¿Es ‘Salvar a Darfur’ una estratagema para justificar las guerras en Africa?

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Fabricar y mantener de manera constante realidades falsas al servicio del imperio norteamericano es la función principal de los profesionales en relaciones públicas y de los medios de comunicación corporativos.

El clamor, tachonado de celebridades, para Salvar a Darfur y «detener el genocidio» ha recibido un gran empuje en los medios de comunicación de EE.UU. y cuenta con el apoyo bipartidista en el Congreso y en la Casa Blanca. Sin embargo, el Congo, con entre diez y veinte veces más africanos muertos en el mismo periodo de tiempo, no es considerado un «genocidio» y pasa casi inadvertido. Sudán se asienta sobre lagos de petróleo. Tiene grandes reservas de uranio y otros minerales, unas significativas reservas de agua y está ubicado en una región estratégica cerca de más recursos y de más petróleo africano. Lo que no se está cuestionando es si la élite Republicana y Democrática en política exterior está utilizando sus alegaciones de genocidio y sus llamamientos para una «intervención humanitaria» para facilitar el camino a los próximos conflictos por petróleo y recursos en el continente africano.

Fabricar y mantener de manera constante realidades falsas al servicio del imperio norteamericano es la función principal de los profesionales en relaciones públicas y de los medios de comunicación corporativos. Ya sean historias falsas sobre medicinas maravillosas o como productos químicos tóxicos son buenos para la salud o sobre estrellas de Hollywood que defienden las intervenciones militares para salvar a los huérfanos africanos, merece la pena echar un vistazo detrás de esta fachada.

Entre las realidades falsas lanzadas a la opinión pública americana están las versiones simplistas sobre Negros contra Árabes en el genocidio de Darfur y la solución propuesta: una fuerte intervención militar por parte de EE.UU. o apoyada por EE.UU. en el Sudan Occidental. Por fin, se están examinando estrechamente las actividades del lobby Salvar a Darfur y la Coalición para Salvar a Darfur, sus fundadores, su financiación, sus métodos y motivaciones y su sinceridad. Aquí se exponen diez razones para sospechar que la campaña para Salvar a Darfur es una estratagema de relaciones públicas para justificar la intervención de EE.UU. en África.

1. No sería la primera Gran Mentira que nos venden nuestro gobierno y los medios de comunicación para justificar una guerra.

Las personas mayores podemos recordar el incidente en el Golfo de Tonkin, provocado deliberadamente por EE.UU., para justificar el inicio de la guerra en Vietnam. Está excusa fue seguida inmediatamente de la necesidad de ayudar a la incipiente «democracia» en Vietnam del Sur y la absurda pero todavía útil idea de «luchar contra ellos allí para no tener que luchar contra ellos aquí.» Más recientemente los bombardeos, invasiones y ocupaciones de Afganistán e Irak se han justificado variablemente como necesarias para «atrapar a Bin Laden», como venganza por el 11S, como medidas para quitar «las armas más peligrosas del mundo» de las manos de los «regímenes más peligrosos del mundo», como medidas para permitir que la pujante «democracia» iraquí saliese adelante y necesarias porque todavía es mejor «luchar contra ellos allí para no tener que luchar contra ellos aquí.»

2. No sería la primera vez que el Gobierno de los EE.UU. y los medios de comunicación utilizan la «prevención de un genocidio» como excusa para una intervención militar en una región rica en petróleo.

La intervención militar de la OTAN y de EE.UU. en Kosovo en 1995 era supuestamente una «misión de paz» para evitar un genocidio. El resultado que perdura de esa campaña es Camp Bondsteel, una de las mayores bases militares en el planeta. EE.UU. es prácticamente el único país en el mundo que mantiene bases militares fuera de sus fronteras. Con una superficie de casi cuatro kilómetros cuadrados, Camp Bondsteel ofrece al ejército de EE.UU. la posibilidad de almacenar grandes cantidades de equipamiento y suministros a una corta distancia de los campos petrolíferos del Caspio, de los oleoductos y de las principales rutas marítimas.

3. Si lo que en realidad importase fuese detener el genocidio en África, ¿por qué concentrarse en Sudan con un número de muertos de entre 200.000 a 400.000 pero no también en el Congo, que cuenta con 5 millones de muertos?

