El ahorro de costes es el principal incentivo para externalizar los servicios informáticos hacia la India. El salario medio de un ingeniero de software, que no baja de 90.000 dólares anuales en California, es de 15.000 en el país asiático. Esto no lo explica todo: el sistema educativo indio produce 350.000 ingenieros cada año, y toda la mano de obra es anglófona.
Últimamente, no pasa semana sin que se anuncie un contrato de externalización de servicios informáticos, y en la mayor parte de los casos el proveedor contratado es una empresa india. El banco holandés ABN-AMRO ha repartido la gestión de sus sistemas de información entre cinco empresas, tres de ellas indias (TCS, Infosys y Patni). A partir de enero, Wipro, otra firma radicada en Bangalore, se hará cargo de servicios que General Motors encomendaba a su antigua filial EDS. El banco HSBC planea desplazar a India 4.000 empleos en los próximos tres años. Y cuando los pasajeros de los ferrocarriles británicos llaman al servicio de información, su consulta es respondida desde Mumbai.
La tendencia es imparable: una constante sangría de empleos, transferidos en nombre de la externalización, también como outsourcing o por el acrónimo BPO (Business Process Outsourcing). Nandan Milekani, presidente de Infosys, lo explica crudamente: «Esto es la globalización. Durante años, nos han predicado que debíamos abrirnos a la economía mundial. Lo hemos hecho, hemos liberado nuestras cualidades y las hacemos valer en el mercado global. Resulta irónico que nos critiquen por haber aplicado la lección».
Según la consultora Gartner, el BPO transfronterizo facturará este año unos 148.000 millones de euros. Y los analistas de Forrester han calculado que en 2008, Occidente habrá perdido tres millones de empleo y 136.000 millones de dólares en salarios en este sector. Los sindicatos americanos estiman que unos 400.000 empleos se han perdido por la competencia india.
La patronal del sector en la India, Nasscom, estima que sus asociados tienen 350.000 empleados y exportan servicios por valor de 1.800 millones de euros. Su previsión eleva las cifras a uno y quince millones antes del final de la década. Los líderes son tres empresas: Wipro, Infosys y Tata Consultancy Services (TCS), las dos primeras con sede en Bangalore y la tercera en Mumbai. A su sombra ha aparecido una constelación de empresas menores, más de 400, todas florecientes. Gracias a este boom, Bangalore ha crecido espectacularmente: en diez años ha duplicado su población y sus seis millones de habitantes cuentan con tres millones de automóviles.
El ahorro de costes es el principal incentivo para externalizar los servicios informáticos hacia la India. El salario medio de un ingeniero de software, que no baja de 90.000 dólares anuales en California, es de 15.000 en el país asiático. Esto no lo explica todo: el sistema educativo indio produce 350.000 ingenieros cada año, y toda la mano de obra es anglófona.
Azim Premji, el hombre más rico del país, controla el 85% de Wipro, cuyo campus se encuentra en las afueras de Bangalore. Su objetivo es afianzar el carácter multinacional de la empresa. Sus principales adversarios – dice- son IBM, Accenture, CapGemini y EDS, y sus principales clientes se llaman Sony, Nokia y Dell, entre otros.
TCS forma parte del todopoderoso grupo Tata, y recientemente ha firmado un acuerdo con el gobierno chino y Microsoft un contrato para desarrollar un centro de desarrollo de software en Shanghai. Por su parte, Infosys hace el 70% de su cifra de negocios en Estados Unidos, donde desarrolla el 30% de su producción de software. En cierta medida, la expansión internacional de estas empresas se apoya en las comunidades indias que viven en Estados Unidos y el Reino Unido. En el Silicon Valley, por ejemplo, hay más de 2.000 pequeños empresarios de software y unos 60.000 ingenieros nacidos en la India.
El fenómeno es de ida y vuelta. Más de un centenar de firmas extranjeras – Microsoft, Google, Reuters y Cisco, entre otras- han abierto centros propios en Bangalore. Oracle tiene 7.000 personas trabajando en India, mientras que su rival SAP ha creado allí un centro de desarrollo con 2.000 empleados. IBM tiene intención de ampliar su plantilla en India hasta las 39.000 personas, lo que supone contratar 14.000 en los próximos dos años. Accenture también creará miles de puestos de trabajo en India y Filipinas.
El éxito podría debilitar una de las ventajas competitivas indias, los bajos salarios. Para prevenirse, encuentra su complemento en países vecinos, como Singapur y Sri Lanka, más baratos todavía. Y de cara a su desarrollo en los mercados europeos, tienen planes para instalarse en Rumania y la República Checa, países donde esperan adquirir el plus de multiculturalismo que, admiten, les falta para entender cómo funcionan los europeos.
Pero el verdadero horizonte geográfico de las empresas indias está en China. Este país tardará años en alcanzar el nivel de India en este campo y, en comparación, tiene una notoria debilidad lingüística, además de los temores que despierta en Occidente su poco respeto por la propiedad intelectual. Cooperar con China, complementar sus respectivas capacidades, forma parte de la estrategia de las empresas chinas. Juntos, ambos países representan un tercio de la población mundial, ¿por qué no suponer que pueden compartir una tajada mayor de los mercados tecnológicos occidentales?
Fuente: https://www.lavanguardia.com/