Lo que está ocurriendo con los agrocombustibles y con la energía en general, expresa otra forma de opresión con los países del Sur para resolver los problemas de los países del Norte.
Para empezar no deberían llamarse biocombustibles porque “bio” significa vida y esos productos están atentando contra la vida de los países pobres.
La fabricación masiva de agrocombustibles está dejando a los campesinos sin trabajo para dejar paso a las modernas empresas transnacionales y amenaza la posibilidad de alcanzar la soberanía alimentaría derecho irrenunciable de los pueblos. Esto provoca también el aumento de los precios de los alimentos, pues los biocombustibles tendrán un fuerte impacto en la agricultura entre 2007 y 2016.
Vamos a alimentar vehículos y desnutrir personas. Hay 800 millones de vehículos automotores en el mundo. Lo que inquieta es que ninguno de los gobiernos entusiasmados con los agrocombustibles cuestiona el modelo de transporte individual, como si las ganancias de la industria automovilística fueran intocables.
Por otra parte, hay mucho engaño en las campañas de publicidad en torno a estos productos y tenemos que desenmascarar lo que hay detrás de esta publicidad pues se pretende cometer un genocidio.
El problema central es el capitalismo salvaje que hoy día agobia la existencia misma de los pueblos. El empeño de producir aceleradamente agrocombustibles responde a la crisis energética de capitalismo monopolista a escala internacional, provocada por sus propios patrones de consumo. Solo EEUU es dueño del 40% de la flota de vehículos en el planeta.
Los biocombustibles, por tanto, ingresaron en una nueva matriz energética bajo el control de los mismos grupos económicos internacionales que han provocado la crisis energética mundial. La base de los agrocombustibles es la biomasa (= energía de los vegetales) Ello significa que también el imperialismo necesita controlar las tierras, el agua… de las naciones subdesarrolladas.
Según la FAO dentro de los próximos 15 a 20 años los agrocombustibles serán el 25% del total de la demanda mundial de energía. Detrás de ello está la ofensiva internacional del capitalismo monopolista para el control de las fuentes de energía. Esa voracidad del capital se observa en Brasil: quieren convertir el país en centro mundial de etanol (= alcohol producido para utilizar como carburante, se obtiene de vegetales como la remolacha, patata, caña de azúcar, maíz, trigo cebada … ) para beneficio de EEUU, Japón y Europa.
Pero esto tiene fuertes implicaciones como son: La concentración de terrenos en manos de las transnacionales, la destrucción de plantaciones dedicadas al sustento de la población, la disminución de las fuentes de energía, algunas de las cuales ya han sido privatizadas y la apertura liberal a las inversiones extranjeras.
El incremento del precio de los alimentos que crece a ritmo acelerado en Europa, en China, en la India y en EEUU. Como en los EEUU el maíz está casi todo destinado a la producción de etanol, el precio de pollo subió un 30% en los últimos 12 meses. Y la leche debe subir un 14% este año. En Europa la mantequilla ya está un 40% más cara. En México hubo movilización popular contra el aumento del 60% en el precio de las tortillas, hechas de maíz que es alimento básico.
Es necesario desmitificar la propaganda sobre los supuestos beneficios de los agrocombustibles ya que:
‑ Se habla de energía limpia pero consumen cantidad de productos químicos provocando contaminación en los ríos y fuentes.
‑ Por la extensión de las plantaciones para la fabricación de biocombustible se están destruyendo selvas y sabanas.
‑ Los trabajadores están sometidos a condiciones similares a la esclavitud.
Consecuentemente como hoy quien manda es el mercado, los productores de soja, algodón y otros bienes agrícolas abandonan sus cultivos tradicionales por el nuevo «oro» agrícola: el maíz o la caña de azúcar. Esto repercute en los precios de la soja, del algodón y de toda la cadena alimentaria.
La desnutrición amenaza hoy a gran parte de la humanidad. Con la expansión de las áreas de cultivo destinadas a la producción de etanol, se corre el riesgo de transformarse, de hecho en necrocombustible
Una vez más los intereses económicos llevan rumbo de enriquecer a los dueños de las multinacionales de la agricultura a costa de dejar sin lo suyo y en el olvido los sufridos hambrientos.
FUENTE: Revista PROKARDE nº 15, 2008
Promoción Carmelitana de Ayuda al Desarrollo.