Según la activista congoleña Nita Evele «la noción de que un cuarto de millón de muertos en Darfur es un genocidio y cinco millones de congoleños muertos no lo es, es absurda y cruel.» «Lo que ha pasado y lo que esta pasando todavía en el Congo no es un conflicto tribal y tampoco es una guerra civil. Es una invasión. Es un genocidio con 5 millones de victimas mortales, veinte veces más que en Darfur, llevado a cabo con el objetivo de saquear los minerales y los recursos naturales del Congo.»

Más que otra cosa, la aplicación selectiva y cínica del término «genocidio» revela el nivel de hipocresía que rodea la campaña de Salvar a Darfur. En el Congo donde gángsteres locales, mercenarios, señores de la guerra, junto con los ejércitos invasores de Uganda, Ruanda, Burundi y Angola, se dedican a matar salvajemente, a violaciones en masa y a despoblar regiones en una escala que empequeñece cualquier cosa que este sucediendo en Sudan, todos los jugadores compiten afanosamente para garantizar la extracción continua del vital coltán para los ordenadores y teléfonos móviles occidentales, la exportación de uranio para reactores y armas occidentales, junto con diamantes, oro, cobre, madera y otros recursos congoleños.

El ex embajador para la ONU y George H. W. Bush están en el consejo de administración de Barrick Gold, uno de las mayores y más activas empresas de minería en un Congo destrozado por la guerra. Evidentemente, con los beneficios de la brutal extracción de la riqueza congoleña fluyendo hacia Occidente, no se puede hablar de «genocidio» congoleño, mucho menos interferir en este asunto. Para sus objetivos, los planificadores estratégicos de EE.UU. pueden considerar el modelo congoleño como un medio ideal para acaparar la riqueza africana con un coste mínimo y sin el inconveniente de tener tropas oficiales estadounidenses en la zona.

4. Se trata del petróleo sudanés.

Sudan, y la región de Darfur en particular, se asienta sobre un lago de petróleo. Pero Exxon, Chevron o British Petroleum no están explotando los campos petrolíferos sudaneses. Bancos, compañías petrolíferas y de construcción chinas están realizando prestamos, perforando pozos y construyendo oleoductos para llevar el petróleo sudanés donde ellos quieren; están tomando demasiadas decisiones por su cuenta en un siglo XXI en el que los EE.UU. aspiran a controlar los suministros de energía del planeta. Una intervención militar de EE.UU. y de la OTAN resolverá el problema para los planificadores estadounidenses.

5. Se trata del uranio, la goma arábiga y otros recursos naturales sudaneses.

El uranio es vital para la industria de armamento nuclear y el combustible esencial para los reactores nucleares. Sudan posee depósitos de uranio de gran calidad. La goma arábica es un ingrediente esencial en productos farmacéuticos, dulces y bebidas como Coca-Cola y Pepsi. La exportación sudanesa de esta materia prima supone el 80% del suministro mundial. Cuando EE.UU. consideró aplicar sanciones al régimen sudanés en 1997, los grupos de presión de la industria se aseguraron de que hubiese una exención en la ley de sanciones que les garantizará su suministro de goma arábiga. Pero la presencia militar de EE.UU. y de la OTAN es una garantía más segura de que la extracción de recursos sudaneses, al igual que los del Congo, fluyen hacia occidente: a los EE.UU. y a la Unión Europea.

6. Se trata de la ubicación de Sudan.

El Sudan se encuentra frente a Arabia Saudita y los Estados del Golfo donde estará durante unos cuantos años más gran parte del petróleo de fácil extracción del mundo. Darfur también tiene frontera con Libia y con el Chad, cada uno de ellos con sus propias e importantes reservas de petróleo. Darfur está a una distancia razonable de Occidente y de África Central y es una posible ruta para un oleoducto. El río Nilo fluye por el Sudan antes de llegar a Egipto; los recursos de agua del sur de Sudan tienen también un valor regional de gran importancia. Con la creación de AFRICOM, los nuevos mandos del Pentágono para el continente africano, los EE.UU. ha hecho explicita su intención de implantar su huella estratégica allí. Desde bases permanentes en el Sudan, el ejercito de EE.UU. puede influir en la política y la economía de África durante generaciones.

7. La mayoría de los fundadores y de los que prestan su apoyo al movimiento Salvar a Darfur forman parte de la élite patrocinada y bien conectada de la política exterior de EE.UU.

