Amancio Ortega, dueño del imperio INDITEX (Zara, Massimo Dutti, Stradivarius, Pull&Bear, Bershka, Kiddy´s, Oysho…), el hombre mas rico de España y la fortuna número 18 del mundo, junto al CORTE INGLES, denunciados por la explotación de mujeres y niñas.
Por Francisco Sandalio
Las multinacionales textiles y cadenas de moda españolas se han visto retratadas en varios informes por el trabajo vejatorio y esclavo de mujeres y niños en países empobrecidos y en España.
Recientemente la revista Clave (4-6-2004) denunciaba que las prácticas de compra de las grandes empresas textiles españolas han sido cuestionadas por la vulneración de los derechos fundamentales de los trabajadores de las plantas y telares instalados en países en el Tercer Mundo. Algunas organizaciones no gubernamentales han denunciado las malas condiciones de los empleados de los talleres que tejen la moda que se luce posteriormente en los principales escaparates de las más lujosas avenidas de las capitales de Occidente.
La organización Setem puso los pelos de punta al mundo entero al publicar su investigación sobre las condiciones de trabajo de niños y mujeres en 20 talleres textiles de Tánger, cuyos resultados afirman que son extrapolables al 60% del medio millar de talleres que funcionan en esta ciudad marroquí. Su investigación, que se llevó a cabo entre 2001 y 2002, señaló que 12 talleres de los inspeccionados trabajaban para grupos españoles reconocidos, entre los que citaban a Inditex, Mango, Induyco (proveedor de El Corte Inglés), Mayoral, Visto Bueno (grupo Eroski) y Princesa (grupo Sans). La ONG asegura que Inditex y Mayoral son las que proporcionan la mitad de los encargos de confección de estos talleres.
En Marruecos -donde producen Cortefiel, Inditex (Zara), Mango e Induyco (Corte Inglés)- una fábrica textil de Tánger vendía hace tres años por 3,3 euros un pantalón a las grandes firmas españolas; hoy sólo cobra 2 euros. Las trabajadoras tienen jornadas de entre 12 y 16 horas en temporada alta, porque desde España se les piden plazos de entrega de menos de 6 días en aras de los cambios de escaparate. Las grandes marcas de ropa españolas han aumentado la presión sobre las fábricas de países emergentes, lo que ha provocado el trabajo a destajo y rebajas en los precios de hasta el 40%. El sector textil de Marruecos cuenta con unas 2.000 empresas.
En su informe, Setem detallaba pormenorizadamente abusos y violaciones de los derechos humanos, empezando porque en estos talleres son explotadas niñas adolescentes de 12 años cortando hilos o transportando cajas de tela de una cadena de producción a otra durante las diez horas que dura la jornada completa, la misma que la de los adultos, sólo que cobran mucho menos (3 dirham la hora). A veces sufren malos tratos físicos y también acoso sexual, añade la organización.
Setem denunciaba también que había niños menores de 15 años cosiendo a máquina, con el consiguiente riesgo de accidente. Riesgo que se multiplica al manejar una maquinaria obsoleta como la que se encuentra en estos talleres, en los que la ventilación y la luz natural brillan por su ausencia. Aquí es elevada la incidencia de las enfermedades dermatológicas, por el contacto con las telas; respiratorias, por la contaminación ambiental; y lumbares, por la absoluta falta de ergonomía en el puesto de trabajo. Por no hablar de la vista, que este tipo de labores arruina para siempre.
Como sea que ningún obrero, ni menor ni mayor de edad, tiene seguro médico, tanto en caso de enfermedad común como de accidente laboral debe costearse su tratamiento y se le descuenta el salario de los días que falte a su trabajo. Ni que decir tiene que las mujeres embarazadas pierden automáticamente su puesto de trabajo.
