IMPERIALISMO Y MAQUILAS

2665

La ganancia del presidente de Nike, Phil Knight, es de 215 millones de dólares, 10 veces las ganancias de 55.000 trabajadores indonesios de la transnacional.
La palabra maquila está asociada a frases como: «precariedad», «abusos, acoso
y violencia sexual contra las mujeres», «falta de libertad sindical y de
negociación», «salarios de hambre» y «largas y agotadoras jornadas de
trabajo».

Si bien las maquilas aparecieron en América Latina en los años 60 y 70, bajo
los auspicios de Estados Unidos, es en los 90 que toman un gran impulso con
la liberalización del comercio internacional y la mundialización de la
economía.

Los derechos laborales, reconocidos en numerosas declaraciones y convenciones
internacionales, son letra muerta para muchos gobiernos, transnacionales y
empresarios de las plantas maquiladoras, para quienes, el fin supremo de la
rentabilidad justifica todos los medios. Con el presente artículo nos
adentramos al interior del «fenómeno de la maquila» en México, América
Central y República Dominicana.

Bueno, bonito y barato

Maquila es un término árabe que significa, según el diccionario, «porción de
grano, harina o aceite que corresponde al molinero por la molienda». En
América Central y México la maquila se llama a las actividades económicas
nacionales o extranjeras que ejecutan una parte muy precisa en el proceso de
producción.

Las empresas maquiladoras inician, terminan o contribuyen de alguna forma en
la elaboración de un producto destinado a la exportación, ubicándose en las
«zonas francas» o «zonas procesadoras de exportación» en donde se benefician
de numerosas ventajas que les ofrecen los países receptores.

En un contexto de fuerte competencia, las transnacionales buscan rebajar al
máximo los costos de producción por la vía de trasladar algunas actividades
productivas de los países industrializados a los países periféricos con bajos
salarios sobre todo en aquellas ramas en las que se requiere un uso intensivo
de mano de obra.

El reto de responder con rapidez a la demanda de productos con ciclos de vida
breves y estándares de calidad más estrictos les ha llevado a adoptar nuevas
tecnologías y formas de organización de la producción y del trabajo. «El
desafío consiste en producir con el máximo de calidad en el mínimo de tiempo,
y utilizando la mano de obra barata que todas las demás plantas también
utilizan», dice el estudio «El fenómeno maquilador en México y Honduras» de
la Confederación Mundial del Trabajo. Las maquiladoras de Honduras, por
ejemplo, el proceso productivo se divide en dos partes: en el diseño y corte
de las prendas se utilizan avanzados sistemas tecnológicos computarizados y
maquinaria electrónica de alta definición, y en el ensamblaje y la costura
predominan las máquinas sencillas con bajo grado de automatización y en el
que se requiere un uso intensivo de mano de obra.

¿Por qué se van?

La relocalización de la actividad productiva transnacional es un fenómeno
mundial y se ha efectuado desde Norteamérica hacia México, América Central y
Asia, pero también desde Taiwán, Japón y Corea del Sur hacia el sudeste
asiático y hacia América Latina, con miras a abastecer al mercado de Estados
Unidos. En el caso de Europa, las empresas italianas, alemanas y francesas
primero trasladaron sus actividades productivas hacia los países de menores
salarios como Grecia, Turquía y Portugal, y luego de la caída del Muro a
Europa del Este. Actualmente se han instalado también en América Latina.

La reestructuración empresarial se produce en medio de no pocos conflictos
sociales en los países del Norte, pues cientos de fábricas cierran y dejan en
el paro a miles de trabajadores. En la década del 90, más de 900.000 empleos
se perdieron en Estados Unidos en la rama textil y 200.000 en el sector
electrónico.

Las maquilas aprovechan la enorme diferencia salarial entre el Norte y el
Sur. Mientras un obrero mexicano, en 1998, ganaba 1,51 US dólares por hora,
el de Estados Unidos, por un trabajo idéntico, obtenía 17,2 dólares, es de
decir once veces más. La diferencia con Alemania y el Japón es aún mayor.
Los salarios que se pagan en México incluso están por debajo de los de Corea
del Sur y Taiwán, como se indica en el siguiente cuadro.

Costo de la hora de trabajo 1998

Países US dólares,
México 1.51
Taiwán 5.82
Corea del Sur 7.40
Estados Unidos de 17.2
Japón 23.66
Alemania 31.88

Fuente: «El Fenómeno Maquilador en México y Honduras», CMT, marzo 2000.

