar los trámites de expulsión de España.
Miles de seres humanos, hombres, mujeres y niños están siendo devorados por las aguas entre África y España. Sin duda alguna, la historia nos va a juzgar por nuestra insolidaridad ante este genocidio que está teniendo lugar en las costas de nuestro país.
No nos cansaremos de gritar el deber de SOLIDARIDAD con los inmigrantes. Solidaridad que exige JUSTICIA porque sus países de origen, muchos ricos en recursos naturales, están siendo expoliados por un sistema económico y político del que la Unión Europea forma parte decisiva.
La solidaridad exige dejar de robar, restituir y compartir hasta lo necesario para vivir. España tiene este desafío histórico como puente entre África, Iberoamérica y Europa de dar un ejemplo de solidaridad y justicia.
Nos hemos acostumbrado
Nos hemos acostumbrado a ver las imágenes de la miseria en los países empobrecidos, esos niños de vientres hinchados esperando la muerte… que ya ni son noticia en los informativos; o la emigración de miles de personas que no encuentran más salida que arriesgarse a morir ahogados, antes que seguir soportando una anti-vida, estamos tan acostumbrados que no nos importa que el poderoso Sistema de Fronteras Exteriores les obligue a hacer rutas más largas y peligrosas para no tener que verlos morir en nuestras costas sino en alta mar…
Nos hemos acostumbrado a hablar de “guerras tribales”, cuando en realidad son guerras de exterminio en las que los poderosos negocian con la venta de armas a los africanos para que peleen entre sí mientras ellos se llevan los diamantes, el coltán y el petróleo.
Nos estamos acostumbrando a todas estas cosas que ya no reflexionamos por qué se perpetúa una situación tan relativamente fácil de resolver, si existiera voluntad para solucionarla.
Los pueblos africanos clamamos
Los pueblos africanos clamamos por una justa solución de nuestros problemas; problemas que tienen causas y responsables. Se nos predica el multiculturalismo, pero realmente se pretende imponer una especie humana bajo un pensamiento único. Una forma de imperialismo, bajo el envoltorio del respeto a los derechos humanos.
Los pueblos africanos queremos recuperar nuestra dignidad, porque las riquezas de nuestro suelo bien gestionadas y pagadas al precio adecuado, nos permitirían vivir adecuadamente, sin tener que pedir nada a nadie ni que nuestra vida dependa de otros. No queremos que nos asistan las ONGs, o que se nos den las migajas de nuestras propias riquezas; no podemos conformarnos con la limosna, se disfrace como se disfrace, cuando debemos exigir y obtener justicia.
Queremos gestionar nuestros propios recursos, protagonizar nuestra propia historia… La cooperación internacional tal como está estructurada, nos perpetúa en la miseria puesto que no ataca a las causas que provocan nuestra pobreza. Queremos soluciones estructurales, no paños calientes. África no necesita asistencialismo, sino Justicia. No necesitamos compasión sino tocar las conciencias de los occidentales para que sepan que su bienestar se asienta sobre nuestra miseria.
Siglos de limosna, ayudas y cooperación al desarrollo… no han acabado con nuestra pobreza, sino que se han agravado aún más. Es hora ya… es el momento de poner soluciones reales.
Somos seres humanos con dignidad y queremos que se nos respete como personas, porque somos capaces de asumir los retos de nuestra propia existencia.
Almería a 19 de septiembre. 2009.