Los trapos sucios de las textiles españolas en Marruecos fueron los primeros en ponerse al descubierto al poco de salir Inditex a Bolsa. Casi la totalidad de las prendas confeccionadas en los talleres subcontratados se destina a la exportación. Francia, Inglaterra, Alemania y España son los destinos más frecuentes. Tras la publicación del informe, la gallega Inditex impuso un plan de «responsabilidad social», que según los expertos es un guiño a la galeria, que le permitió anunciarse en los medios como la pionera en estas preocupaciones dentro de su sector en España. No olvidemos que multinacionales y bancos españoles han sido recientemente distinguidas por la CRUZ ROJA ESPAÑOLA. Empresas como: INDITEX, SCH, BBVA, REPSOL YPF, TELEFONICA, CARREFOUR… logrando así un lavado de imagen.
Todavía existen organizaciones con vergüenza, como Cáritas en Galicia, que se ha negado ha recibir una ayuda de Inditex , como rechazo a su explotación.
Sin embargo el Monitor Español de Mercado Corporativo (MERCO) en Marzo de 2003 por tercer año consecutivo otorgaba al El Corte Inglés la primera posición como empresa española más reputada. E Inditex se aúpa al segundo lugar y su presidente, Amancio Ortega, lidera el ranking de mejor lider empresarial.
¡Pasen y lean!
El grupo Inditex ganó el premio de la Fundación CODESPA 2003 como «empresa solidaria» por sus proyectos de desarrollo en los países donde está presente, que entregó el Príncipe de Asturias. A José María Castellano, vicepresidente y consejero delegado de Inditex y catedrático de Economía de la Universidad de A Coruña, brazo ejecutor de las singladuras del grupo, le concedieron en el 2003 el premio al empresario ético del año que concede la revista británica The Economist y la consultora de búsqueda de directivos Spencer Stuart. Se sorprende y sólo atina a exclamar «¡Qué barbaridad!»(Cinco Dias 13-10- 2003).
Multinacionales como Benetton, Nike, Adidas, H&M, GAP, acuden a la economía sumergida para subcontratar los encargos. De esta manera, las grandes empresas del sector quedan eximidas formalmente de toda responsabilidad en la explotación de los trabajadores, niños y mayores, de países lejanos y de aquí mismo.
Denuncias en España
A estas denuncias en países empobrecidos se han unido otras de índole nacional en las que también se ha visto implicada Inditex, de la que hoy dependen directamente casi 40.000 trabajadores en todo el mundo, 3.600 de ellos en sus dos centros de producción en A Coruña. Tiene 2.000 tiendas repartidas por 50 países según datos de El PAIS (21-05-2004)
Todo empezó a partir de que un ex empleado de Zara en A Coruña denunciara en el número de junio de 2001 de la revista digital «El Militante» coacciones a los trabajadores, abusos de poder, ritmos salvajes de producción o jornadas de trabajo interminables». Ritmos que impone su política de renovar por completo el 40% del contenido de las tiendas del grupo cada 15 días. Las quejas llegan incluso de las cooperativas textiles gallegas por el ritmo frenético de producción a precios que impone la multinacional, porque si el pedido no se entrega a tiempo, Inditex penaliza con una rebaja del precio.
Una imagen vinculada a la economía sumergida
En su libro «Zarápolis» (Ediciones Bronce. Madrid, 2001) Cecilia Monllor recoge unas declaraciones anónimas de una de estas cooperativistas: «Zara es una apisonadora, se puede permitir todo. Nuestros problemas no son su problema, nosotros no somos Inditex y si no cumplimos las condiciones a la calle. Trabajamos en exclusiva para ellos porque son los únicos que garantizan el trabajo durante todo el año (…). Nos paga igual que hace 11 años. En cuanto hacemos un amago de protestar, se salen con que el mundo está lleno de pobres desgraciados dispuestos a hacer el mismo trabajo por menos de la mitad, con lo que siguen pagándonos 350 pesetas ( 2,10 euros) por montar un vaquero de cinco bolsillos».
