De acuerdo con el Banco Mundial, el crecimiento global se ha repartido de forma muy irregular. La diferencia de ingresos entre países ricos y pobres se ha ensanchado así como la diferencia entre ricos y pobres dentro de los países.
Relaciones con los
Estados
Las
multinacionales suelen tener un poder importante, que les permite negociar en
condiciones de fuerza ante Gobiernos, sindicatos, sectores de la sociedad civil
local, comunidades indígenas, etc. Esto suele generar mucha desconfianza, pues
en ocasiones usan su poder para exigir rebajas de impuestos, condiciones
laborales abusivas, salarios bajos o débiles regulaciones medioambientales.
La tensión puede
ser aún mayor si se trata de multinacionales de países del Norte que están
operando en el Sur, ya que a la asimetría de poder entre la multinacional y los
agentes locales se suma la asimetría entre países.
Es en los países
en desarrollo donde suele ser más fuerte el debate sobre el papel de las
multinacionales y donde sus actuaciones generan más polémica. En muchos casos
estos países tienen recursos naturales y mano de obra barata, que las
multinacionales tratan de aprovechar (ya que es lo contrario de lo que pasa en
sus países de origen). Esto da lugar a conflictos sobre cómo gestionar y
repartir los beneficios. En muchos casos se las acusa de imponer unas
condiciones que se traducen en una mengua de la soberanía nacional, o de ser
agentes del neocolonialismo.
Impacto en el
empleo
Uno de los
principales beneficios teóricos que provoca a corto plazo la llegada de
multinacionales a los países del Sur es la creación de empleo. Los gobiernos
suelen señalar la creación de puestos de trabajo como una de las principales
razones para alentar la llegada de las grandes empresas extranjeras.
Pero las
multinacionales no siempre crean empleo. El tipo de inversión que realizan de
forma más frecuente es la compra de activos de entidades ya existentes. Con
estas operaciones, las compañías crecen económicamente, pero no necesariamente
en tamaño real. Son habituales los procesos de reducción de costes y despidos, y
también son frecuentes las subcontrataciones.
En países de
América Latina o Asia, el crecimiento de puestos de trabajo en las nuevas
industrias – cuando se produce- no puede compensar el ritmo de la pérdida de
puestos de trabajo en las industrias locales tradicionales.
El control de la
tecnología
Las tecnologías
son un factor clave que permite optimizar la producción, producir a ritmos más
acelerados y reducir costes laborales indirectos. Pero además, permite segmentar
la producción, es decir, producir diferentes componentes en distintos lugares y
con ello incrementar los beneficios.
Un 95% de
las patentes pertenecen a empresas multinacionales del Norte. Más de 80% de las
innovaciones tecnológicas se generan en EE UU, la UE y Japón. La patente, tal y
como se concibe actualmente, es una figura relativamente nueva amparada por la
OMC y que implica que se puede patentar incluso seres vivos, conocimientos
ancestrales o patrimonio natural (como las semillas).
Mediante el nuevo
sistema de patentes, países y comunidades que tradicionalmente han acumulado
este saber no podrán hacer uso de esos conocimientos, tecnologías o componentes
naturales, a menos que tengan la autorización de la compañía que posee la
patente.
La cuestión fiscal
La evasión fiscal
es otra vía que utilizan las multinacionales para reducir costes. Para ello usan
diversas técnicas que se podrían denominar de «contabilidad creativa». Una de
ellas es la manipulación de los precios de transferencia de forma que el acento
de los beneficios se ponga en aquel de los lugares donde la carga impositiva sea
menor.
Otra fórmula es
canalizar la mayoría de los beneficios a través de paraísos fiscales, es decir,
lugares donde no se aplican impuestos sobre los beneficios, donde prima el
secreto bancario, y donde no se penaliza el blanqueo de dinero.
La
organización Christian Aid ha calculado que las multinacionales evaden impuestos
por un total de 160.000 millones de dólares al año en el total de los países del
Sur, una cifra que ronda los 50.000 millones en América Latina.
