El Occidente Cristiano es la cultura que descubrió y fue la primera en enseñar la igualdad de todas las personas, con un sencillo argumento: todos los seres humanos son asimismo hijos de Dios, por lo que no puede haber diferencias entre ellos, con lo que quedó afirmado absolutamente el principio de igualdad.
Como nuestro Presidente, Rodríguez Zapatero, nunca coincide con la verdad, ya sea porque no sabe a donde camina, ya sea porque confunde gravemente la terminología de la lengua castellana, y no sabe utilizar el diccionario, en todos los discursos no sale de un esquema hecho: vociferar por la Alianza de Civilizaciones.
Pero si se profundiza en lo que pretende, desde su privilegiado escabel del poder, no es crear nada sino empeñarse en una lucha para extinguir la cultura del Occidente cristiano, con dos mil años de existencia, y probadas garantías de organización de la sociedad. Su punto de partida es el socialismo-progre de izquierdas, espuriamente nacido del racionalismo iluminista, y fraguado en las aulas de la masonería con un odio sin tregua al cristianismo, forjador de la sociedad occidental.
Las pretensiones del Presidente no constituyen, en realidad, una Alianza de Civilizaciones, pues de esto tenemos una gran experiencia, que bien podría servirle de modelo para su tan aireada Alianza, y que llegó a crear una forma superior de civilización, pero lo que se propone Rodríguez Zapatero es una cosa muy distinta. Esta experiencia se produjo al comienzo de nuestra era, y fue un verdadero encuentro de Civilizaciones, cuando la ideología judía, la metafísica griega y el derecho romano se fundieron para dar vida a una cultura superior: el Occidente cristiano.
Cultura que descubrió y fue la primera en enseñar la igualdad de todas las personas, con un sencillo argumento: todos los seres humanos son asimismo hijos de Dios, por lo que no puede haber diferencias entre ellos, con lo que quedó afirmado absolutamente el principio de igualdad. Desde esta primera enseñanza se han elaborado, como fruto de pensadores cristianos, los derechos humanos de libertad y fraternidad, derecho originariamente cristianos y apropiados por la Revolución Francesa, que ahora con esta política se pretende olvidar su origen. Por lo que el propósito del Presidente se podría enunciar, con una terminología anglosajona, socialismo-progre izquierdista versus cristianismo.
En realidad la cuestión es anterior a los planteamientos de nuestro Presidente, y un tema muy profundo, y creo que él no se da cuenta de la magnitud y trascendencia del problema, que responde a la programación política y social de la masonería. En estos momentos hay una batalla épica desarrollándose en Europa, de donde, por el fenómeno de la globalización, se está extendiendo a otras partes del mundo, y consiste en la elección del sistema de los valores que debe adoptar la humanidad. Hasta este momento, han saltado al campo tres competidores: por una parte están los valores bíblicos, resumidos en los diez mandamientos de la Biblia, descubiertos y enunciados por los hebreos, y extendidos y enseñados en todo el mundo por la religión cristiana, y que se basan en una valoración objetiva de los hechos y comportamientos humanos, y que se enseñó en las Universidades en una asignatura denominada Derecho Natural, porque se consideraban concordes con la naturaleza humana y dictados por una fuerza superior; por otra parte está el laicismo europeo, que nacido del racionalismo del siglo XVIII, se ha desviado del campo de la razón a la subjetividad sentimental de los valores, por lo que sus propugnadores se han apresurado a eliminar la referida la asignatura, porque les era necesario afirmar y defender que la ética viene determinada por las leyes que en cada momento y para su provecho dicte el Gobierno; y el último en entrar en liza en Europa, por razón de la emigración, ha sido el Islam, que en verdad no ha accedido aún a la discusión ideológica, aunque sí a la guerra real, pero pronto podrá saltar a esfera del encuentro de las ideologías.
Este planteamiento está presente en todos los aspectos de la vida política y social del partido gobernante, y trata de imponerse con una planificada publicidad en la televisión y en los recursos mediáticos que domina. Tiene especial incidencia en la educación, por lo que el programa de actuación del Gobierno pone todas las dificultades para la enseñanza de la religión cristiana, que es la que tiene como base los valores bíblicos, valores objetivos dados por un ser superior al hombre, y que se encuentran en contraste con los principios de los que se califican de progresistas de izquierdas. Por este motivo se han visto en la necesidad de crear un sucedáneo, que dicen llamarse «Educación para la ciudadanía», a través de la cual pretenden imponer los valores de la subjetividad, en una palabra, lo que el Gobierno pretende es imponer una sociedad elaborada a su medida. En esto consiste la pretensión de la izquierda-progre, para lo que hasta han creado la cátedra Fernando de los Ríos en la Universidad Carlos III de Madrid, con el objeto de crear una sociedad laica.
En resumen podemos decir, que la pretensión del Gobierno y de sus acólitos es liquidar los valores fundados en Dios, y que conocemos a través de la Biblia, para reemplazarlos por valores laicos. El resultado será, como bien predijo G.H. Chesterton en los comienzos del siglo XX: «Cuando la gente deja de creer en Dios, no es que no crea en nada, es que pasa a creer cualquier cosa».