Según una historia del Washington Post de este verano, «la (coalición) Salvar a Darfur fue creada en 2005 por dos grupos preocupados por el genocidio en el país africano, el Servicio Mundial Judío Americano y el Museo del Holocausto de EE.UU.. La coalición da empleo a 30 expertos en relaciones políticas y públicas. Tuvo un presupuesto de cerca de 15 millones de dólares en el último año fiscal… Salvar a Darfur no dice exactamente cuanto ha gastado en publicidad, con la que esta semana ha intentado avergonzar a China, anfitrión de los Juegos Olímpicos de 2008, para que disminuya su apoyo a Sudan. Pero la portavoz de la coalición dijo que la cantidad se encuentra entre los millones de dólares.» Aunque las campañas de relaciones públicas de Salvar a Darfur emplean técnicas de marketing víricas , dirigiéndose a estudiantes universitarios, incluso a bloggers negros, no ha contagiado a las bases, tal y como lo hizo el movimiento contra el apartheid y en apoyo a los movimientos de liberación africanos en Sudáfrica, Namibia, Angola y Mozambique. Con un exceso de cristianos evangélicos que predican una próxima guerra que acabará con el mundo, y con elementos conocidos por su apoyo incondicional a la política israelí de rechazo en Oriente Medio, el movimiento Salvar a Darfur está dominado / controlado por el sistema con una campaña de propaganda que gasta millones de dólares al mes fabricando el consentimiento para una intervención militar de EE.UU. en África bajo la excusa de detener o prevenir un genocidio.

8. Ni un centavo de los fondos conseguidos por la Coalición Salvar a Darfur se destina a ayudar a los africanos necesitados en Darfur.

Según historias del Washington Post y del New York Times, «Nada del dinero recibido por Salvar a Darfur se destina a ayudar a las victimas y a sus familias. En su lugar, la coalición vierte su recaudación en intentos de apoyo que están diseñados principalmente a persuadir al gobierno para que actúe.»

9. La mayor parte de los partidarios de Salvar a Darfur en EE.UU. no están interesados en negociaciones políticas para terminar con el conflicto.

El presidente Bush ha intentado abiertamente en repetidas ocasiones hacer fracasar las negociaciones de paz para terminar con la guerra en Darfur. Incluso expertos a favor de la intervención y organizaciones humanitarias activas en la zona han criticado a los EE.UU. por poner en peligro a trabajadores para la ayuda humanitaria y por instar de manera efectiva a los grupos rebeldes en Darfur para que se nieguen a negociar la paz y para insistir en una intervención de EE.UU. y de la OTAN en su nombre.

La campaña de relaciones públicas que presenta el conflicto como un asunto racial, en el que los árabes están exterminando a la población negra en el Sudan, es hábil, fluida y atractiva. Parece no dejar lugar a una negociación. De hecho, muchos «árabes» sudaneses, incluso los Janjiweed, son también negros. En cualquier caso, fueron armados por un gobierno que tiene el poder de desarmarlos si así lo desea. Negarse a hablar con los negociadores de ese gobierno es una manera segura de evitar cualquier acuerdo. 

10. Blackwater y otros contratistas mercenarios de EE.UU., el brazo armado no oficial del partido Republicano y del Pentágono, están esperando con impaciencia dar sus servicios.

Chris Taylor, jefe de estrategia de Blackwater, dice que la compañía tiene una base de datos de miles de ex policías y oficiales militares para tareas de seguridad. Dice que el personal de Blackwater podría establecer perímetros y vigilar pueblos y campos de refugiados de Darfur como apoyo a la ONU. Los empleados de Blackwater dicen que no se necesitaría a muchos hombres para rechazar los ataques de los Janjiweed, una milicia que recibe el apoyo del gobierno sudanés y ataca a los poblados a lomos de camellos.

Aparentemente, Blackwater no necesita ir al Congo donde el hambre y la malnutrición, la despoblación, las violaciones en masa, y la desaparición de escuelas, hospitales y de la sociedad civil dentro de enormes zonas sin ley gobernadas por una casta de poderes africana en continuo cambio (como el hijo del desaparecido Idi Amin), donde operan bajo un velo de silencio del que los medios de comunicación son cómplices. Busca la adopción del modelo congoleño en todas esas amplias zonas de África a las que los planificadores de estrategias de EE.UU. denominan «espacios sin gobierno». Pero no esperes recibir detalles en las noticias de la noche o escuchar a Oprah, George Clooney o Angelina Jolie hablar de este tema.

Bruce Dixon es el director general del Black Agenda Report.
Este artículo aparece en www.blackagendareport.com

 Título original: Is Save Darfur a PR Scam to Justify U.S. Resource Wars in Africa?
Au
tor: Bruce Dixon
Origen: Z Magazine 1 enero 2008
Traducido por Eva Calleja y revisado por Esther Carrera