En éstos meses se está hablando mucho de familia. ¿Pero de qué familia?. Parece ser que defender la familia tradicional es ser de derechas y que los que se llaman de izquierdas defienden que a todo se le puede llamar familia…
En éstos meses se está hablando mucho de familia. ¿Pero de qué familia?. Parece ser que defender la familia tradicional es ser de derechas y que los que se llaman de izquierdas defienden que a todo se le puede llamar familia.
Los conservadores desean esa familia burguesa, de primer mundo, con casa, chalet, dos coches y vacaciones en Marbella, que ha sido siempre egoísta hasta la médula con los demás, pero es que los que se llaman de izquiedas defienden el primado del individualismo en que dos se juntan porque les apetece y mientras les apetece, que es egoísta hasta para generar vida y compartir con los hijos que no tendrán.
Yo sostengo que la única familia que merece ser defendida es la familia histórica que esta caracterizada fundamentalmente por la SOLIDARIDAD de los miembros entre si y de éstos con el resto de familias. La historia de los pueblos, sobre todo los de raíz cristiana, está plagada de familias en las que reinaba es sacrificio por el otro (sobretodo de las madres cristianas). Tanto es así que las familias cristianas pobres, asociadas, hicieron en movimiento obrero que cambió el mundo capitalista.
No hay nada más hermosos y revolucionario que una comunidad de personas que se aman, con sus defectos, que lo dan todo los unos por los otros y que no se encierran en su reducto de felicidad sino que se lanzan al mundo en lucha solidaria con otras familias.
Rodrigo Fernández del Pozo.
Burgos