El nuevo rumbo que ha tomado la vida del Secretario del partido Refundación comunista, Fausto Bertinotti, no es una conversión, ni una experiencia mística, pero es signo de un cambio inadvertido para muchos, aun dentro de su mismo partido…
El nuevo rumbo que ha tomado la vida del Secretario del partido Refundación comunista, Fausto Bertinotti, no es una conversión, ni una experiencia mística, pero es signo de un cambio inadvertido para muchos, aun dentro de su mismo partido. Ha dicho Bertinotti: «Si alguien me hubiese preguntado, a los 20 o 30 años, si era ateo, habría respondido, sin dudarlo, que sí. Hoy, aun siendo no creyente, evitaría una respuesta así de definitiva. Esto no es signo de una falta de certeza, sino que señala a alguien que no se niega a la búsqueda. Yo participo en algunas celebraciones religiosas, no sin cierta implicación emotiva».
La dimensión política –explica– es la otra cara de la dimensión religiosa: «Se trata siempre de la idea de la liberación: la primera, terrena; la segunda, ultraterrena». Bertinotti evalúa así la trayectoria del Papa Juan Pablo II: «De la voz de este Papa, que ha sido testigo varias veces de que las fuerzas vivas pueden cambiar súbitamente, llega hoy una palabra de paz. En este sentido, el papel de Juan Pablo II es enorme, y sus palabras contra la guerra han sido fundamentales para evitar que el conflicto iraquí se convirtiese en un choque de civilizaciones».
Quien le conoce bien, como la periodista Ritanna Armeni, no se sorprende: «Bertinotti no ha sido nunca un comunista ateo y cerrado. Siempre ha tenido relación con varios cardenales, y uno de sus diarios preferidos es L’Osservatore romano». Sandro Curzi, exdirector del comunista Liberazione, no encuentra nada de extraño en las palabras de Bertinotti: «Yo nunca me he definido como ateo. Más bien, cuando en los años 50 visité el Museo del ateísmo, en Moscú, me pareció todo una cosa ridícula».
No deja de ser curiosa la reacción de uno de los compañeros políticos de Bertinotti, el troskista Marco Ferrando: «Esta posición es absolutamente minoritaria en el partido. Para nosotros, la religión es todavía el opio del pueblo. Una vez, Lenin dijo que también los curas podrían adherirse a la causa bolchevique; pero aquí parece que está sucediendo lo contrario».
Alessandro Trocino
en Corriere della Sera