Han sido estas y otras denuncias las que han propicia que la tradicional imagen gallega de la economía sumergida esté unida a Inditex, aunque las prácticas sean comunes a todo el sector. Es el precio del líder, afirman los expertos. Una imagen que se extiende por toda España, aunque la mitad de los talleres con los que trabaja se concentran en Galicia y el Norte de Portugal, a través de los «grupos de mujeres que acuden a los talleres (externos) a la hora señalada con el carro de la compra para recoger el material y llevárselo a casa», utilizando las palabras de la doctora en Psicología del Trabajo Mar Iglesias. Para los sociólogos gallegos Carlos Rabuñal y Marta Casal hay que buscar a los verdaderos autores del milagro del Grupo en los «talleres concebidos únicamente como un instrumento de alta productividad a bajo coste…», en estos talleres, dicen, «se fuerza a los empleados a trabajar en condiciones pésimas» Una de las frases preferidas de los encargados, aleccionados por los enlaces o representantes de Inditex , suele ser ésta: «Mira, si no estás de acuerdo, ahí estan los negros deseando trabajar.«(Libro «Amancio Ortega de cero a Zara», La esfera de los libros, 2004, pag. 100).
Como remate e ironía de la situación laboral, Manuel Patiño, representante sindical de CC.OO., llega a afirmar: «No podemos presionar mucho, porque en Portugal producen a mitad de precio». Y en unas declaraciones a Artículo 20 dijo: «Ojalá tuviéramos más empresarios como Ortega». A lo que los responsables de Inditex señalan que hasta ahora las relaciones laborales han discurrido con normalidad y que las retribuciones de la plantilla interna de producción, no la de los proveedores, «está por encima de la media del sector». Setem también ha puesto de manifiesto que en Toledo las mujeres realizan en sus casas remates para los talleres que trabajan con Inditex por 90 céntimos de euro la hora. Por todo ello chocan sobre todo las declaraciones del líder sindical de la UGT, Cándido Méndez: “La empresa tiene cierta reticencia hacia los sindicatos, pero Ortega no tiene un perfil antisindical”.
Inditex implicada en la explotación de inmigrantes.
En 2003 salta a los titulares de la prensa la implicación indirecta de la multinacional en la explotación de inmigrantes ilegales, tal como recoge solidaridad.net en sus web, generalmente chinos, en pequeños talleres cosen ropa para Zara y otras marcas del grupo. Por sueldos de apenas 600 euros, trabajan 16 horas diarias e incluso comen y duermen hacinados en el centro de trabajo.
La policía desmanteló en Santiago de Compostela una nave donde trabajaban, en condiciones infrahumanas, 19 inmigrantes chinos. Ahora se sabe que confeccionaban ropa para Zara (Inditex). Es lo que asegura su propietario, Wei-Jiong Liu (Luis el chino). Luis el chino, antes de meterse de lleno en la negocio textil, era propietario del restaurante Hong Kong. Decidió comprar la empresa Confecciones Lucía Landeira, que ya recibía encargos de una filial de Inditex, y aparcar los rollitos primavera. Cuando la policía intervino la nave donde Liu explotaba a 19 compatriotas (17 de mayo), encontró un escrito en el que constaba que antes del 30 de junio debían estar confeccionadas 28.000 prendas. Y los pedidos eran para Zara. De los 19 chinos que trabajaban en la nave del municipio coruñés de Teo, 10 tenían papeles y contrato, pero el resto eran ilegales.
El Correo Gallego, (23-5-2003) informaba que la policía autonómica Catalana y la Inspección de Trabajo desmantelan un taller de confección clandestino en al calle…. donde descubrieron 21 trabajadores chinos la mayoría sin permiso de trabajo que trabajaban 16 horas diarias a 17 céntimos de euro la pieza. El taller funcionaba las 24 horas del día y los empleados vivían en el mismo taller en condiciones infrahumanas. El propietario del negocio producía para Zara y Berska y en el taller se encontraron numerosas etiquetas de Inditex. Inditex reconoció que eran un taller subcontratado por ellos y decidió retirarse de todos lo talleres que tenia en toda esta zona, y trasladar esa producción Rumania a y Bulgaria el 15 de julio la policía cerro otro taller similar en la zona
La respuesta de la compañía a la difusión de estas irregularidades ha estado dirigida a intentar limpiar su imagen cuanto antes. De hecho, en 2001 se adhirió al «Pacto Mundial de Naciones Unidas» que no es más que un intento de lavar la cara de las compañías transnacionales, vinculando su imagen a la de la ONU.
