El pasado lunes 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz, nuestro obispo de Santander, Don Vicente Jiménez Zamora, no entendía el intento de retirar las cruces de los lugares públicos como colegios y hospitales, ya que la Cruz es símbolo de la entrega a los demás
Y eso que aún no conocía la sentencia Noviembre de 2009 del Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo pidiendo la retirada de los crucifijos por coaccionar la libertad de pensamiento de los alumnos.
En este aspecto, D. Enrique Tierno Galván agnóstico y alcalde socialista de Madrid tampoco lo entendía. Por eso cuando tomó cargo en el ayuntamiento y le sugirieron la oportunidad de quitar el Cristo de su mesa, respondió: «Dejen el crucifijo donde está. Es un símbolo de paz»
A los primeros obreros socialistas que, en 1840, fundaron el primer sindicato español celebrando una misa tampoco le molestaba el crucifijo porque lo consideraban un obrero ajusticiado por los poderosos.
Las procesiones de Semana Santa nacen de un pueblo oprimido que clamaba justicia y mostraba al único que era justo.
Para el Consejo de Estado de la República de Italia, la exposición del crucifijo en lugares públicos no son motivo de discriminación y por otro lado recuerdan la base donde se sostienen los fundamentos y valores de la República.
¿Por qué será que algunos les molesta la presencia de un hombre justo?, ¿Nos terminarán multando por llevar colgado del retrovisor del coche un rosario?