Ante los dramáticos acontecimientos que vienen ocurriendo en nuestras costas canarias, como son la aparición, cada vez con mayor frecuencia, de pateras con cadáveres de inmigrantes , no queremos asistir pasivamente a esta realidad sangrante de muerte y destrucción de seres humanos, pues callar sería hacernos cómplices de la situación…
Ante los dramáticos acontecimientos que vienen ocurriendo en nuestras costas canarias, como son la aparición, cada vez con mayor frecuencia, de pateras con cadáveres de inmigrantes (130 personas fallecidas en el año 2004), no queremos asistir pasivamente a esta realidad sangrante de muerte y destrucción de seres humanos, pues callar sería hacernos cómplices de la situación. Nos duele el silencio de administraciones y organizaciones humanitarias.
Por ello, pretendemos salir a las plazas de nuestros pueblos y ciudades, levantar la voz y clamar en un gesto de solidaridad y de denuncia. Desde aquí, queremos denunciar:
– La política de extranjería que se lleva en los países del Norte en relación a los países empobrecidos del Sur, por ser insolidaria, propiciar actitudes racistas e ir contra la dignidad de la persona humana.
– La actual Ley de Extranjería, pensada como nueva muralla para cerrar el paso a tantos hombres, mujeres y niños en la búsqueda de un futuro mejor para sus vidas y familias, que en sus países de origen le son negados por los mecanismos perversos de carácter económico, político, ideológico y social, generados en el Primer Mundo. Una ley que empuja a la muerte social a los llamados «sin papeles» e «ilegales», cuando ningún ser humano es ilegal. Nuestra conciencia de cristianos nos lleva a repudiar esta ley al mismo tiempo que nos debe motivar a buscar fórmulas justas y adecuadas para acoger a los inmigrantes que llegan a nuestras costas en busca de pan y dignidad.
– Las organizaciones y redes mafiosas, que trafican con las personas, aprovechándose de la situación de desprotección y de vulnerabilidad, y todo ello ante la pasividad de los gobiernos.
– Al Gobierno español y al gobierno de Canarias, así como la política europea en materia de inmigración. Nuestra conciencia de creyentes no nos permite desconocer y olvidar la realidad sangrante de tantas hermanas y hermanos nuestros, hijas e hijos del mismo Padre, en quienes queremos reconocer el rostro de Jesús crucificado, la presencia del mismo Cristo que nos dijo: «Fui extranjero y me acogieron… cada vez que lo acogieron a uno de estos mis hermanos más pequeños a mí me lo estaban haciendo» (Mt 25, 31-56).
A la luz del Evangelio, y queriendo acoger la llamada a la conversión que hemos celebrado en la Eucaristía -«Conviértanse porque está cerca el Reino de Dios»-, no podemos hacernos los distraídos y tampoco empeñarnos en sostener lo insostenible siguiendo como si tal cosa. Nos comprometemos a:
– Desarrollar una labor de sensibilización en nuestros ambientes (familia, comunidad, barrio, puesto de trabajo…) en orden a una mayor solidaridad y acogida a los inmigrantes.
– A revisar continuamente nuestras actitudes hacia ellos: cómo los recibimos, cómo los tratamos, cómo hablamos con ellos, cómo convivimos con ellos…
– A exigir de nuestros políticos y gobernantes una mayor humanización de leyes y reglamentos relacionados con la inmigración y la promoción de servicios sociales suficientes para una atención para una atención digna y eficaz.
– Denunciar las causas que originan la muerte de los inmigrantes, saliendo a la plaza cada vez que se repita esta situación.
(Leído el día 22 de enero en una concentración pública en la plaza del pueblo. En memoria de los 141 inmigrantes muertos se encendieron 141 velas)
Grupo de Solidaridad con los empobrecidos
(El Doctoral, Las Palmas de Gran Canaria)