Es abismal, igualmente, la diferencia entre los salarios que pagan las
maquiladoras a los/as trabajadores/as y los precios finales de los productos
que los supermercados venden al público. Por ejemplo, por una camisa marca
GAP un consumidor canadiense paga US 34 dólares, mientras en El Salvador una
obrera gana 27 centavos por confeccionarla. ¿Y qué decir de la desigualdad
de ingresos entre los directivos de las transnacionales y los obreros? La
Red de Solidaridad de la Maquila, con asiento en Toronto, calcula que la
ganancia en el papel del presidente de Nike, Phil Knight, es de 215 millones
de dólares, ?10 veces las ganancias de 55.000 trabajadores indonesios de la
transnacional!
Los beneficios que obtienen las maquilas son aún mayores si se toma en cuenta
que éstas reciben dólares de Estados Unidos por sus ventas y en cambio pagan
salarios en moneda local que se devalúa constantemente con relación al dólar.

En América Latina

Las maquilas cobran una creciente importancia. En México una cuarta parte de
la mano de obra industrial (más de 1?100.000 obreros / as) trabaja en las
4.079 plantas maquiladoras ubicadas ya no solo en los estados fronterizos con
Estados Unidos sino en el interior del país. En Costa Rica, El Salvador,
Honduras, Guatemala, Panamá y República Dominicana los puestos de trabajo en
las maquilas superan holgadamente los 500.000.

En México, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que arranca en
1994, ha potenciado la instalación de grandes transnacionales, tales como la
General Electric, AT&T, Chrysler, Zenith, Ford Motor Company, General Motors,
Mattel Toys, Panasonic, Matsuhita electronic, Motorola, Philips consumer
electronics, Sansonite y Jonson & Jonson Medical, Delphi Packard ?Electric
Systems, United Techonologies/Autodivisión, American Yazaki Corporation,
etcétera. Abarcan ramas tan variadas como la confección, accesorios y
máquinas eléctricas y electrónicas, muebles, automotriz, químicos, alimentos,
juguetes, calzado y cuero.

En Centroamérica y el Caribe, las maquiladoras sobre todo se dedican a la
ramal textil y al vestuario, aunque también algunas hacen montaje
electrónico. Las más grandes plantas maquiladoras son de propiedad coreana,
taiwanesa y norteamericana que producen, bajo contrato, para las grandes
tiendas y supermarcas de los Estados Unidos, que venden sus productos en
Estados Unidos y Canadá.

«Un fenómeno interesante que acompaña a esta producción es la submaquilación.
Este tipo de subcontratación se puede establecer entre dos empresas
maquiladoras o entre una maquiladora o personas particulares, talleres
familiares o microempresas», sostiene la Organización Internacional del
Trabajo, OIT, en el estudio «La situación en las zonas francas y empresas
maquiladoras del Istmo Centroamericano y República Dominicana».

¿Son la solución?

El modelo cepalino de industrialización por sustitución de importaciones, en
el que el Estado jugaba un papel central, y el objetivo, al menos en teoría,
era abastecer el mercado interno, ha quedado atrás. Los gobiernos huéspedes
de las maquilas han abandonado todo proyecto de desarrollo nacional y se
insertan en la economía globalizada ofreciendo mano de obra abundante, joven
y barata.

En una situación de crisis, ajustes estructurales, crecimiento sin
precedentes de la pobreza, del subempleo y el desempleo, los gobiernos
compiten desesperadamente por atraer la inversión extranjera, haciendo
concesiones tributarias, financieras, laborales y ambientales reñidas con la
vigencia de los derechos humanos, los intereses de sus propios pueblos y, por
supuesto, con acuerdos y tratados internacionales laborales y
medioambientales que han suscrito y se han comprometido a cumplir.

Entre otros beneficios que gozan los inversionistas extranjeros se puede
mencionar: Ambiente no sindical y flexibilidad laboral; exención de impuestos
y aranceles a insumos importados y a productos exportados; repatriación sin
restricción de los beneficios; créditos a bajo interés y con atractivos
plazos; buenos sistemas de comunicación y transporte; exenciones fiscales
diversas; subvención de infraestructura, caminos, servicios de energía,
etcétera, según el estudio de la OIT.

Las maquiladoras son presentadas por los gobiernos como la panacea para
«combatir el desempleo, obtener divisas y transferencia de tecnología».
¿Cumplen realmente este papel? Diversas estudios y opiniones confirman que la
respuesta es rotundamente negativa.

Los gobiernos centroamericanos alardean de sus cifras de exportación que
supuestamente aumentan rápidamente gracias a la industria de las maquilas.
Seis países de la región (Costa Rica, El Salvador, Guatemala Honduras,
Nicaragua y Panamá) exportan más de 3.000 millones de dólares, según el
estudio «Les Republiques Maquilas» de Karin Lievens, de Oxfam Solidaridad de
Bélgica. Sin embargo, la realidad no es como la pintan.