La cantidad es
entre tres y cuatro veces mayor a los 50.000 millones de dólares que el Banco
Mundial estima necesarios para financiar los ocho Objetivos de Desarrollo del
Milenio de la ONU.
Con respecto a la
cantidad que se ha evadido en América Latina, 50.000 millones de dólares
equivalen al total de las exportaciones argentinas en 2007, y también a las
reservas monetarias del Banco Central del mismo país.
Multinacionales y
conflictos
Otra esfera de
injerencia política es la participación de multinacionales en conflictos armados
o en la perpetuación de distintas formas de violencia en los países en los que
invierten. Estas injerencias pueden ser diversas.
Puede ocurrir que
una compañía contrate a personal armado para proteger sus instalaciones en zonas
de conflicto o, también, que empresa compre directamente materias primas a una
de las partes del conflicto armado, contribuyendo en ambos casos a la
perpetuación y agravamiento de la violencia.
El siguiente
grado puede ser que tenga interés en el conflicto porque facilita sus
operaciones. También puede estar interesada en que lo gane alguna de las partes,
generalmente aquella con la que ha acordado unas determinadas condiciones de
operación.
El nivel
máximo de implicación se produce cuando la empresa participa en la propia
generación del conflicto. El ejemplo que se cita más frecuentemente es el caso
de Royal Dutch-Shell en Nigeria. Las comunidades ogoni ejercieron una fuerte
oposición a sus operaciones de extracción de petróleo y gas, ya que sus
territorios sufrieron una contaminación masiva y perdieron sus medios de
subsistencia. La empresa suministró armas al Gobierno para reprimirlos.
Impacto en el
medio ambiente
En numerosas
ocasiones la actividad de las multinacionales deja un rastro de contaminación de
las aguas, los suelos y el aire, la alteración o pérdida de flora y fauna, o
graves alteraciones paisajísticas. Las empresas del sector extractivo y la
energía son las que causan más daños al medio ambiente. En muchos casos, sus
actividades de exploración, explotación, transporte, etc., causan graves
desequilibrios medioambientales, a veces irreversibles. Además, en muchas
ocasiones usan en los países del Sur unas tecnologías y un know-how que hace
tiempo que han abandonado por obsoletas en sus países de origen.
En el caso del
turismo, un ejemplo de comportamiento depredador lo ofrecen las empresas
españolas del sector. Después de arrasar las costas del Levante y el sur de
España con un modelo de construcción masiva e insostenible, y una vez agotadas
las posibilidades del mismo, han decidido ampliar sus horizontes y reproducir
ese modelo en otros lugares.
Desigualdad y
pobreza
De acuerdo con el
Banco Mundial, el crecimiento global se ha repartido de forma muy irregular. La
diferencia de ingresos entre países ricos y pobres se ha ensanchado así como la
diferencia entre ricos y pobres dentro de los países.
Actualmente los 122 países del Sur concentran el 85% de la población mundial,
pero su participación en el comercio internacional es del 25%. El 1% de los
habitantes más ricos de la tierra ganan tanto dinero como el 57% más pobre, y
hay 1.800 millones de personas que viven con menos de un dólar al día, es decir,
bajo la línea de la extrema pobreza.
Muchos Gobiernos
de países del Sur identifican la inversión extranjera con prosperidad. Sin
embargo las multinacionales suelen pedir que se limiten los obstáculos y
regulaciones, por ejemplo para instalarse en zonas francas, exentas de
impuestos, donde la mano de obra es barata y controlada y por tanto los
beneficios para la economía receptora son mínimos o nulos, pero los beneficios
para las empresas son notables.
La incidencia de
la pobreza en América Latina se mantiene en torno a 184 millones de personas
pobres (que viven con menos de dos dólares al día), de los cuales unos 68
millones viven en la pobreza extrema (menos de un dólar al día). La pobreza
alcanza como promedio regional a un 34,1% de la población