El pasado mes de febrero, otra investigación de Intermón Oxfam, sobre la «esclavitud laboral» que viven los trabajadores del sector textil en 12 países del Tercer Mundo afirmaba que el modelo de negocio del grupo gallego, así como de Cortefiel, Mango e Induyco-Corte Ingles (cuyo presidente es Isidoro Alvarez), basado en conseguir una producción <i<«más barata, más rápida y más flexible, genera una presión en el último eslabón de la cadena que conduce a la precariedad». Las grandes marcas concentran un gran poder y exprimen a los trabajadores que se encuentran al final de la cadena, y que en su mayoría son mujeres y niñas. El informe descarta que la responsabilidad de esta situación sea sólo de las grandes corporaciones y recuerda que muchos Gobiernos, alentados por el FMI y el Banco Mundial, atraen a los inversores ofreciendo bajos costes y mano de obra flexible.
La nueva denuncia de Intermón-Oxfam revela que pocas cosas han cambiado las empresas en sus relaciones con los países más empobrecidos respecto a las condiciones laborales de mujeres y niños, después de su lavado de cara. Estos, por ser menores de edad, y aquéllas, por tener que trabajar hasta 18 horas seguidas sin cobrar las horas extras y sin opción a negarse. En alusión a los riesgos de impedir la contratación de los niños en las fábricas, José María Castellano, consejero delegado de Inditex desde 1984, levantó una fuerte polémica con estas declaraciones: «En algunos países, si quitas á los chicos de trabajar es peor, es un problema para las familias y acaban en la prostitución«. Ante esta canallada, nosotros afirmamos que ningún niño debería verse obligado a trabajar para poder sobrevivir. ¿Cómo pueden aceptar un código social para unos países, y no para otros?. ¿Es que hay ciudadanos de primera, con todos los derechos, y ciudadanos de tercera, cuyos derechos se limitan a ser explotados en las fábricas para no verse obligados a venderse en la prostitución?.
Pascual Maragall, en su viaje de «Estado» a Marruecos, ha invitado a la industria textil catalana a invertir en aquel país. «Llevan años haciéndolo, señala Martín Prieto en su artículo titulado «pasarela de alta delincuencia,» invirtiendo en mano de obra barata y sin costes laborales. Los talleres clandestinos de chinos, que cada tanto desmonta la Policía en Madrid, Galicia o Cataluña son la cara amable de está pasarela, ya que al menos los modernos galeotes de la máquina de coser son explotados por connacionales. Todo este turbio negocio en el que el capitalismo más «chic» se reedita a sí mismo en el Manchester del siglo XIX, debería ser tenida como trata de blancas(o de asiáticas o magrebíes, que hasta para eso hay clases), y de violación agravada de los derechos de la infancia, cunso son los niños los que malcosen la manga de una chaqueta a cambio de un comistrajo.. No hay mayor iniquidad que la de estos santones de la ropa de marca (que consumimos como pa-letos) y que venden humo, glamour y supuesta distinción a cuenta del hambre de los más pobres, sobre la que se enriquecen. Hasta Benetton se permite el descaro de hacer campañas publicitarias solidarias cuando no puede decir dónde hace sus camisas, con cuya venta milagrosa se ha comprado dos millones de hectáreas en la Patagonia donde crían millones de ovejas y acaba de denunciar a los indios mapuches por la invasión de sus tierras. La globalización no es esto. La semiesclavitud de mujeres y niños es la regresión al capitalismo bestial sobre el que reflexionó Marx: es el capicanibalismo-.
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