En El Salvador, por ejemplo, en 1996, las maquilas exportaron alrededor de
709,7 millones de dólares, pero, en el mismo tiempo, las empresas importaron
alrededor de 541,5 millones de dólares. De hecho se trata de los mismos
productos: se importan del país de origen camisas, pantalones, camisetas o
vestidos que luego de ser confeccionados, planchados y empaquetados son de
nuevo reexportados. El saldo que queda de las dos operaciones es de apenas
168,2 millones de dólares. Se trata del valor añadido por concepto de
arriendo de terrenos a las maquilas, salarios, costos de aprovisionamiento
como agua potable, electricidad y mantenimiento de las máquinas. No se
cobran impuestos sobre las exportaciones y las importaciones ni tasas
comunales o derechos de aduana. Las maquilas no hacen uso de las materias
primas nacionales (salvo si se trata de productos de madera o agrícolas),
porque importan todos los insumos, desde el hilo hasta los botones. Y
tampoco transmiten conocimientos y tecnología, porque la industria del
vestido, en esta etapa, no requiere de tecnologías avanzadas, según el
estudio de Oxfam Bélgica.

Un dato interesante de anotar es que hasta hace pocos años las importaciones
de insumos y las exportaciones de productos elaborados en las maquilas no se
registraban en la balanza comercial de los países, y sólo se agregaban los
servicios de transformación. Sin embargo, por «recomendaciones» del Fondo
Monetario Internacional dichos datos se han incorporado a la balanza
comercial, con lo que se presenta el espejismo de una industrialización y una
prosperidad inexistentes.

¿Dónde están los beneficios?

En México, solo el 2% de los componentes de la exportación de las maquilas
son nacionales, el resto son totalmente importados, reafirma Alejandro
Villamar, integrante de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio.
«Pero lo terrible del problema de las maquiladoras son todos los tóxicos que
dejan este tipo de industrias», agrega Villamar. «No existe infraestructura
ambiental, la mayoría de las empresas no reporta ni cumplen con su obligación
de regresar todos los deshechos tóxicos a su lugar de origen, y entonces, los
afectados no solamente son los trabajadores que están en la maquila sino toda
la comunidad, incluyendo los niños y los viejos. El norte de la República
tiene los índices más altos en cuanto a niños que nacen sin cerebro, o con
espina bífida o con cánceres en diferentes partes del cuerpo», enfatiza.

En ciudades como Matamoros, Brownsville, Tamaulipas, Ciudad Acuña y Coahuila,
en efecto, se han registrado el nacimiento de niños con malformaciones
físicas y retraso mental. Autoridades médicas reportaron 91 de estos casos,
entre 1989 y 1992. En 1991, 51 madres de niños con malformaciones que habían
trabajado en la fábrica Mailory Capacitator introdujeron una demanda
exigiendo indemnizaciones por no haber respetado normas de higiene laboral.
Se pudo comprobar que estas trabajadoras habían manipulado las mismas
sustancias tóxicas sin protección y habían sido sometidas a ritmos intensos
de trabajo en locales insalubres.

En muchas plantas maquiladoras no existen elementales sistemas de seguridad e
higiene en el trabajo. En las empresas FTE Communication Systems (ciudad
Juárez), Grand Band Comunications, Retzloff Chemical Planta Petrolite, CMI,
Mariscos Bagdad Processing y Deltronicos General Motors de Matamoros, decenas
de trabajadoras han sufrido intoxicaciones y lesiones producidas por la
manipulación de productos tóxicos o por la ausencia de medidas de seguridad
en el trabajo.

En las zonas en donde se ubican las maquiladoras se presentan serios
problemas de alcantarillado, agua potable y recolección de basura para los
residentes y junto a las economías informales, se desarrollan la delincuencia
y el tráfico de drogas.

La Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio, que está formada por
organizaciones civiles y ONGs, ha hecho estudios específicos en toda la
frontera Norte de México y ha comprobado que las empresas no cumplen con los
compromisos de orden internacional, utilizan un doble estándar en el orden
laboral y ambiental y no responden a ningún código de conducta. «Esa es la
ventaja que les ha proporcionado un Tratado de Libre Comercio, que es un
modelo que se extiende a toda Centroamérica, y que se pretende introducirlo a
todo el resto de América Latina y El Caribe con el Acuerdo de Libre Comercio
de las Américas», finaliza Villamar.

Bibliografía

OIT, «La Situación sociolaboral en las Zonas Francas y Empresas
Maquiladoras del Istmo Centroamericano y República Dominicana», 1996.

«El Fenómeno Maquilador en México y Honduras», CLADEHLT, marzo 2000.

Karin Lievens, «Les republiques maquilas», Oxfam-Solidarité, Bélgica, 2000

Maquila Solidarity Network, www.web.net/~msn/5codes4.htm